miércoles, 9 de enero de 2013

18. La difícil entrada a Azkaban.

El sol comenzaba a despedirse desde el lejano horizonte y dejando paso a la blanquecina luna.
Los cuatro jóvenes comenzaron a prepararse para sumergirse en las heladas aguas de la prisión y rescatar a la prestigiosa familia Malfoy.
Tomaron sus baritas y conjugaron un hechizo que les permitiera permanecer, durante un plazo de tiempo, bajo el agua. Era una especie de casco, con el que podían respirar bajo el agua... No duraría mucho tiempo, pero sería lo suficiente para poder encontrar el pasadizo que los adentrara en la horrible prisión.
Una vez sumergidos bajo las profundas aguas, nadaron hacia el islote que mantenía dicha prisión.
Jessica nadaba bastante ágil, sin embargo, decidió detener su buen rumbo y dejar que sus compañeros la adelantaran.
Hermione la miró extrañada y se detuvo al lado de ésta; sin embargo, la muchacha solo negó con la cabeza e hizo un gesto para que continuara su camino.
La joven Granger no entendía qué era lo que estaba haciendo, hasta que miró los pies de la muchacha... Mutaban de tamaño y de color.
Sus delgados pies se estaban alargando y uniendo como una aleta, el blanquecino color que lucía sus esbeltas piernas, se tornaron a un color verde y lleno de escamas.
Hermione la miró sorprendida, pero lo que más llamaba su atención eran los cortes que se formaban bajo las orejas de la muchacha.
Entre los dedos de sus delicadas manos, comenzaban a aparecer una piel que unía los dedos... También verde y escamoso... Jessica era una sirena, pero ¿cómo? Era imposible que, una sirena, pudiera ser humana y mago...
La joven Simmons miró, avergonzada, a Hermione y nadó velozmente hacia el islote.
La castaña intentó nadar lo más rápido que podía, pero no tenía la misma agilidad que su nueva amiga.
Finalmente, consiguió llegar hasta el islote. Todos estaban buscando una entrada o algo que destacara entre tanta piedra y coral... Tenían muy poco tiempo para sus burbujas mágicas y para liberar a los Malfoy.
Hermione intentaba recordar las palabras de su mejor amigo, Harry.
-Hay una pequeña entrada bajo la prisión... Pero no te confíes del que la custodia, debes ser más lista que él- recordó aquellas palabras que le había susurrado el joven Potter.
La muchacha descendió un poco más y, en un pequeño hueco, halló la cueva que los adentraría a Azkaban; sin embargo, estaba protegida por un extraño ser. Tenía el rostro como el de un gnomo, pero llevaba una cola de sirena...
Su piel era azul celeste y sus ojos eran medianos y de color negro.
Apenas tenía pelo, parecía ser muy mayor.
-Vaya... Una bruja, ¡cuánto tiempo sin ver semejante cosa!- se sorprendía dicho ser, sin apartarse de la entrada.
-Disculpe, yo no sé qué es usted- murmuró Hermione, intentando darse prisa, porque no llevaban mucho tiempo.
-Oh, perdóneme... Apenas recibo visitas y me olvido de presentarme. Mi nombre es Allgus y soy un tritón- decía con una voz bastante ronca.
-Vaya... Un tritón. Es la primera vez que conozco a uno- intentaba simpatizar la joven.
-¿Y vuestro nombre, joven bruja?- alargaba más el tiempo.
-Alicia... Alica Lewis- mintió, pues no se fiaba de éste como le había dicho su buen amigo.
-Alicia Lewis, hermoso nombre. ¿Qué le trae por estas aguas, lady Lewis?- dijo con un rostro malévolo.
-He venido para visitar a un amigo- continuó mintiendo.
-¿Visitar? Perdóneme que discrepa, mi lady, pero no se permiten vistas. En Azkaban, no hay privilegios para los prisioneros- burlaba éste.
Tenía unos dientes pequeños, alineados y afilados.
En sus manos se podía apreciar sus alargadas y puntiagudas uñas.
-Debo pasar- insistía la joven.
-¿Qué me dais a cambio?- tentaba dicho ser.
-¿Dar a cambio?- Hermione estaba preocupada, pues no sabía cómo engañar al tritón.
-Sí. Mis labios sellaré y la entrada os permitiré, si un detalle me dejareis- decía mientras se aproximaba a la muchacha.
-¿Qué es lo que quiere?- preguntaba, intentando disimular su miedo por semejante ser.
-Vuestra belleza me impresiona y vuestros ojos me atraen... Quiero guardaros como tesoro, si os quedáis, yo os dejaré entrar- decía con una burla en sus labios.
Hermione estaba más asustada y le quedaba muy poco tiempo.
-¿No queréis otra cosa? No puedo quedarme bajo el agua... No soy del mar- intentaba cortar el momento amargo.
-Si yo os mordiera, seríais parte del mar y MÍA- casi parecía gruñir de ansias.
-Lo siento, pero no puedo daros eso. Pedid otra cosa- insistía Hermione.
-¡NO! ¡VOS SOIS LO QUE QUIERO Y, LO QUE QUIERO, ESO TENGO!- exclamó mientras se abalanzaba hacia el rostro de la joven.
