jueves, 10 de enero de 2013

19. Desterrados.


El silencio no tomaba lugar en ninguna de las heladas celdas que poseía Azkaban. Aveces, se oía el crujir de los grilletes; otras, el sollozo de algún prisionero que estaba siendo torturado por un carcelero o por su propia mente... Era cierto que, en ese lugar, no se conocía la felicidad y tampoco la esperanza. ¿Cómo sería perdurar varios años en Azkaban? Casi parecía una pesadilla.
Hermione comenzaba a sentir frío y, de vez en cuando, cierto mareo. ¿Sería por el arañazo que le había propinado Allgus, el tritón? Ahora no le importaba otra cosa, que no sea hallar a Draco Malfoy; sin embargo, nada podía hacer ante la incómoda presencia de Pansy Parkinson.
-Es aquí- murmuró la joven Granger, mientras miraba un muro oscuro en el pasillo subterráneo de la prisión.
-¿Cómo estás tan segura? Solo es una pared, como el resto- discrepaba la muchacha Slytherin.
-Debes mirar más allá, Parkinson. En esta pared hay una inscripción en latín, mientras que en las otras solo hay palabras sueltas- corregía Hermione, con una sonrisa de satisfacción.
Estaba bastante convencida de haber encontrado la entrada a los pasillos que llevaban a las celdas.
-Bueno, ¿y cómo se supone que debemos abrir esto? A mí, no se me da nada bien hablar lenguas muertas- refunfuñaba Parkinson.
-¿Estás segura? La mayoría de los hechizos, están en latín... Solo debemos pensar y meditar- concluyó ésta, mientras intentaba descifrar aquella pequeña frase.
Pansy la miró con cierto asombro, notaba a Hermione muy distinta. Desde que salieron de Hogwarts... Sabía que, el grupo de los jóvenes Gryffindor, tenían buenas intenciones; sin embargo, el entusiasmo de la joven Granger, iba mucho más allá que una simple buena intención.
Hermione había estudiado cada punto y detalle de los libros de hechizos y pociones, sin hablar de los profundos detalles que conocía sobre Azkaban. ¿Qué estaba pasando exactamente? 
-¡Ya lo tengo!- se alegraba ésta.
-¿El qué?- decía, mientras despertaba de sus pensamientos.
-Es un acertijo- se entusiasmaba más.
-Vaya... Qué bien, ¿y dónde ves la emoción a esto, Granger? En serio, cuando Draco dijo que eras un bicho raro de lo peor, estaba en lo cierto... ¿No tienes más vida que los libros?- se quejaba Pansy.
Hermione sintió dolor ante esas palabras, pero solo borró su sonrisa y actuó con total normalidad.
-No tiene tanta ciencia, solo debes de convocar un hechizo muy lógico y obvio- concluyó Hermione y tomó su barita.
-Alohomora- murmuró.
En ese momento, el muro comienza a dibujar una gran puerta vieja y polvorienta.
La cerradura cedió y quedó entreabierta, Parkinson estaba algo asombrada.
-¿Sabes latín?- preguntó, mirando con cierta desconfianza.
-No del todo, pero la mayoría de los libros que he leído, me han servido para descifrar la frase- finalizó, mientras abría la puerta.
Sin más contratiempo, subieron por unas alargadas y estrechas escaleras. Las paredes estaban cubiertas de telarañas y de restos ya antiguos... Podrían ser antiguos prisioneros o algo más...
Llegaron al final de la escalera y la pared que cortaba su último paso a los pasillos, se abrió silenciosamente.
Hermione no guardó su barita y, con cuidado, miró de un lado a otro.
No había nadie ni tampoco nada que descubriera su posición, la muchacha hizo un pequeño gesto con su muñeca a Parkinson y se encaminaron hacia el lado izquierdo de aquel frío pasillo.
Las puertas de las celdas eran invisibles, pero los prisioneros no podían ver a través de ellas. 
