Hermione estaba en la cocina, en una pequeña silla y con los ojos cansados de llorar. Ginny no se había apartado de su lado y ya no hallaba palabras para intentar reanimar a su compañera y amiga.
La mañana se abría camino con los débiles rayos del cálido sol y Harry había permanecido en los escalones de la chirriante escalera.
Ron no le abría la puerta a nadie, ni si quiera a su mejor amigo.
Draco, por otro lado, se hallaba solo y sin consuelo en aquel antiguo sillón. Reflexionaba en todo lo que había hecho. Había dañado a la chica que le había salvado la vida en dos ocasiones, tanto en Azkaban como en manos de Ronald Weasley.
Harry Potter se había portado muy bien con él, al igual que los demás... Salvo Ron.
¿Por qué confesó algo tan íntimo como lo de aquel beso? Cuando gritaba que se habían besado, su corazón había latido como nunca antes. Sí, es cierto que había sentido sentimientos extraños desde el interior y, el exponerlo ante todos, le había hecho revivir aquellos sentimientos indescifrables para él.
Pero, ¿por qué confesó algo así? Podrían haberle echado en cara que besó a una sangre sucia, ya que, era la mayor humillación para un sangre pura como él.
Aunque, en ese momento de reflexión, sintió como que no le importaba en absoluto. ¿Y qué si la besó? ¿Qué más da que sea de familia muggle?
El joven Slytherin sintió un peso en su interior, ¿acaso deseaba confesárselo a todos? ¿Lo deseó porque había significado algo para él?
Pero, lo que más impactó su inquietante y descongelado corazón, fue la intervención de la joven Granger. Cuando le protegió del mortal hechizo y verla llorar de dolor... Harry también le protegió de los golpes que quiso darle el pelirrojo compañero, por no hablar del sacrificio que habían hecho todos por sacarle de Azkaban.
Todos se habían portado bien con él y fueron amables, sin importar todos los males que les hizo.
¿Por qué y por qué? Se preguntaba interiormente.
En ese momento, una dulce voz femenina interrumpió aquel sepulcral silencio.
-Deberíamos de comprar algo de comer... Hermione no pudo recoger la tienda y nos hemos quedado sin alimentos- murmuró Ginny, desde el centro de la casa y mirando hacia Harry.
-Claro... Intentaré hablar con Ron...- decía, con voz apagada.
-¿No te ha abierto la puerta?- se sorprendía la muchacha.
-Ni si quiera contesta... Realmente, está muy enfadado- concluyó mientras se incorporaba para volverlo a intentar.
El joven Potter se acercó a la puerta, por décima vez e intentó convencer a Ron para que saliera; pero no consiguió nada. El mismo silencio y la misma ignorancia.
-¿Y bien?- preguntaba Ginny, esperanzada.
-Nada, lo mismo que antes- decía mientras bajaba las escaleras hasta llegar a Ginny.
La joven estaba preocupada por su hermano y comenzó a llorar de impotencia.
-Todo ha sido por tu culpa. ¿Ya estás contento?- acusaba la joven Weasley, mirando con ira a Malfoy.
Él la miró apagado y volvió a descender su mirada.
-Ginny, será mejor que vayas con Hermione... Dejaremos a Ron aquí, pero no quiero dejarlo solo...- murmuraba, intentando que la cosa no fuera a mayores.
Ella lo miró y asintió.
-Potter, podéis ir tranquilos. No me llevo bien con todos, así que, me quedo y problema resuelto- decía con una voz muy distinta a la de aquella mañana. Ya no era orgulloso ni tampoco desafiaba a nadie, parecía ser sincero.
-Verás, Malfoy, no es por ofenderte pero...-.
-Te garantizo que todo estará tal cual lo habéis dejado. Tranquilo, Weasley no sabrá que estoy aquí- insistía, con una mirada apagada y llena de sinceridad.
Harry no estaba muy seguro de lo que iba a hacer, solo esperaba que fuera un milagro...
-Harry, no... Ni se te ocurra- decía Ginny, acompañada de Hermione.
La joven Granger bajó la mirada e ignoró la conversación.
