Los cinco fugitivos reaparecieron en la antigua casa de la familia Potter, todo estaba como lo habían dejado por última vez y no tardaron en volver a crear la barrera mágica.
Ginny y Hermione, se encargaron de eso; mientras tanto,los chicos, indagaban en el interior de las ruinas.
Tenían que estar seguros, al menos , por este nuevo día.
-Harry, quisiera hablar contigo- murmuraba Ron, al momento de haber acabado de inspeccionar su parte.
El chico no tardó en dedicarle su atención, cuando finalizó su trabajo.
-¿Qué ocurre?- preguntó en voz baja, pues sabía que se trataría de Hermione.
-Creo que deberíamos desconfiar de Malfoy... Él sirvió a Quién tú ya sabes- miraba con miedo.
Harry comprendió la preocupación de su mejor amigo, pero era imposible acceder a su petición.
-Entiendo lo que quieres decir, pero necesitamos a Malfoy- continuaba, mientras se acercaba al rostro de su amigo y evitar ser escuchado- Yo no me fío de él, pero es el único que sabe lo que me pasa y lo que debemos de hacer para evitar que, Voldemort, regrese-.
-Harry, de solo estar con nosotros, Hermione y yo nos hemos distanciado... Le dije que quería tiempo y ella accedió, sin más- se ponía algo tenso.
El joven Potter sabía, bastante bien, el por qué su amiga accedió a semejante petición. Recordó cuando, Hermione, acudió a él y le confesó lo de su inesperado beso con el joven Malfoy.
Sin embargo, selló sus labios y solo le ofreció unas palmadas en el hombro a su pelirrojo amigo.
-Lo siento, Ron. Yo no puedo entender la mente de las chicas, pero Hermione es nuestra amiga y sus motivos tendrá- continuaba con una sonrisa de ánimo- Además, estoy seguro de que, os volveréis a reconciliar-.
-Eso espero...- concluyó y suspiró, como si llevara una gran carga sobre sus hombros.
En la entrada de la casa, Ginny finalizó sus hechizos para la barrera y miró hacia su castaña amiga.
Cuando Hermione había concluido con su parte, miró a su buena amiga.
-¿Qué ocurre?- preguntaba con una sonrisa en su rostro.
-Hermione... Quisiera preguntarte una cosa- decía en voz muy baja y reflejando, en sus ojos, un secreto.
-¿De qué trata?- se preocupaba.
Ginny bajó su mirada y se sentó en el viejo sillón que se encontraba al fondo del salón.
Hermione se acercó a su pelirroja amiga y tomó asiento al lado de ésta.
-El caso- comenzó a hablar, mirándola a los ojos- es que desconfío de Jessica...-.
-¿De Jessica? Entiendo que sea algo cariñosa, pero dudo mucho que pretenda algo con Harry...- excusaba la joven Granger.
-No, tú no lo entiendes... ¿Cómo es posible que tú, creando la barrera en la tienda, entraran los dementores?- bajaba más su tono de voz, casi un susurro.
-¿Qué quieres decir? ¿Que, Jessica, lo hizo conscientemente?- correspondía al mismo tono que su amiga.
-Cuando entraste en la tienda... Después de que salieras con mi hermano...- se cortaba un poco, pues sabía que era un tema delicado en esos momentos.
-Tranquila, Ginny... Puedes continuar- su rostro cambió a melancolía, pero intentaba actuar con normalidad. Como si fuera una de sus discusiones, habituales, con Ron.
La joven Weasley asintió y tragó saliva, dispuesta a hablar.
-Hermione, cuando entraste en la tienda, Jessica salió- continuaba y mirando, de vez en cuando, para garantizarse que aún le quedaba algo de tiempo para hablar.
-No sé cómo, pero encontré esto- sacó la pluma de halcón.
Hermione tomó dicha pluma y la observó.
-Pero, esto es una pluma de halcón... ¿Cómo la has...?-
-Se desprendió del abrigo de Jessica, cuando entró a la tienda- interrumpió.
Hermione miró, con dudas, a su amiga.
-Pero, es imposible... Allí no hay halcones- seguía insistiendo, mientras intentaba hallar una solución.