-Al menos, no será tan difícil encontrarlos... Podemos ver a través de las puertas- susurraba Pansy.
Hermione tenía el corazón como un puño y respiraba muy nerviosamente, aunque intentaba disimularlo.
-¿Sabes en dónde estamos? Porque sería muy estúpido buscarles y que no sepamos ni en donde estamos- seguía Parkinson en voz baja.
-Sí, lo sé. Pero debemos estar alerta... Harry me dijo que, en la entrada de la celda, había un troll- murmuró ésta.
-¿Un troll? Pues tú te encargas de él- refunfuñaba ésta.
-Eres muy amable- susurraba con tono sarcástico.
Llegaron a un pasillo donde solo había una única celda, al fondo y custodiada por un horrible troll.
-Bueno, ¿y cómo lo hacemos?- decía Parkinson, bastante asustada por esa gran bestia.
-El troll es bastante estúpido, pero forma mucho escándalo a la hora de pelear- continuaba- Yo le dormiré, pero tú debes usar el hechizo Wingardium Leviosa y, así, no caerá al suelo-. 
Parkinson asintió y tragó saliva.
-Bien, pues prepárate. Desmaius- dijo Hermione con una voz muy suave.
El troll comenzó a tambalearse de un lado a otro y estuvo a punto de caer, fuertemente, sobre el suelo.
-Wingardium Leviosa- murmuró Parkinson y consiguió sostener al gigante ser.
-¿Qué hago ahora?- se ponía más nerviosa.
-Sostenlo un momento, iré a sacar a los Malfoy y, cuando estén fuera... Deja caer al troll y a correr- concluyó Hermione, mientras tomaba una poción de su bolsillo.
-¿Qué? ¿Ese es tu plan? Yo quiero ver a Draco- se quejaba Parkinson, sin dejar de prestar atención al encantamiento.
-Lo sé, pero ahora no es el momento... Tú haz lo que te digo y espera a mi señal- finalizó la muchacha, mientras corría hacia la entrada de la celda.
Cuando llegó, pudo ver a través de dicha puerta, al joven Malfoy muy exhausto.
-Alohomora- se apresuró ésta, al ver tan mal al chico.
Entró y cerró la puerta, se encaminó hacia Draco y se arrodilló ante él.
-¿Malfoy? Soy yo, Hermione...- susurraba ésta, mientras estrujaba la poción en su pecho.
-¿Granger?- consiguió emitir su voz, bastante quebrantada.
Hermione sonrió dulcemente y dejó que, una lágrima, saliera de sus castaños ojos.
-Siento mucho todo lo que ha pasado... Tenías razón y te traté muy injustamente- se lamentaba mientras abría la poción fortalizante para él.
Draco alzó sus grisáceos ojos a la muchacha, aunque estaba muy débil para reflejar algún tipo de emoción o sentimiento.
-Ten- concluyó la joven mientras le daba de beber la poción.
Éste terminó de beber dicho brebaje y tosió. Tenía frío y aún seguía débil.
-Debemos salir de aquí... Tenemos poco tiempo- murmuró Hermione y sacó su barita.
-Granger... Mis padres... No están aquí...- susurró, como pudo, el chico.
Hermione quedó helada, ¿qué podían hacer? Harry solo vio la celda de Draco y no tenían tiempo de buscar a los padres de éste.
-Malfoy, yo... Yo no sé dónde están y no tenemos tiempo... ¿Sabes dónde están?- se preocupaba la joven.
Éste la miró y negó, levemente. 
-¿Por qué has vuelto?- decía sin apartar su mirada de ella.
-Porque hemos cometido un error... Yo más que nadie y te pido perdón. Perdóname, por favor- se lamentaba aún más.
-No sabes ni cuánto he padecido en este lugar...- continuaba con una voz quebrantada.
Hermione miró a otro lado y cabizbaja.
-No tenemos tiempo, Malfoy... Tengo que sacarte de aquí- finalizó la joven y dirigió su barita hacia los grilletes.
-Diffringo- murmuró ésta y, los grilletes, se rompieron limpiamente.
Las muñecas blanquecinas de Draco, estaban rojizas y con heridas... Pues, esos grilletes, le presionaban bastante.
