viernes, 11 de enero de 2013

20. Momento desconcertante.

La esperanza es algo que no se debería de perder tan fácilmente y, mucho menos, en el peor de los casos. Muchas veces, creemos que no tenemos ni una sola oportunidad y que nada podría cambiar nuestra mala situación, pero ¿quién está seguro de eso?
Interpretamos, como el más fuerte, al que no vemos llorar y se enorgullece de sí mismo; más, los fuertes, son los que no esconden lo que son ante nadie y siguen manteniendo la fe y la esperanza... A pesar de las dificultades.
El joven Weasley había divisado, a lo lejos, cómo soltaban a los dementores por aquel viejo valle.
-Han soltado a los dementores, creo que están buscando a los Malfoy- murmuraba Ron, mientras sostenía su escoba.
-La poción ya está lista. Debemos darnos prisa en dar con Hermione- detalló la joven Simmons al guardar, en su túnica, el pequeño frasco curativo.
Sin más, volaron con rumbo al bosque donde habían planeado esconder a los Malfoy.
Volaron lo más deprisa posible, pues, la joven Granger necesitaba aquella poción.
-¿Cómo sigue?- murmuró Hermione, al entrar en la tienda.
Pansy estaba sentada en un taburete, mientras sostenía la mano de Draco. Éste dormía placenteramente en aquel cómodo lecho.
-Ya está mejor. Le ha bajado la fiebre y le he curado las heridas...- contestó ésta, sin mirar a su compañera.
Hermione se sentía incómoda en aquel lugar, sabía que no encajaba con sus dos compañeros Slytherin... Sin embargo, intentó disimularlo.
En ese momento, la joven Granger, tiene un leve mareo y consigue sostenerse en la mesa que ocupaba el centro de la tienda. A penas podía ver con nitidez, sin embargo, intentó no alertar a sus compañeros; confiaba en Ron y en Jessica.
Pero también era realista, solo le faltaban dos horas para tomarse la poción y aún no ha sabido nada de sus dos compañeros. Ni tan si quiera sabe nada de Harry... ¿Cómo estarán en Hogwarts? A lo mejor, el director Dumbledore ya los habría descubierto.
La muchacha tomó asiento ante la mesa y apoyó su cabeza en sus manos, intentaba mantener la calma y recobrar la paciencia... Pero no parecía ser nada fácil, en ese momento.
-Oye, Granger, necesito ir a darme un baño. ¿Podrías cuidar de él o se lo entregarás a los dementores?- dijo Parkinson con un tono de sarcasmo.
-Tranquila, no suelo meter la pata dos veces- respondió Hermione con un furioso destello en sus ojos.
La joven Slytherin se encaminó hacia el lavabo de la tienda y cerró la pequeña puerta.
Era cierto que, Hermione, se había equivocado con Draco; pero tampoco le deseaba semejante mal a éste ni a sus padres. No era tan vil ni tan cruel, ¿cómo podría vivir así? Es verdad que había pasado por humillaciones y provocaciones del chico Malfoy, pero no tenía ninguna intención de vengarse tan cruelmente.
Estaba seria y sentía como una carga en su interior, pues aún no había recibido la tranquilidad del perdón que le había rogado a Draco. ¿Se la daría alguna vez? 
Hermione miró a otro lado, mientras se mordía las uñas de su delicada mano. Siempre que estaba nerviosa, se mordía las uñas y meditaba en sus pensamientos durante largo rato.
Pero algo había interrumpido su habitual ritual, el chico había susurrado algo entre dientes y sin abrir sus grisáceos ojos.
Hermione depositó sus ojos a éste y se acercó, lentamente.
-Granger... Granger...- seguía susurrando éste, mientras agitaba su cabeza de un lado a otro. Parecía que estaba teniendo una pesadilla.
Hermione tomó la mano del muchacho y acarició la mejilla de su compañero, con mucha delicadeza y ternura.
-Lo siento... Perdóname- le susurró la joven, mientras lloraba.
Draco abrío, poco a poco, sus hermosos ojos y los depositó en la mirada de su compañera Gryffindor.
-Hola, Granger...- murmuró con una cálida sonrisa.
Hermione abrió, grandemente, sus castaños ojos y se alegró de verlo mejor.
-¿Cómo te encuentras?- dijo la muchacha, intentando secarse las lágrimas.
-Estoy bien... ¿Dónde está Pansy?- preguntó Draco, con una voz menos quebrantada.
-Ella quiso ducharse un momento, la voy a avisar- decía la joven, intentando incorporarse y dar con su compañera; pero éste la detuvo, sosteniéndola de la muñeca.
Hermione volteó para mirarle y se sonrojó al verlo tan serio. Se había sentado y aún no la soltaba. Ella entendió que no deseaba ver a Pansy, así que, volvió a tomar su asiento en aquel taburete.
-En Azkaban, me pediste que te perdonara. ¿Por qué?- murmuraba, muy serio y sin apartar su mirada de ella.
Mirada que intimidaba a la muchacha y que no le permitía retomar su carácter orgulloso y ligero que la caracterizaba.
-Me equivoqué contigo... Pensé que me habías utilizado para declarar a tu favor... Pensé en muchas cosas que no tienen coherencia ahora- respondió muy avergonzada.
Draco dejó de sostener la muñeca de Hermione, para dirigirla hacia el rostro de ésta.
-Entiendo que no te fiaras de mí... Pero, perdóname tú- decía, mientras alzaba la cabeza de la joven, para que le mirase.
-¿Por qué?- se extrañaba Hermione e intentando ocultar sus sonrojadas mejillas.
-Porque deseé odiarte... En Azkaban no pude ponerme en tu lugar, siempre me he metido contigo y es lógico que desconfiaras de mí- continuaba mientras apartaba su mano de ella y descendía su mirada con una sonrisa de vergüenza- No tengo nada que perdonarte, pero ¿podrías perdonarme?- concluyó ya mirándola.
