lunes, 28 de enero de 2013

24. División.

La mañana comenzaba a abrirse camino en el pequeño refugio de los jóvenes magos y todos empezaban a tomar energías, para afrontar el nuevo día que les quedaba.
Harry estaba durmiendo, había pasado una noche bastante amarga y Ginny tampoco había podido descansar lo suficiente. La pequeña Weasley se había dejado dormir, al poco tiempo que el joven Potter había sido vencido por el sueño.
Ron miraba, con dolor, a su hermana y a su mejor amigo. ¿Qué podía hacer por ellos? No era muy listo ni tampoco tenía todo a su alcance, pero tenía iniciativa y deseos de hacer algo; al menos, de abrir la boca a Draco Malfoy.
De vez en cuando, miraba al joven Slytherin y seguía meditando en lo mismo, ¿por qué no colabora con ellos? Le habían salvado la vida y nadie se metía con él... ¿Acaso no puede valorar eso? Mientras, Ron, seguía mirando a Draco y pensando en estas cosas, la joven Granger apareció ante sus ojos.
La castaña estaba preocupada por su mejor amigo y por ellos mismos, algo debían de hacer y tenía que ser ya.
-Malfoy, por favor... Sé que te costará o puede que sepas muy poco, pero Harry es el mejor amigo que he tenido y me duele verle así- continuaba con unas cansadas lágrimas en sus ojos- Solo te pido que me digas lo que sabes, aunque solo sea una cosa insignificante... Por favor-.
Draco tragó saliva, tomó asiento e intentó esquivar la mirada de la joven.
Tenía miedo de decir lo que sabía, ¿cómo hacerlo sin parecer lo que no era? Tardaba en responder y no sabía si hacerlo.
-Entiendo... Perdona, pensé que podrías cambiar- murmuró la joven, con un tono dolido y decepcionada.
Se había dado la vuelta, para ir hasta su amiga Luna Lovegood; pero éste se levantó de su asiento.
Aquellas palabras eran un afilado puñal y no quiso que, ella, lo mirara con aquellos ojos. Un momento, ¿no quería que, Hermione, lo mirase de aquella forma? ¿No deseaba que, la joven, le dijera aquellas palabras? 
-Granger- dijo, algo entrecortado.
Todos miraron hacia Draco, no había dicho una palabra en todo el día de ayer y actuaba bastante raro; ahora que había hablado, se habían sorprendido grandemente.
Hermione actuó como un resorte y miró, de inmediato, al joven Slytherin.
Draco tragó saliva y respiró algo entrecortado.
-¿Sí?- preguntó la joven, muy esperanzada.
-Lo que le ocurre a Potter es que... Es que es el sucesor de Lord Voldemort- miraba a los ojos de ésta.
Draco había hecho lo que jamás hubiera pensado hacer... Podría haber dicho otra cosa, tal vez alguna invención, todo menos haberse arriesgado a decir algo tan peligroso como eso.
Todos estaban atónitos y Neville se levantó, bruscamente, de su asiento.
-¡¿Qué estás diciendo?! ¡Hemos estado aquí, cuidando del nuevo sucesor de Voldemort!- temía Longbottom.
-¡No, Harry es nuestro amigo! ¡Este asqueroso Malfoy es un mentiroso!- desafiaba Ron al coger del suéter al joven Slytherin.
Draco empujó a Ron, estaba harto de él y sacó su barita. Apuntó en contra del pelirrojo y lo miró con más odio que nunca.
-¡Tú querías que hablara, ¿no?! ¡Pues ya lo he hecho y no me vuelvas a tocar, asqueroso Weasley!- seguía apuntando hacia él.
Ron estaba furioso, ¿cómo se atrevía a hacer algo así? 
-¡Desde que te sacamos de Azkaban, solo has amargado nuestra existencia, maldita serpiente!- tomó su barita y apuntó hacia su adversario.
Harry y Ginny se levantaron sobresaltados, no sabían qué era lo que estaba pasando.
Parkinson tomó su barita y también apuntó a Ron.
-¡Déjame, Pansy, esto es cosa mía!- gruñó, entre dientes, el chico Slytherin.
Parkinson nunca había visto a Draco de ese modo, en ese momento tuvo miedo y obedeció sin rechistar. Guardó su barita y se apartó, sin dejar de mirar al que creía como su prometido.
-¡Ron, Malfoy! ¡Por favor, dejadlo ya!- decía Hermione- Debemos ayudar a Harry y solo estamos perdiendo el tiempo así...-.
Ron miró hacia su compañera y bajó su barita, Draco no tardó en hacer lo mismo.
Sus miradas cambiaron, sabían que eran enemigos y que pronto llegaría el momento de arreglar sus problemas; pero aún no había llegado.
-¿Qué ocurre?- murmuró Harry, intentando incorporarse en aquella cama.
