Temía en pensar sobre si se trataba del joven Potter y sus amigos, o solo era una mera coincidencia.
-¡Harry Potter!- llamaba, casi entrando por la enfermería. Sin embargo, poco pudo hallar, pues el chico no estaba y tampoco encontraban al resto de sus amigos.
Aberforth estaba atónito y preocupado, porque sabía que se habían metido en un lío bastante grande.
-Señor director, no encontramos a las señoritas Granger, Weasley y Simmons- murmuraba McGonagall, bastante preocupada.
-Y tampoco a los señores Weasley y Longbottom- añadía Horace.
El director tragó saliva y dirigía su mirada de un lado a otro, pues no sabía qué debía de hacer ni a quién acudir para que le ayudaran a buscar a esos jóvenes.
-Director, no encuentro a la señorita Parkinson y tampoco a la señorita Lovegood- concluyó la profesora Hooch.
Todos estaban preocupados y temiéndose lo peor.
-Tal vez, ellos no hayan sacado a los Malfoy... Solo habrán ido a...- intentaba dar con una teoría el profesor Horace.
-¡Oh, por favor! Es evidente, que se han ido a Azkaban y han sacado a los Malfoy- regañaba la profesora de vuelo.
Dumbledore corrió hacia su despacho, debía encontrar a los chicos e intentar solucionar el horrible problema que se les había venido encima.
Todos estaban con los nervios a flor de piel, ¿dónde estarían? ¿Por qué arriesgaron todo?
Aberforth tenía sus sospechas, pero ¿qué podía hacer? Apenas lo había visto llegar y, ahora, era demasiado tarde. De colmo, no sabía ni dónde estarían los jóvenes magos, ¿cómo encontrarlos?
Mientras tanto, en el pequeño escondite-refugio, Hermione reposaba un poco después de tomarse el remedio para el arañazo que le había propinado el viejo tritón.
Harry había llegado a tiempo, junto a sus amigos y había llegado el momento de buscar una solución, para su situación.
-¿Cómo se supone que vamos a librarnos de esta? Los dementores nos estarán buscando hasta la saciedad- se quejaba el joven Weasley.
-Sí, tienes razón, pero debemos de intentarlo- recalcaba Harry.
Draco estaba sentado en su cama, mirando a sus compañeros y acompañado por Pansy.
-Opino que permanezcamos aquí, solo por un corto tiempo. Luego, podríamos buscar otro lugar- añadía el joven Slytherin.
Todos estaban un poco incómodos, pues nunca habían tenido un tipo de relación con él.
-Es buena idea...- murmuró Neville, mirando hacia Harry.
El joven Potter asintió y se levantó de su asiento. Fue a dar con Hermione y ver cómo continuaba su buena amiga.
-¿Cómo te encuentras?- decía mientras se sentaba al lado de ésta.
Ella miró hacia él y le dedicó una tierna sonrisa.
-Estoy mucho mejor, pero no podemos quedarnos aquí para siempre. En la escuela, seguro que sabrán que hemos sido nosotros- susurraba Hermione, algo preocupada.
-Tú solo descansa, mañana lo analizaremos más a fondo. Por cierto, ¿dónde están los padres de Malfoy?- se extrañaba, mirando de un lado a otro.
Ella tragó saliva y miró a otro lado, bastante preocupada.
-¿Hermione?- se temía lo peor.
-No hemos podido sacarlos de la prisión. No estaban en la misma celda que él y no había tiempo de buscarlos...- se lamentaba aún más.
Harry la tomó de la mano y logró calmarla. Sabía que no era su culpa, pues ella no podía hacer nada al respecto... Harry se sentía mal, porque no comprendía qué era lo que le pasaba ni tampoco sabía qué hacer.
-Espera, pero, Hermione... En el periódico aparece que, la familia Malfoy, ha escapado de Azkaban. No solo salió Malfoy, sino también sus padres- recordó el chico, pero en voz baja.