-Eso es lo que trato de decir. No es casualidad que, al poco tiempo, aparecieran los dementores y penetraran en nuestra barrera- seguía susurrando.
-En cierto modo, tienes razón. Pero, Ginny, no tenemos pruebas de demostrar lo que dices. Es una acusación un poco grave- murmuraba, mientras le entregaba la pluma.
-Sí, lo sé... Pero no es casualidad que se haya apegado a nosotros desde el principio... Y que nos vaya tan mal desde que llegó y...- intentaba hallar algún argumento que defendiera su teoría.
-Ginny, en cierto modo, creo en ti... Aunque, debemos de admitir, que no tenemos nada para demostrarlo- la detuvo la joven, tomándola de las manos.
La pelirroja se indignó en su interior, pero no con su amiga; sabía que, Hermione, tenía razón y eso era lo que le dolía. Que Jessica se salga con la suya, una vez más.
Sin que se hayan dado cuenta, alguien las había estado escuchando y bajó las envejecidas escaleras.
-Ya he acabado. No hay nada en las habitaciones de arriba- murmuró el joven Slytherin.
Hermione asintió con la cabeza y bajó su mirada.
-¿Por qué nos has seguido? Es decir, Parkinson salió corriendo con Jessica... ¿Acaso no eres su prometido?- preguntaba Ginny, intentando romper el hielo.
-Había demasiada confusión y no vi a ninguna de las dos...- se justificaba.
Draco no se sentía a gusto, pero intentaba disimularlo con su típico carácter.
-¿Y por qué salvaste a Hermione?-.
Malfoy cambió su rostro, no miró a Ginny y tampoco se atrevía a hacerlo. Había dado en el clavo, ¿por qué lo hizo? Su prometida, Pansy, había salido huyendo y no se garantizó de que estuviera bien; sin embargo, acudió a la pronta ayuda para con Hermione.
-¿Y bien?- insistía Ginny, con cierta sonrisa en su pecosa cara.
Sabía que, a Malfoy, lo había incomodado con esa pregunta.
-¿Y a ti qué te importa? Solo la salvé, como ella me sacó de Azkaban. Ya he zanjado mi deuda- concluyó, con ese dichoso carácter suyo y caminó hacia la antigua cocina.
Esas palabras, se clavaron como un cuchillo en Hermione. ¿Por zanjar su deuda? ¿Qué se había creído?
Hermione se levantó de su asiento y, aprovechando que Ron estaba en las habitaciones restantes con Harry, siguió a Draco.
-Eres un asqueroso hipócrita- murmuró con mucha ira.
-¿Qué? ¿Acaso esperabas algo, Granger?- burlaba, como siempre había hecho con ella.
-Ahora me negarás que no estabas preocupado por mí, cuando estaba herida por aquel tritón- continuaba, mientras se cruzaba de brazos y sonreía. Sabía que, en aquel momento, el chico se había preocupado por ella.
El rostro de Draco se tornó a una sonrisa a medias, era cierto que se preocupó; pero tampoco lo había llevado tan lejos como intentaba dar a entender la joven.
-Sí, es cierto. Me preocupé, pero porque tú eres buena con los hechizos y Pansy era un lastre- continuaba, creciéndose y con esa maldita sonrisa- ¿No sabías que, Pansy, es una negada con los hechizos? Te necesitaba, hasta que llegara Potter y el resto-.
Hermione sintió rabia y dejó de sonreír como vencedora, para enfurecerse por esa declaración.
-Está bien. Ahora estamos en paz, que ninguno se encargue de salvar la vida del otro, ¿te parece bien?- desafiaba.
Él dejó de sonreír y la miró con enojo, era bastante orgulloso y se acercó al rostro de la joven.
-Por mí, estupendo- casi parecía decir entre dientes y con una mirada fría.
Hermione asintió y salió de la cocina.
Estaba cabreada y solo deseaba romperlo todo, pero se contuvo, al ver que ya habían aparecido sus dos compañeros Gryffindor.
-¿Dónde estabas?- preguntaba Ron, pero obtuvo su respuesta al ver que, Draco, salía del mismo lugar que ella.
El joven Weasley estaba muy enfadado y se acercó a Draco.