Hermione fue rápida y tomó su barita.
-¡Inmovilus!- conjuró la muchacha y un fuerte destello llegó hacia el cuerpo del horrible tritón.
Había inmovilizado a Allgus y la entrada estaba desocupada.
La joven guió a sus compañeros hacia la entrada y consiguieron pasar la primera fase de las trampas que inundaba dicha prisión.
Salieron de las horribles aguas y se encaminaron por el asolado pasillo oscuro de la entrada subterránea.
Debían encontrar la entrada a los pasillos que conducían a las celdas, pero sabían que no era nada fácil. Tenían unas pocas horas y aligeraron su paso.
Hermione iba delante, mirando cada detalle. Intentaba averiguar algo que pudiera delatar el escondite de dicho pasadizo.
-Lumos- murmuró la joven y, de su barita, nació un pequeño destello de luz.
Le servía como luz de guía, por el oscuro pasillo. Todos imitaron a su castaña compañera.
-No tenía ni idea de que fueras una sirena- susurró Ron a Jessica.
Estaba algo sorprendido.
-Bueno... No es algo que se pueda decir tan a la ligera...- decía tímidamente la muchacha y con una preciosa sonrisa.
-¿Aún falta mucho?- se quejaba Parkinson dirigiéndose hacia Hermione.
Pero cuando miró al rostro de la joven, se apartó.
Estaba asustada al ver a su rival.
Hermione la miró dubitativamente y temió que, el tritón, la haya maldecido con algo.
-¿Qué ocurre?- preguntó Hermione, sin apartar sus ojos de la joven Slytherin.
-¿Qué te ha pasado en la cara? Tienes mucha sangre en la mejilla izquierda- contestó la muchacha.
-¡¿Cómo?!- se preocupó el joven Weasley.
Hermione palpó, con sus delgados dedos, su mejilla y comprobó lo que le había dicho Parkinson.
Era cierto, había sangrado bastante... A lo mejor, le había arañado con alguna de aquellas alargadas uñas.
-Cielos, Hermione...- se angustiaba Ron, al ver a su pareja herida.
-Estoy bien, solo ha sido un corte de nada- intentó tranquilizar la joven Granger.
-Hermione... Necesitas una poción Sanies Pelagus; sino, morirás...- decía, algo preocupada, Jessica.
-Pero... No tenemos ninguna poción de esas aquí... ¡¿Qué vamos a hacer?!- se preocupaba mucho más Ron.
Hermione luchó por conseguir mantener la calma y meditó en la situación donde se encontraban en estos momentos.
-Jessica, ¿cuánto me queda?- murmuró ésta.
-Te quedan como unas cuatro horas... Más o menos- respondió.
-¿Cuánto se tarda elaborando esa poción?- continuó Hermione.
-Solo unos minutos... Los ingredientes son sencillos. Solo necesitas raíz de Cisus, escamas de salmón, dos gotas de poción multijugos y 1/2 litro de agua de mar- concluyó la muchacha.
Hermione asintió, levemente, y continuó su camino hacia el pasadizo.
-¡Hermione, ¿es que no la has oído?! Tienes que tomarte esa poción- obligaba Ron, muy preocupado.
-¡Ahora no tenemos tiempo para eso, Ron! Necesitamos encontrar a los Malfoy y salir de este lugar- intentaba convencer la joven.
-Hermione, podrías morir... ¿Qué sentido tiene eso? Podemos hacer la poción y continuar con la búsqueda de los Malfoy- insistía éste.
-Con solo buscar los ingredientes, podemos estarnos varios minutos... Tendríamos que dividir el trabajo. Somos cuatro y el tiempo es justo- continuaba la muchacha, un poco más calmada- Harry me ha dicho cómo debemos penetrar en la celda de los Malfoy, pero solo tengo cuatro horas... Deberías ayudar a Jessica con la poción y que, Parkinson, me acompañe-.
-¿Por qué tengo que quedarme? Parkinson debería ayudar a Jessica- se quejaba Ron.
-Porque, yo, quiero ver a mi prometido- dijo, muy desafiante, Pansy.
Esas palabras le habían dolido a Hermione, pero mantuvo distancias e intentó centrarse en lo que estaban haciendo.
Ron miró, preocupado, a la joven Granger y asintió.
Las dos jóvenes iban a emprender su camino, cuando volvieron a detenerlas.
-Hermione, ten cuidado y... Cuando tenga la poción, te la enviaré- murmuró Ron, aún triste.
La joven le dedicó una tierna sonrisa y continuó su camino.
Jessica tomó, del brazo, al joven Weasley y corrieron en busca de los ingredientes para dicha poción.
Aún tenían algo de tiempo, aunque no era suficiente... Hermione se limpiaba la mejilla con un blanquecino pañuelo que llevaba en su pequeño abrigo.
Estaba decidida a encontrar a Draco Malfoy y disculparse por cómo le había tratado. Algo, en su interior, la hacía preocuparse por su compañero Slytherin y solo deseaba volver a verlo.
Deseaba, con todas sus fuerzas, volver a ver a ese chico que tanto la había humillado.
Pero, ¿éste sería capaz de perdonarla?

DRAMIONE

PASADIZO AZKABAN




No hay comentarios:

Publicar un comentario