Hermione intentó incorporarse, levemente, y miró a su amigo.
-¿Cómo?-.
-No lo sé, pero alguien más quiso salvar a los Malfoy- murmuró éste.
¿Cómo era posible? ¿Quién más iba a salvarlos?
Hermione no recordaba a alguien más, Jessica estaba con Ron y Pansy estaba en la entrada de la celda, sosteniendo al gigantesco troll.
Harry, Ginny, Luna y Neville, estaban en Hogwarts... ¿Quién más querría ayudar a los Malfoy?
Draco miraba, de reojo, a Harry con Hermione. Aún se sentía incómodo por lo que había pasado esa tarde entre ellos, sin embargo, no le había dirigido la palabra a la chica para hablarlo. La razón, no saber qué era lo que pasaba exactamente.
Tal vez, no sintiera nada por ella o puede que sí; ¿qué había cambiado? De acuerdo que, él y Hermione, no tuvieran nada y que no había ninguna empatía entre ellos... Pero jamás hubieran llegado tan lejos, como para besarse.
¿Qué sentía, exactamente, por ella? Aún no tenía muy claro lo que estaba pasando en su interior y tenía miedo de que pudiera averiguar qué era.
Pansy notaba extraño al chico, pero no se atrevía a cuestionarle nada y mantuvo el silencio largo rato.
Desde que había pasado aquel "incidente" con la joven Granger, éste no quiso hablar con nadie, solo deseaba quedarse en silencio.
Nadie más sabía lo ocurrido, pero todos notaban cierta tensión en aquella acogedora tienda.
Ron fue hacia su querida compañera y acarició su mejilla, dulcemente.
-Lo siento, Hermione, no pude llegar antes...- se lamentaba.
-Oh, vamos, Ronald. Todo ha salido bien- alentaba ésta, con una preciosa sonrisa.
Ron sonrió, correspondiendo la sonrisa de ésta y no se apartó de su lado desde entonces.
Ginny miró, con ternura, a su hermano y a Hermione. Estaba contenta de que estuvieran tan bien y dedicó una mirada a su pareja, Harry.
Éste se sentó a su lado y tomó su mano.
-Ginny, perdona que te haya metido en este lío- murmuró.
-Harry, quiero ayudar-.
-Lo entiendo, pero no quiero que te pase nada malo-.
-No pasará nada, de veras- alentaba con una simpática sonrisa.
Harry sonrió, levemente, y ella se dedicó a mirar sus verdosos ojos.
-Vaya, formáis una pareja estupenda- interrumpió Jessica con una sonrisa.
Harry dejó de mirar a Ginny y asintió, de agradecimiento; pero la joven Weasley, no se sentía nada a gusto, teniendo a Jessica con ellos.
La noche era larga y aún existía tensiones entre ellos, ¿podrían sobrellevarlo todo? La convivencia era algo duro de digerir, pero no tenían otra opción.
Los problemas habían comenzado desde ese mismo momento, en esa misma noche; pero no todo quedaba ahí. Pues, en la antigua casa de la familia Riddle, Lucius estaba preocupado por cómo había salido su plan.
-¡¿Cómo puedes ser tan estúpido?!- gritaba, mientras daba un fuerte golpe a la mesa del comedor.
-¡¿Estúpido?! ¡Escucha, Malfoy, he hecho todo lo que me has dicho y si, tu hijo, ha sido tan idiota como para irse con esos chicos...!- intentaba defenderse Redforth, pero Narcissa le interrumpió.
-¡No metas a mi hijo en esto, Richard!- le señalaba.
Éste hizo una mueca y miró a otro lado.
-Está bien, daré con él. Ahora, confiad en mí y dejad que lo haga a mi manera, ¿entendido?- decía con una mirada desafiante.
Los Malfoy tragaron su orgullo y no objetaron nada más, sabían que todo dependía de él.
Todo comenzaba a girar, pero no parecía ir para bien...
DRAMIONE |
HARRY |
HERMIONE Y RON |
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