Interpretamos, como el más fuerte, al que no vemos llorar y se enorgullece de sí mismo; más, los fuertes, son los que no esconden lo que son ante nadie y siguen manteniendo la fe y la esperanza... A pesar de las dificultades.
El joven Weasley había divisado, a lo lejos, cómo soltaban a los dementores por aquel viejo valle.
-Han soltado a los dementores, creo que están buscando a los Malfoy- murmuraba Ron, mientras sostenía su escoba.
-La poción ya está lista. Debemos darnos prisa en dar con Hermione- detalló la joven Simmons al guardar, en su túnica, el pequeño frasco curativo.
Sin más, volaron con rumbo al bosque donde habían planeado esconder a los Malfoy.
Volaron lo más deprisa posible, pues, la joven Granger necesitaba aquella poción.
-¿Cómo sigue?- murmuró Hermione, al entrar en la tienda.
Pansy estaba sentada en un taburete, mientras sostenía la mano de Draco. Éste dormía placenteramente en aquel cómodo lecho.
-Ya está mejor. Le ha bajado la fiebre y le he curado las heridas...- contestó ésta, sin mirar a su compañera.
Hermione se sentía incómoda en aquel lugar, sabía que no encajaba con sus dos compañeros Slytherin... Sin embargo, intentó disimularlo.
En ese momento, la joven Granger, tiene un leve mareo y consigue sostenerse en la mesa que ocupaba el centro de la tienda. A penas podía ver con nitidez, sin embargo, intentó no alertar a sus compañeros; confiaba en Ron y en Jessica.
Pero también era realista, solo le faltaban dos horas para tomarse la poción y aún no ha sabido nada de sus dos compañeros. Ni tan si quiera sabe nada de Harry... ¿Cómo estarán en Hogwarts? A lo mejor, el director Dumbledore ya los habría descubierto.
La muchacha tomó asiento ante la mesa y apoyó su cabeza en sus manos, intentaba mantener la calma y recobrar la paciencia... Pero no parecía ser nada fácil, en ese momento.
-Oye, Granger, necesito ir a darme un baño. ¿Podrías cuidar de él o se lo entregarás a los dementores?- dijo Parkinson con un tono de sarcasmo.
-Tranquila, no suelo meter la pata dos veces- respondió Hermione con un furioso destello en sus ojos.
La joven Slytherin se encaminó hacia el lavabo de la tienda y cerró la pequeña puerta.
Era cierto que, Hermione, se había equivocado con Draco; pero tampoco le deseaba semejante mal a éste ni a sus padres. No era tan vil ni tan cruel, ¿cómo podría vivir así? Es verdad que había pasado por humillaciones y provocaciones del chico Malfoy, pero no tenía ninguna intención de vengarse tan cruelmente.
Estaba seria y sentía como una carga en su interior, pues aún no había recibido la tranquilidad del perdón que le había rogado a Draco. ¿Se la daría alguna vez?
Hermione miró a otro lado, mientras se mordía las uñas de su delicada mano. Siempre que estaba nerviosa, se mordía las uñas y meditaba en sus pensamientos durante largo rato.
Pero algo había interrumpido su habitual ritual, el chico había susurrado algo entre dientes y sin abrir sus grisáceos ojos.
Hermione depositó sus ojos a éste y se acercó, lentamente.
-Granger... Granger...- seguía susurrando éste, mientras agitaba su cabeza de un lado a otro. Parecía que estaba teniendo una pesadilla.
Hermione tomó la mano del muchacho y acarició la mejilla de su compañero, con mucha delicadeza y ternura.
-Lo siento... Perdóname- le susurró la joven, mientras lloraba.
Draco abrío, poco a poco, sus hermosos ojos y los depositó en la mirada de su compañera Gryffindor.
-Hola, Granger...- murmuró con una cálida sonrisa.
Hermione abrió, grandemente, sus castaños ojos y se alegró de verlo mejor.
-¿Cómo te encuentras?- dijo la muchacha, intentando secarse las lágrimas.
-Estoy bien... ¿Dónde está Pansy?- preguntó Draco, con una voz menos quebrantada.
-Ella quiso ducharse un momento, la voy a avisar- decía la joven, intentando incorporarse y dar con su compañera; pero éste la detuvo, sosteniéndola de la muñeca.
Hermione volteó para mirarle y se sonrojó al verlo tan serio. Se había sentado y aún no la soltaba. Ella entendió que no deseaba ver a Pansy, así que, volvió a tomar su asiento en aquel taburete.
-En Azkaban, me pediste que te perdonara. ¿Por qué?- murmuraba, muy serio y sin apartar su mirada de ella.
Mirada que intimidaba a la muchacha y que no le permitía retomar su carácter orgulloso y ligero que la caracterizaba.
-Me equivoqué contigo... Pensé que me habías utilizado para declarar a tu favor... Pensé en muchas cosas que no tienen coherencia ahora- respondió muy avergonzada.
Draco dejó de sostener la muñeca de Hermione, para dirigirla hacia el rostro de ésta.
-Entiendo que no te fiaras de mí... Pero, perdóname tú- decía, mientras alzaba la cabeza de la joven, para que le mirase.
-¿Por qué?- se extrañaba Hermione e intentando ocultar sus sonrojadas mejillas.
-Porque deseé odiarte... En Azkaban no pude ponerme en tu lugar, siempre me he metido contigo y es lógico que desconfiaras de mí- continuaba mientras apartaba su mano de ella y descendía su mirada con una sonrisa de vergüenza- No tengo nada que perdonarte, pero ¿podrías perdonarme?- concluyó ya mirándola.