Todos sus amigos miraron hacia él, con tristeza y dolor. No hacían falta palabras para que, Harry, pudiera tener una ligera idea de lo que le pasaba.
Ginny también había leído sus miradas, algo malo le pasaba al chico que más amaba desde que le conoció y se levantó de su silla.
-¿Qué pasa? ¿Por qué os estabais peleando y qué le pasa a Harry?- Ginny sabía que todo se debía a él.
Ron bajó su mirada e intentó decir algo, pero solo lograba decir palabras sin sentido: bueno... Verás... Es que...
Luna tampoco podía decir nada, era la primera vez que no tenía una respuesta de ánimo y aliento.
-¡He dicho que qué ocurre! ¿Nadie piensa contestarme?- se angustiaba más, pues se temía lo peor.
Hermione, por una vez, no tenía ni idea de qué hacer o qué decir.
Sin embargo, Harry, parecía haber entendido cuál era el problema.
-Es Voldemort, ¿verdad?- sus verdosos ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero no dejaba que éstas salieran aún. Intentaba mantenerse fuerte.
La joven Weasley miró al joven Potter, ¿cómo era posible eso? Voldemort había muerto, todos lo sabían y lo habían visto morir. Era imposible que eso fuera posible.
-Eso... ¡Eso no es verdad!- comenzó a llorar la pelirroja.
Harry no podía ni mirarla, no tenía palabras de consolación.
Draco, sin saber el por qué, se sintió culpable de todo lo que estaba pasando. ¿Por qué? Él nunca quiso ayudar a Voldemort, es más, había sido obligado a servirle y, ahora, no estaba dispuesto a que se volviera a repetir esa experiencia.
-Aún estás a tiempo de escoger, Potter- continuaba, mirando al que había sido siempre su rival en todo- Puedes elegir si dejarte vencer por él o negarte a ser su sucesor... Pero, elijas lo que elijas, recuerda que no será nada fácil-.
Nadie había visto semejante actitud en él, ¿qué había cambiado? Sabían que no era cruel ni despiadado, pero sí era un chico con bastante maldad en su vida.
-¿Sucesor de Voldemort? Pero, eso es imposible... Él murió y no hay nada, en este mundo, que lo vincule- corregía Harry.
Draco sabía que había hablado demasiado y tragó saliva.
-Yo solo te digo lo que sé, Potter. Depende de ti y de nadie más- concluyó y guardó su barita, antes de salir de la tienda.
Pansy lo siguió y le tomó del brazo.
Ahora tenían algo, por muy poco que sea, era lo suficiente para saber lo que se les venía encima desde el 1 de septiembre; Voldemort pensaba volver a la vida, usando a Harry para ello. Aún no sabían cómo es posible ni el por qué, ¿qué se les había pasado? ¿Un horrocruxes? No, solo habían siete horrocruxes; entonces, si no era nada de eso, ¿qué más era? ¿Qué otra cosa podía ser?
Jessica estaba nerviosa, angustiada y no pudo resistir tanta presión. Se levantó de la silla y corrió hacia Draco Malfoy.
-¿Se puede saber qué es lo que has hecho? Conseguirás que nos maten- decía en voz muy baja al joven Slytherin.
-Cállate, no es tu vida la que ha puesto en juego- defendía Parkinson, en voz baja y poniéndose en medio de Draco y de Jessica.
-¿Se te olvida que somos responsables de esto?- la mirada de la joven Gryffindor era de ira.
Pansy la tomó del brazo, estaba cansada de que, la joven Simmons, lo controlara todo.
-Pansy, déjala- murmuró Draco.
La chica, sin objetar nada, soltó a su cómplice y retomó su lugar, al lado de su compañero.
-¿Cómo piensas explicarle, al señor Voldemort, tu traición?- decía Jessica, aún en voz baja.
-Eso es asunto mío, no tienes por qué preocuparte- continuaba el joven Malfoy- además, solo era cuestión de tiempo que se enteraran y no te preocupes, no es tu vida la que acaba de ponerse en peligro. Si mal no recuerdo, yo fui el que habló-.
-Muy bien, pues que te aproveche la ira del señor tenebroso. Yo no tengo nada que ver- se largó con una despreciable sonrisa.
Pansy la odiaba, más que a un Gryffindor... Pero no podía desentonar ante los demás, había mucho en juego.
Draco había firmado su sentencia de muerte, pero algo le hizo mirar hacia el interior de la tienda y encontrar a la joven Granger.
Por un momento la miró y pensó en que era mejor así. ¿De qué le servía vivir y hacer lo que no deseaba? Servir a Voldemort era algo que no entraba en sus planes de vida.