-Pero Ginny, no puedo dejar a Ron solo... Él necesita su momento a solas y yo querré animarlo- continuaba murmurando- Y Hermione no puede quedarse... Tampoco tú, porque estás bastante nerviosa y necesitas airearte...-.
Había logrado convencerla, salvo por un pequeño detalle.
-¿Y qué pasa con él?- señalaba, con la mirada, a su compañero Slytherin.
-Él se quedará por los alrededores. Ron no tiene por qué saber que, Malfoy, se quedará- casi no parecía ni creérselo él mismo.
Ella miró a Draco, casi como queriendo desafiarlo y se acercó unos pocos metros.
-Más te vale que no pase nada, gracias a vosotros, he perdido un hermano y no deseo que vuelva a pasar lo mismo- concluyó y salió de la casa.
-Confío en ti, Malfoy...- dijo Harry, mientras tomaba de la mano a su amiga Hermione.
Ella le dedicó una última mirada a Draco, pero éste no se percató de ello.
Caminaban a paso ligero, buscando algún sitio donde poder comprar las provisiones que necesitaban.
-Ginny, quiero disculparme...- susurraba Hermione.
Las dos chicas iban siguiendo a Harry, en unos pequeños metros alejadas de él.
-¿Por qué?- no entendía la pequeña Weasley.
-Debí de haber contado lo de... Ya sabes. Ron está en su derecho, digo, de ponerse así- confesaba, muy avergonzada y triste.
-¿Cómo? ¿Le has besado?- le costaba creerlo.
Hermione no supo cómo reaccionar ni tampoco qué decir.
-Fue él quien lo hizo y no me lo esperaba. Nunca pensé que fuera a hacer algo así, porque ya sabes cómo soy para él- intentaba defenderse- Y no quise hacer daño a Ron con esto, por Harry... Él sabe lo que le pasa y, por eso, lo mantuve en secreto-.
Ginny suspiró muy indignada y negó con la cabeza.
-Es increíble, ¿hasta dónde llegará ese imbécil?- murmuró.
Hermione no objetó nada más, miró hacia el frente y reflexionó en lo que acababa de hacer.
Se sentía culpable, pues ella también había besado a Malfoy en el campamento y, lo peor de todo, había sentido algo. Podría decirse que le había gustado, como cuando la tomó de la mano para sacarla de los dementores.
Se había insultado así misma, llamándose culpable por no haber dicho toda la verdad; pero no pudo decir nada más. Habían llegado a un pequeño mercado de la zona.
Las calles estaban desiertas y no transitaba ningún vehículo. Los tres jóvenes no se separaban de sus baritas, que llevaban escondidas, y se adentraron a comprar lo necesario.
Las puertas mecánicas dejaron paso a los chicos y, éstos, se asombraron al no encontrar a nadie en aquel lugar.
-Qué raro... A esta hora del día y no hay nadie- susurró Hermione a sus dos amigos.
-No importa, aprovechemos para comprar y ya está- continuaba en voz baja, Harry- No quiero dejar solo a Ron con Malfoy-.
No se separaron para comprar, si iban a ser atacados, debían de estar juntos.
Tomaron lo necesario, varias botellas de agua, cereales y snacks... Compraban lo que creían necesario y lo justo para unos días, hasta que estén en un lugar más seguro.
Llegaron a la caja registradora, pero no había nadie y dudaban de que hubieran empleados allí.
-¿Hola?- alzó un poco la voz el joven Potter.
-¡Un momento, por favor!- se oyó una voz femenina al fondo y algo amigable.
En ese momento, del silencio que abundaba en aquel supermercado, aparece una dependienta de estatura media.
Vestía con una blusa blanca algo ajustada, con pantalones largos rojos y zapatos blancos.
-Buenos días y bienvenidos, ¿en qué puedo ayudarles?- decía con una sonrisa amplia.
Parecía tener unos cuarenta años, con ojos azules, piel blanca y pelo negro como la noche.
Llevaba el pelo recogido con un moño muy distinguido y aún daba más miedo cuando sonreía con aquel pintalabios rojo intenso.
-Solo queríamos comprar esto...- señalaba Harry, mientras alzaba levemente sus manos con sus provisiones.