Ella asintió con la cabeza y sonrió levemente.
-Por cierto, ¿por qué me besaste? Es decir, había otros medios para que confiara en ti...- se ponía algo nerviosa, pero lograba ocultarlo a la perfección.
-Era lo único que se me ocurrió, espero que no estés molesta por eso- rectificó éste.
La joven sintió una gran decepción en su interior, pues no esperaba oír esas palabras... Sin embargo, no le dio más vueltas y negó con la cabeza.
-No te preocupes, todo olvidado- finalizó con una sonrisa de indiferencia.
-Bien- respondió éste y volvió a recostarse, como pudo. Aún le escocía los latigazos en su costado.
Ella se levantó sin crear sospechas de que, estaba a punto de llorar sin saber el por qué y caminó hacia el exterior de la tienda. Solo le quedaban dos horas y pensaba en las amargas palabras que le había contestado Draco sobre aquel inesperado beso.
Se cubrió la boca con su blanquecina mano e intentaba no hacer oír su llanto, pues estaba avergonzada de lo tonta que se había comportado por algo así. ¿Acaso esperaba algo de Draco Malfoy? Negó con la cabeza y tragó, amargamente, el sollozo de su llanto.
No cesaba de andar de un lado a otro y meditando en qué hacer con lo que le estaba ocurriendo; sin embargo, no estaba sola. Alguien aparece y la descubre en el momento más inoportuno de sus sentimientos.
-¿Te ocurre algo, Granger?- decía una voz masculina que había tomado más fuerza para andar hasta la entrada de la tienda.
Hermione temía darse la vuelta y mirar hacia Draco, que aún mantenía su posición en la entrada.
-Granger, ¿qué ocurre?- insistía, preocupado pensando que podría tratarse de sus padres.
Sin embargo, cuando Hermione decidió mirarle y descubrió sus cristalinas lágrimas, pensó en todo lo contrario. Parecía saber de qué trataba.
-¿Estás bien?- temió al preguntar.
-Solo estoy asustada...- mintió.
-¿Asustada? ¿Por qué?- dudaba en silencio.
-El corte que tengo en mi mejilla, es de la garra de un tritón...- continuaba fingiendo- La poción que debo tomarme, la tienen Ron y Jessica. Si no la tomo dentro de dos horas...- enmudeció, pero el chico había entendido lo que quiso ocultar.
-¿Y no puedes elaborarla?- se preocupaba.
-No tengo los ingredientes aquí, es imposible. Solo puedo esperar- concluyó, secándose sus lágrimas.
Draco miró al suelo, pensativo y volvió a posicionar su mirada en Hermione. Entró en la tienda y parecía saber qué hacer, pero ella solo se quedó extrañada.
En ese momento, Draco vuelve a salir y vestido; aún se estaba terminando de abrochar su blanquecina camisa.
-¿Qué haces? Debes descansar- intentaba llevarlo hasta el interior de la tienda, pero él se resistía.
-Escucha, Granger. Tú querías una prueba distinta a la del beso y eso voy a hacer, quiero que confíes en mí. Quiero que me des una oportunidad- insistía, bastante serio.
Tan serio estaba, que había sorprendido a la muchacha que sostenía su brazo.
-Pero acabamos de llegar aquí... Tienes que descansar, aún sigues débil por lo de Azkaban- estaba muy preocupada por él.
-Lo sé, pero estoy seguro de que puedo dar con Weasley- había acabado de abrocharse la camisa y tomó la escoba de Pansy.
Hermione miraba de un lado a otro, estaba nerviosa y ya no sabía en qué pensar ni en qué sentir... Hace unos minutos, luchaba por autoconvencerse de que todo era una simple ilusión; pero Malfoy no se lo dejaba nada fácil.
Éste se posicionó en la escoba y, a punto estuvo de elevar la escoba, pero ella lo sostuvo de su brazo. Pero notó que, esta vez, era distinto el agarre y la miró con incertidumbre.
-Por favor, quédate- le susurró la joven y, sin ni si quiera pensarlo una sola vez, depositó sus labios en los del chico.
Draco se asombró, pues no esperaba semejante reacción y volvió a sentir los fuertes latidos de su descongelado corazón. Recordó la sensación que le produjo el rozar los labios de la joven Granger y no le disgustó, en absoluto.
Sintió una gran paz y felicidad indefinible... Entonces, ella finalizó el beso y lo miró con una mirada de ruego.
El joven Slytherin no comprendía lo que le estaba pasando, sabía que no era como antes, pero tampoco era como para volver a retomar aquel beso. No odiaba a Hermione, pero tampoco la había deseado de ese modo. Solo quería una oportunidad, pero esto le había desconcertado por completo y le costaba entender qué era lo que le ocurría.
-Si no viene en media hora, saldré en su busca- finalizó, intentando ocultar su asombro y con un tono seguro.
Ella asintió con la cabeza y descendió su mirada, pues acaba de darse cuenta de lo que había hecho, ¡volvió a besar a Draco Malfoy! Se puso nerviosa y se sentó delante de la tienda, pues necesitaba meditar.
El chico pudo ver cómo se sentía la joven, sin embargo, prefirió volver a recostarse. Temía por lo que estaba pasando, ¿sería por la situación? A lo mejor, es solo el momento oportuno y nada más... Draco meditaba en todas y cada una de estas teorías, como Hermione.
Puede que, debido a los acontecimientos recientemente ocurridos, los haya "juntado". Pero algo tenían claro y en común, nadie más sabría de semejante momento y se juraron así mismos en guardarlo para sí.
DRAMIONE |
DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER |
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