Aunque, muchas cosas habían cambiado... Ya no estaba Draco Malfoy, para burlarse de éste; tampoco estaba Severus Snape, el antiguo profesor de pociones; y, mucho menos, estaba el director que tanto había defendido y protegido al joven Potter, Albus Dumbledore.
Pero, para su sorpresa, volvió a encontrarse con el mago que había intervenido en la disputa que mantuvieron Ginny y Parkinson.
Ya habían tomado sus asientos y prestaron atención al anual discurso del nuevo director, Aberforth Dumbledore.
-Bienvenidos al colegio Hogwarts de magia y hechicería. Para aquellos que comienzan un nuevo año, deseamos que disfruten aprendiendo y descubriendo los secretos del mundo mágico. Ahora, he de presentaros al nuevo profesor de pociones, el profesor Jules Reason- decía Dumbledore.
En ese momento, el director, deja paso al nuevo profesor de pociones.
-Queridos alumnos, es un gran honor el educar a futuros magos en esta prestigiosa escuela. Todo lo que os enseñaré, me lo ha enseñado a mí el antiguo profesor de pociones... Severus Snape. Y es un verdadero honor para mí, el enseñaros y prepararos. Gracias por darme esta oportunidad- concluyó éste, con una educada y distinguida sonrisa.
Harry, Ron, Hermione, Ginny, Neville y Luna se sorprendieron al oír quién había instruido a su nuevo profesor de pociones. El por qué, estaba claro; Severus Snape fue uno de los mayores seguidores de Lord Voldemort y también, el que había matado al antiguo director de la escuela...
Solo cuando, éste, falleció se descubrió toda la verdad; sin embargo, no conocen a este nuevo profesor. ¿Sería también de fiar? Al fin y al cabo, fue el antiguo pupilo de Snape.
Comenzaron a comer y, Harry, volvió a sentir cierto escozor en su torturadora cicatriz. Intentaba disimularlo, pero no pasó desapercibido para Hermione.
-Harry, debes hablar con el director...- murmuró la muchacha, que estaba sentada al frente del joven Potter.
-Ahora no es el momento, Hermione. No me fío de ese profesor de pociones, ¿y si ha servido a Voldemort?- decía en voz baja.
-Pero Harry, Malfoy dijo que debíamos esconderte y protegerte, porque corríamos peligro- insistía la joven.
-Lo sé... Hablaré con él, cuando se acabe la cena- concluyó el chico, mientras dirigía su mirada hacia el anciano director.
Pero eso era el menor de los problemas, pues le preocupaba más ese maestro... ¿Por qué sentía que lo conocía de algo? Como si hubiera estado con ese hombre en algún momento de su vida, pero no recordaba en qué.
La joven Granger se preocupaba al ver que, Harry, no dejaba de mirar hacia el profesor Reason. La cicatriz, las pesadillas, la advertencia de Draco Malfoy, el profesor nuevo y las cosas que hacía o decía Harry... La muchacha sabía que, éste, no iría a hablar con el director por su propia cuenta.
Notaba que, el joven Potter, no era el mismo. ¿Sería por esa cicatriz? ¿Acaso, Voldemort, contaba con un segundo plan?
Hermione había estado leyendo e investigando todos los casos que se vinculaban con Lord Voldemort, pero no hallaba nada que no supiera ya...
La joven pensaba en todas estas cosas, cuando Pansy Parkinson entró al gran comedor llorando y gritando.
Los maestros, junto con el director, se pusieron en pie. Pues la muchacha comenzaba a dar voces.
-¡TE ODIO HARRY POTTER! Apuesto a que no sabías que, Draco, va a morir dentro de cuatro semanas... ¿Cierto?- decía en voz alta, con ira y sin soltar su barita.
Ginny estaba preocupada por éste y quiso levantarse de su asiento; pero Ron se lo impidió, obligándola a tomar su asiento sin rechistar.
-Señorita Parkinson, guarde su barita... Profesor Reason, ¿podría acompañar a la señorita a mi despacho?- intentó calmar la situación el director.
Pero Pansy se arrodilló para llorar más amargamente, dejó de apuntar a su compañero Gryffindor y solo sollozaba mientras pronunciaba el nombre del que iba a ser su prometido.
Todos estaban obsoletos, al ver a la joven tan hundida.
Sin embargo, alguien podía entenderla de alguna manera. La joven Granger, al ver cómo se sentía la muchacha, sintió un fuerte dolor en su corazón y deseaba sacar a los Malfoy de aquel lugar.
Cueste lo que cueste, quería intentar remendar su error...
Harry se levantó y dirigió su camino hasta la joven Slytherin.
-¡Harry!- exclamó Ginny, pues temía que le pasara algo.
Pero, éste, continuó su camino hasta Pansy. La muchacha lo miró con desprecio, mientras dejaba caer sus doloridas lágrimas.
Estaba de rodillas, con sus brazos cruzados en su vientre y cabizbaja. Harry ofreció su mano, para ayudarla a levantarse.