-Draco, ¿por qué se lo has confesado a ese Potter? A él no le importó tu vida, ¿por qué crees que te ha sacado de Azkaban?- decía Pansy, interrumpiendo los pensamientos de éste.
Él la miró e intentó mentirle de alguna manera.
-Ya lo sé, solo querían que ayudara a Potter. Eso es lo que hice, quiero irme y, por eso, lo he hecho- concluyó mientras caminaba hacia la orilla de aquel precioso lago.
La joven Parkinson sabía que no era así, que algo estaba ocultando; pero optó por dejarlo pasar. Algo en su interior comenzó a partirse en dos, por una parte quería vivir, pero por otra... No deseaba ver cómo moría su compañero.
En ese momento, Pansy, miró con odio a Hermione. Todo había sido por su culpa, si no hubiera incitado a Draco para que hablara... Ahora no estaría sentenciado a muerte a manos de Lord Voldemort.
Ginny había presenciado los movimientos de su nueva compañera Gryffindor. Vio cómo había salido de angustiada y que, ahora, había vuelto más calmada.
Pero poco podía deducir, pues quiso ayudar a Harry, para ponerse en pie.
-Bien, aún tenemos algo de tiempo. No sé cuánto será, pero creo que será lo suficiente para averiguar lo que se nos ha pasado por alto- intentaba planear algo.
-Pero, Harry, estás muy débil y no podemos salir de aquí... Los dementores...- intentaba explicarse Neville, pero Luna le interrumpió.
-Debemos de intentarlo, Neville. Harry es nuestro amigo y, todos juntos, podremos vencer a Voldemort de una vez por todas-.
-Luna tiene razón, ahora debemos estar más fuertes que nunca- animaba Hermione.
Todos parecían estar de acuerdo y dejaron que, Harry, llevara el control del asunto.
-Estupendo, esto es lo que vamos a hacer...- intentaba explicarse, pero oyeron los gritos de Pansy y todos miraron hacia la entrada de la tienda.
Draco y Parkinson entraron, rápidamente, y tomaron sus baritas.
-¡¡Los dementores están aquí!!- alertó Draco, desde la entrada.
Los jóvenes magos desenvainaron sus baritas y salieron al exterior.
De repente, el cielo se tornó a gris y comenzó a hacer más frío de lo normal. Estaban rodeados por dementores y vieron cómo entraban de un pequeño hueco que había quedado abierto de su barrera.
-¡¿Cómo es posible?! ¡Si yo lo había cerrado por completo!- dijo Hermione, que había tomado su pequeño bolso de mano mágico.
-¡Ahora no es momento para preocuparse de eso! ¡Ya sabéis lo que hay que hacer!- dijo Harry a todo el grupo.
Todos apuntaron hacia los horribles seres e invocaron su Expecto Patronum.
Los colores negro y blanco invadieron en todo el paisaje.
Sabían que no podrían permanecer mucho tiempo así y aprovecharon para huir.
Harry tomó la mano de Ginny y corrió, lo más rápido que pudo, hacia la orilla; Luna tomó a Neville del brazo y desaparecieron de aquel lugar; Pansy corrió todo lo que podía, siguiendo a Jessica; Hermione, aprovechando que no tenía ningún dementor encima, quiso recoger la única tienda que tenía pero Draco tomó su brazo y corrió hacia el lago donde estaba Harry.
Ron, cuando había acabado de deshacerse de dos dementores, corrió hacia el lago.
La muchacha sintió las manos frías de Draco, en cierto modo, le gustaba esa sensación.
-¡¿Cómo se te ocurre ir a recoger la tienda?!- se quejaba Malfoy, aún sosteniendo su mano y llegando hasta Harry y Ginny.
-¡Iba a recogerlo con mi barita y es la única tienda que me quedaba!- rectificaba la joven.
Los cinco jóvenes tomaron, rápidamente, sus manos y desaparecieron de aquel lugar.
Todos habían logrado huir de aquel lugar, pero se habían dividido... El tiempo no esperaba a nada ni a nadie y debían de ser más rápidos que sus enemigos.
Redforth, mirando desde un saliente elevado y apartado de aquel lugar, pudo apreciar todo lo que había sucedido.
Ahora que había descubierto dónde se escondía el joven Potter, volvieron a desaparecer y ya no podría saber a dónde habría podido ir.

DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER





















HARRY POTTER

HERMIONE, RON Y HARRY

NEVILLE Y LUNA

LUNA, HERMIONE Y PANSY



    


  

No hay comentarios:

Publicar un comentario