-Oh, entiendo- decía con una voz algo chillona y con la misma sonrisa.
En su blusa, llevaba una pequeña placa plateada y con su nombre escrito en negro: Clarie John.
-Son 20 libras, gracias- dijo sin dejar de sonreír.
Harry pagó y tomó las pequeñas bolsas, Ginny y Hermione también llevaron una cada una.
Pero, antes de dejar el desierto mercado, Clarie John tomó la mano del chico.
Éste giró, de inmediato, y la miró.
-Vuelve al principio, Harry... Y no te fíes del traidor...- susurraba como serpiente y con una voz irreconocible.
Sus ojos estaban abiertos por completo y había dejado de sonreír.
-Pe... Perdone... ¿Cómo supo mi nombre?- decía Harry, con miedo en sus verdosos ojos.
-Soy tu amigo, Harry... Soy tu amigo... Cuídate del mentiroso, no confíes en sus palabras... Vuelve al principio- decía, aún más cerca del rostro de Harry.
En ese momento, Clarie suelta su mano y mira hacia la caja registradora.
El chico mira su mano, aún tenía las marcas de la mano de la dependienta y tragó saliva. Estaba temblando y aún no lograba descifrar lo que le acababa de decir.
-Disculpe, ¿qué quería decir con volver al principio?- preguntaba Hermione, con cierto temor por lo que acababa de pasar.
¿Quién sería, realmente, Clarie?
-¿Perdone? No entiendo lo que quiere decir- era la misma dependienta, con el mismo tono de voz chillón y esa horrible sonrisa.
-Nos lo acaba de decir usted...- se quedaba perpepleja, Ginny.
La dependienta miraba, extrañada a los tres jóvenes. No parecía saber de lo que hablaban y negó con la cabeza.
-Yo solo os he dicho adiós y que vuelvan pronto- seguía con esa sonrisa.
Los chicos sonrieron levemente y salieron del mercado.
Estaban absortos con lo ocurrido y no podían explicarse la razón de lo que les acababa de pasar.
-¿A qué vino eso? ¿Sería Voldemort?- preguntaba Ginny.
-Lo dudo, Voldemort no atentaría contra sí mismo- respondía Harry, mientras caminaban apresuradamente hacia la casa.
-¿Y quién sería el traidor del que habla?- preguntaba Hermione, intentando enlazar lo que habían oído.
-Es evidente que hablaba de Malfoy, ¡ese imbécil! Y lo hemos dejado con mi hermano...- se ponía más nerviosa.
Hermione no creía que fuera él y no era para defenderlo; estaba claro que sería muy evidente el culparlo a él. Tendría que ser alguien en quien ellos confiarían... ¿Sería Jessica, como hablaba Ginny esta mañana? Fuera quien fuera, Hermione prefirió mantenerlo en silencio, al menos por ahora.
-Esperad, cuando hablaba del principio... ¿Se refería a volver a Hogwarts? Es decir, cuando me enfrenté a Voldemort la primera vez...- continuaba Harry, deteniendo su paso para reflexionar- Pero, no podemos volver allí. Nos cogerían y podríamos acabar en Azkaban-.
-¿Y si fuera mucho antes de eso?- pensaba Hermione.
-¿Antes de eso? ¿Te refieres, cuando Tom estaba en el orfanato?- recordaba Harry.
-No, antes... Cuando el director fue al orfanato, ¿qué había ocurrido antes de eso?- preguntó Hermione, con esa sonrisa de haber hallado la respuesta.
-No lo sé... Yo solo sé que estuvo en un orfanato...- negaba Harry.
-Exacto- le interrumpió la castaña.
-Pero, ¿por qué? ¿Qué importancia tiene eso?- Ginny no acababa de entenderlo.
Los dos jóvenes enmudecieron, no sabían la razón.
-No lo sé, pero si dijo que hay que volver al principio...- decía Hermione.
-Deberá ser el principio de la vida de Tom...- continuaba Harry.
-Y que acabó siendo Voldemort- concluyó Ginny.
Sabían lo que debían hacer, el por qué y para qué, no estaba muy claro; pero es su única pista.
A varios metros, el joven Slytherin aún estaba sentado en aquel polvoriento sillón y pensando en todo lo ocurrido; pero, había oído a Ron.