-No necesito tu ayuda... Asesino- gruñía entre dientes, la joven Slytherin.
-Déjame ayudarte, Parkinson... Confía en mí- decía Harry, sin embargo, no era su misma voz.
Era suave y autoritaria, también. Todos se asombraban al ver, que la joven había reconocido aquella voz y tomó la mano del chico.
Parkinson estaba asombrada y nadie podía entender lo que estaba pasando.
-Iia Houp Pei Houts- murmuraba Harry en Parsel.
Pansy parecía haber entendido lo que le había dicho el chico y se secó las lágrimas.
-Hooutz Olantzah Itz Cuutz Tziauxs Sui- concluyó el chico, con esa misma voz.
Pansy sonrió de agradecimiento y abrazó al joven Potter; éste, correspondió el abrazo.
Nadie podía entender lo que había pasado y, mucho menos, el director. ¿Cómo es posible que, Harry, haya cambiado su voz? Era irreconocible y, por si fuera poco, había hablado en Parsel para consolar a una compañera Slytherin... ¿Qué estaba pasando con el joven Potter?
-¡Harry Potter!- llamó en voz alta, Abertforth Dumbledore.
Como si despertara de un sueño, el chico se fijó en quién estaba abrazando y, poco a poco, se fue apartando de la chica; mientras la miraba con extrañeza, porque no sabía lo que había estado haciendo ni diciendo.
-Gracias, Potter... Ahora sé que eres de fiar- murmuró Pansy, mientras guardaba su barita y se encaminaba hasta su recámara.
El director caminaba apresuradamente hasta éste. McGonagall le seguía y, también, el nuevo profesor de pociones.
-Harry, ¿estás bien?- preguntaba, en voz baja, el director.
-Sí... Creo que sí... ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha...?- murmuraba el joven Gryffindor, sin entender lo que estaba pasando.
-Minerva, necesito que te encargues de los demás alumnos. Que continúen cenando... Mientras, yo, hablaré con el señor Potter- ordenaba Aberforth, en voz baja y manteniendo la calma.
La profesora obedeció y calmó a los alumnos, actuando como si no hubiera pasado nada tan relevante.
Pero los amigos y compañeros de Harry, sabían muy bien que algo le había pasado. Sobretodo, Ginny Weasley, pues no era la primera vez que Harry actuaba de aquella manera.
-Profesor Reason, vaya a hablar con la señorita Parkinson... Vamos, señor Potter- concluyó el director, mientras abría camino hasta su despacho.
El chico lo siguió sin rechistar, pero muy preocupado. ¿Qué le había pasado? No recordaba cómo había llegado a abrazar a Pansy Parkinson... La cicatriz le escocía y, esta vez, era mucho más fuerte.
Hermione estaba muy nerviosa, por todo lo que había pasado y quiso averiguar lo que les acechaba tan misteriosamente.
Ginny lloraba, preocupada por Harry; y Ron intentaba animarla.
Todos los alumnos comían, un poco más tranquilos que antes, pero no cesaban de hablar sobre lo que acaba de ocurrir en el comedor con los dos compañeros.
McGonagall hablaba, en voz muy baja, a los profesores. Parecía como si los estuviera advirtiendo y nadie prestaba atención a la muchacha.
Hermione solo tenía una oportunidad para indagar.
-Ron, estoy cansada. Voy a la habitación- mintió la muchacha.
-¿Quieres que te acompañe?- murmuró el chico, un poco preocupado por su mejor amigo.
-No, tranquilo... Mejor será que te quedes, por si vuelve Harry...- finalizó la muchacha mientras se ponía en pie y avanzaba hasta la salida.
Por fin, habían llegado al despacho del director. Harry tomó asiento y el dolor de su cicatriz se hacía más permanente.
-Harry, ¿desde cuándo has estado actuando como si fueras otra persona?- preguntó, preocupado, el director.
-¿Cómo? ¿Cuándo he hecho eso?- Harry no entendía lo que le preguntaba y, de colmo, seguía dolorido por su cicatriz.
-Te duele y fue después de hablar en Parsel, como si fueras otra persona... Harry, ¿has tenido pesadillas como antes? ¿Te pasan cosas como antaño?- insistía, éste, un poco más nervioso.
-Bueno... Las pesadillas... Siempre sueño en lo mismo, una y otra vez...- decía Harry, ya menos dolorido y preocupado por lo que le preguntaba su director.
-¿Sueñas con Azkaban?- se atrevió a preguntar, más serio.
El chico se asombró al oír la pregunta. ¿Cómo supo que había soñado con Azkaban? Verdaderamente, algo estaba pasando y, Harry, corría peligro... Draco Malfoy tenía razón y puede que, éste, sepa cómo acabar con todo lo que se avecinaba hacia ellos...
GOYLE, CRABBE, PANSY PARKINSON Y DRACO MALFOY |
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