Hermione sintió una gran culpa en su interior, por haber dejado que algo así pasara.
La muchacha se acercó a su malherido compañero y lo levantó del sucio suelo. Sin querer, Hermione tocó suavemente la espalda del chico.
Éste se quejó del dolor, pero enmudeció su voz y suspiró.
-Lo siento... No sabía...- se detuvo ésta, pues al ver la espalda cortada de Draco, no tuvo palabras.
-Será mejor, que salgamos de aquí...- concluyó Draco, mirando a los ojos de la joven.
Poco a poco, consiguieron salir de la celda y caminaron hacia Pansy que aún sostenía al gigantesco troll.
-Draco...- suspiró la muchacha, distrayéndose al ver cómo había quedado su prometido.
Como había dejado de continuar con el encantamiento, el troll calló en rotundo al suelo, provocando un fuerte estruendo. De repente, comenzaron a oírse gritos y voces, los habían descubierto.
-¡Parkinson, coge a Malfoy!- gritó Hermione, deseando que su idea funcionara.
Pansy no tardó en obedecer a su compañera y esperó con el chico, mientras miraban cómo Hermione se acercaba al gran mazo del troll.
-Portus- dijo Hermione, mientras señalaba con su barita a dicho objeto.
-Vamos, venid- seguía dirigiendo ésta.
Los tres jóvenes pusieron sus manos en el mazo y desaparecieron de aquel lugar.
De repente, todo comenzó a no tener ningún sentido y se mareaban de las vueltas que les producía semejante viaje; hasta que, al fin, la imagen fue tomando más sentido y cayeron en un terreno suave y fresco.
-¿Dónde estamos?- preguntó Parkinson, mientras aguantaba las ganas de vomitar.
-Será mejor que toméis mi mano- decía Hermione al acercarse a sus dos compañeros.
Éstos obedecieron y volvieron a desaparecer del lugar. El viaje era más corto y soportable, consiguieron llegar al bosque donde Hermione había estado una vez con sus padres... Era el lugar perfecto y nadie podría descubrirlos allí.
-¿Por qué has hecho eso?- seguía insegura la joven Parkinson.
-Para distraer a los carceleros... El mazo se quedó en Azkaban y había que huir a otro lugar que no sea este... Aquí podemos transportarnos más fácilmente- respondió Draco, intentando incorporarse.
Sin embargo, sus piernas le fallaron y cayó en los brazos de Pansy.
-Debes descansar...- murmuró la joven Slytherin.
Hermione se sentía bastante culpable y dolida... Aunque intentó no hacer notar que lo estaba pasando amargamente.
-Parkinson, ten. He traído la tienda, mientras tú te ocupas de eso, yo haré los hechizos- concluyó ésta al ofrecer su pequeño bolso mágico.
Afortunadamente, todo había salido bien; salvo por los padres del joven Slytherin... No tuvieron mucho tiempo y, Pansy, no había esperado a la señal de Hermione. Solo deseaba que, éstos, pudieran salvarse... Mientras conjuraba sus hechizos, para protegerse de los muggles y de los que les perseguían, Hermione no cesaba de culparse por todo lo que les había sucedido a los Malfoy.
Al ver cómo habían torturado a su compañero, se sintió mal consigo misma y se preocupó por el señor y la señora Malfoy. ¿Cómo estarían? Ciertamente, deseaba que éstos pudieran huir de Azkaban... Lo deseaba con todas sus fuerzas, porque no podía volver a aquel lugar. Ahora no, ya que, era muy arriesgado volver.
Pensó en Ron y en Jessica, ¿habrían conseguido huir de los alrededores de Azkaban? ¿Y sus amigos que permanecieron en Hogwarts? ¿Podrán dar con ella sin problemas? Los problemas no estaban cuando se adentraron en la prisión, comenzaron ahora que habían huido de ella.

DRACO Y HERMIONE

PRIMER PAISAJE

DEAN

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