El pelirrojo se había dignado a aparecer.
-Maldito Weasley... En buen momento...- gruñía entre dientes y en voz muy baja.
Draco tomó su barita y se pegó hacia la pared de la sala. No quería pelear con su compañero Gryffindor, pero debía de estar preparado para defenderse.
-¿Harry? ¿Ginny? ¿Dónde estáis?- preguntaba éste, mientras bajaba las escaleras.
Malfoy estaba nervioso, no deseaba tener problemas con él... Y menos como habían llevado esa mañana.
En ese momento, y como milagro caído del cielo, aparecen los tres jóvenes restantes.
Draco suspiró aliviado y guardó su barita.
-Harry, ¿os habíais ido sin mí?- dijo Ron, al acabar de bajar las escaleras.
-Lo siento... Quería decirte que vinieras, pero no contestabas y no quise dejarte solo...-tragó saliva- Por eso, Malfoy, se quedó-.
El pelirrojo no lo miró, pero tampoco se quejó. Actuó con total indiferencia.
-Por cierto, debemos de contaros algo- decía Harry, mientras los llevaba hasta la pequeña cocina.
Una vez dentro, todos tomaron asiento y escucharon lo que les contaba el joven Potter; pero no dijo nada del traidor. Temía que, Draco, escuchara sobre eso y entorpeciera a los demás.
-Espera, ¿dices que tenemos que ir al orfanato donde estaba Quien tú ya sabes?- Ron no parecía muy por la labor.
-Sí, allí podremos encontrar algún documento que nos diga algo sobre su pasado, su familia... Algo- detallaba Harry.
-¿Y por qué no vais a la mansión Riddle?- murmuró Draco, desde la entrada y de pie.
Mantenía cierta distancias con ellos, porque sabía que ya no podían confiar en él.
-¿A la mansión de los Riddle?- se sorprendía el joven Potter.
-Sí, ¿qué mejor lugar para buscar que en su casa?- insistía Draco. Tal vez, estaba echando a perder los planes de sus padres y todo lo que era llevarle la contraria a Lord Voldemort; pero quería ser libre y, si Harry Potter, era su billete a la libertad, quería colaborar con ellos.
-Pero no sabemos dónde está su casa- confesaba Ginny, mirando hacia Harry.
-Yo sí- dijo Draco y tragó saliva.
Todos miraron hacia él, ¿cómo es posible que sepa dónde vivía Voldemort?
-Está más que claro que es una trampa- reía Ron, sin mirar a su compañero Slytherin.
-Tal vez sí, tal vez no. ¿En qué me beneficia a mí el engañaros? ¿Acaso no dije lo que le pasaba a Potter?- se imponía más el chico.
-Vas muy de prepotente, Malfoy...- amenazaba Ron, ya mirándolo.
Pero, Harry toma a su amigo del hombro, para detenerlo.
-Malfoy, ¿podrías llevarnos?- murmuraba Harry, intentando confiar en él; aunque le costaba.
Éste asintió y salió de la cocina.
-Harry, no podemos confiar en él. Recuerda las palabras de la...- susurraba muy bajo Ginny.
-Lo sé, pero si es verdad que sabe algo...- la interrumpió.
Nadie dijo nada más y se prepararon para encaminarse hasta la mansión Riddle.
Draco sentía pánico en su interior, ¿qué ocurriría si, Voldemort, venciera? Podría morir de una muerte horrible... Sin embargo, quiso mantener la esperanza y confiar en sus compañeros.
Siempre había cometido errores y los había torturado de múltiples formas, pero quiso rectificar y volver a empezar de cero. Sabía que algo debían de hallar en aquella casa, no sabía el qué exactamente, pero algo debía de encontrar.
Comenzó a recordar la conversación que mantuvieron sus padres con Redforth, acerca de algo que había dejado Voldemort en aquella mansión la última vez que estuvo en aquel lugar.
Sabía que lo encontrarían, el qué, pues no lo tenía muy claro; aunque, tampoco quiso confesar nada de esto. No quería involucrar a sus padres en todos estos problemas.
Eran sus padres a fin de cuentas.
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