Ella asintió con la cabeza y sonrió levemente.
-Por cierto, ¿por qué me besaste? Es decir, había otros medios para que confiara en ti...- se ponía algo nerviosa, pero lograba ocultarlo a la perfección.
-Era lo único que se me ocurrió, espero que no estés molesta por eso- rectificó éste.
La joven sintió una gran decepción en su interior, pues no esperaba oír esas palabras... Sin embargo, no le dio más vueltas y negó con la cabeza.
-No te preocupes, todo olvidado- finalizó con una sonrisa de indiferencia.
-Bien- respondió éste y volvió a recostarse, como pudo. Aún le escocía los latigazos en su costado.
Ella se levantó sin crear sospechas de que, estaba a punto de llorar sin saber el por qué y caminó hacia el exterior de la tienda. Solo le quedaban dos horas y pensaba en las amargas palabras que le había contestado Draco sobre aquel inesperado beso.
Se cubrió la boca con su blanquecina mano e intentaba no hacer oír su llanto, pues estaba avergonzada de lo tonta que se había comportado por algo así. ¿Acaso esperaba algo de Draco Malfoy? Negó con la cabeza y tragó, amargamente, el sollozo de su llanto.
No cesaba de andar de un lado a otro y meditando en qué hacer con lo que le estaba ocurriendo; sin embargo, no estaba sola. Alguien aparece y la descubre en el momento más inoportuno de sus sentimientos.
-¿Te ocurre algo, Granger?- decía una voz masculina que había tomado más fuerza para andar hasta la entrada de la tienda.
Hermione temía darse la vuelta y mirar hacia Draco, que aún mantenía su posición en la entrada.
-Granger, ¿qué ocurre?- insistía, preocupado pensando que podría tratarse de sus padres.
Sin embargo, cuando Hermione decidió mirarle y descubrió sus cristalinas lágrimas, pensó en todo lo contrario. Parecía saber de qué trataba.
-¿Estás bien?- temió al preguntar.
-Solo estoy asustada...- mintió.
-¿Asustada? ¿Por qué?- dudaba en silencio.
-El corte que tengo en mi mejilla, es de la garra de un tritón...- continuaba fingiendo- La poción que debo tomarme, la tienen Ron y Jessica. Si no la tomo dentro de dos horas...- enmudeció, pero el chico había entendido lo que quiso ocultar.
-¿Y no puedes elaborarla?- se preocupaba.
-No tengo los ingredientes aquí, es imposible. Solo puedo esperar- concluyó, secándose sus lágrimas.
Draco miró al suelo, pensativo y volvió a posicionar su mirada en Hermione. Entró en la tienda y parecía saber qué hacer, pero ella solo se quedó extrañada.
En ese momento, Draco vuelve a salir y vestido; aún se estaba terminando de abrochar su blanquecina camisa.
-¿Qué haces? Debes descansar- intentaba llevarlo hasta el interior de la tienda, pero él se resistía.
-Escucha, Granger. Tú querías una prueba distinta a la del beso y eso voy a hacer, quiero que confíes en mí. Quiero que me des una oportunidad- insistía, bastante serio.
Tan serio estaba, que había sorprendido a la muchacha que sostenía su brazo.
-Pero acabamos de llegar aquí... Tienes que descansar, aún sigues débil por lo de Azkaban- estaba muy preocupada por él.
-Lo sé, pero estoy seguro de que puedo dar con Weasley- había acabado de abrocharse la camisa y tomó la escoba de Pansy.
Hermione miraba de un lado a otro, estaba nerviosa y ya no sabía en qué pensar ni en qué sentir... Hace unos minutos, luchaba por autoconvencerse de que todo era una simple ilusión; pero Malfoy no se lo dejaba nada fácil.
Éste se posicionó en la escoba y, a punto estuvo de elevar la escoba, pero ella lo sostuvo de su brazo. Pero notó que, esta vez, era distinto el agarre y la miró con incertidumbre.
-Por favor, quédate- le susurró la joven y, sin ni si quiera pensarlo una sola vez, depositó sus labios en los del chico.
Draco se asombró, pues no esperaba semejante reacción y volvió a sentir los fuertes latidos de su descongelado corazón. Recordó la sensación que le produjo el rozar los labios de la joven Granger y no le disgustó, en absoluto.
Sintió una gran paz y felicidad indefinible... Entonces, ella finalizó el beso y lo miró con una mirada de ruego.
El joven Slytherin no comprendía lo que le estaba pasando, sabía que no era como antes, pero tampoco era como para volver a retomar aquel beso. No odiaba a Hermione, pero tampoco la había deseado de ese modo. Solo quería una oportunidad, pero esto le había desconcertado por completo y le costaba entender qué era lo que le ocurría.
-Si no viene en media hora, saldré en su busca- finalizó, intentando ocultar su asombro y con un tono seguro.
Ella asintió con la cabeza y descendió su mirada, pues acaba de darse cuenta de lo que había hecho, ¡volvió a besar a Draco Malfoy! Se puso nerviosa y se sentó delante de la tienda, pues necesitaba meditar.
El chico pudo ver cómo se sentía la joven, sin embargo, prefirió volver a recostarse. Temía por lo que estaba pasando, ¿sería por la situación? A lo mejor, es solo el momento oportuno y nada más... Draco meditaba en todas y cada una de estas teorías, como Hermione.
Puede que, debido a los acontecimientos recientemente ocurridos, los haya "juntado". Pero algo tenían claro y en común, nadie más sabría de semejante momento y se juraron así mismos en guardarlo para sí.

DRAMIONE

DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER





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