-¡¿Qué?! ¡¿No has tenido suficiente con que nos hayamos distanciado, maldita rata?!- se acercó hacia éste.
Draco burló.
-¿Qué te hace tanta gracia?- preguntaba Ron, al guardar su barita.
-¿Que qué me hace tanta gracia? La cara de idiota que pones por una sangre sucia como ella...- tentaba a su suerte con su típica sonrisa desafiante.
Pero Ron no dejó que continuara y le propinó un puñetazo en la boca de Malfoy.
-¡Ron, no!- intentaba detener Harry.
-¡Te juro que me vengaré, maldita serpiente!- finalizó el pelirrojo, mientras subía las escaleras y encerrarse en una habitación.
Hermione comenzó a desramar sus lágrimas, pero intentó cubrir su entristecido rostro con su castaño cabello.
Draco estaba sentado en el suelo, dolorido por su labio que había reventado por el golpe.
-Podrías haber evitado esto, Malfoy... ¿Qué pretendes, haciendo enfurecer a Ron?- Harry no lograba entender sus intenciones.
El joven Slytherin lo miró de reojo, mientras limpiaba la sangre que desramaba su labio inferior.
Harry, al no hallar ninguna respuesta coherente en él, decidió ir a dar con Ron e intentar calmar las cosas; pero algo detuvo su camino.
-Potter... ¿Piensas vencer a Voldemort así? Eres débil- decía, aun sentado en el suelo y sin mirarle.
-¿Qué quieres decir?- comenzó a tener miedo.
-Eres débil, Potter. No deberías preocuparte por mí, porque ya he dicho lo que querías saber- continuaba, mirándole- ¿Sabes? Es absurdo lo que haces. ¡Weasley, ¿sabes que he besado a tu novia?!- elevaba la voz.
Hermione no podía creer lo que estaba oyendo, ¿había confesado lo que no debía de haber salido a la luz? El chico pelirrojo había oído con total claridad, pero sabía que si bajaba lo mataría.
-¡¿Estás sordo?! ¡La besé en la biblioteca y en el campamento, sin que estuvieras presente!- decía muy irritado y en pie, mientras miraba hacia la puertas cerrada en la que se encontraba Ron.
-¡Malfoy, ya está bien!- apuntaba, Harry, con la barita.
-¿Por qué? ¿Acaso, me necesitáis para algo? No aparentes que te importo, Potter- murmuraba con una mueca de vencido.
Ron abrió la puerta y bajó las escaleras con la barita en mano. Estaba enfadado, pero mantenía la compostura.
Apuntó hacia Malfoy y pronunció las horribles palabras: Avada Ke...
-¡¡No!!- exclamó Hermione, mientras se ponía enfrente de Draco.
Harry y Ginny estaban petrificados, ¿Ron estaba a punto de convocar el hechizo imperdonable?
-Ron... No... Tú no eres así...- decía Hermione, llena de lágrimas y sin moverse del sitio.
Draco la miró con asombro, pero no dijo ni una sola palabra.
Ron, con una mirada vacía, guardó su barita.
-Hemos acabado y, Malfoy, bésala todas las veces que te dé la gana- finalizó y volvió a la habitación.
Ella rompió a llorar y corrió hacia la cocina, sin mirar a nadie más.
Ginny corrió hacia ella y se quedó, para consolarla; mientras tanto, Harry miró hacia el que siempre había sido su enemigo y rival.
-¿Qué has hecho? ¿Por qué...?- preguntaba Harry, guardando su barita.
Malfoy estaba cabizbajo y sonrió, como nunca había visto Harry sonreír.
Lo miró, con ojos sinceros y con la misma sonrisa.
-Odiadme- murmuró y no dijo nada más.
El joven Potter no pudo decirle nada más, aunque no entendiera las razones de su compañero Slytherin.
¿Cómo iba a odiarle? Sí, alguna vez deseó propinarle unos cuantos golpes, pero ¿para qué? En ese momento, y sin saber ni el por qué, Harry solo negó con la cabeza a la petición de éste.
-No puedo, Malfoy. No somos como tú- concluyó y subió, para hablar con Ron.
Había sido un día bastante duro y lleno de amargos momentos. Ni la lluvia limpiaría las tristezas que invadían en los corazones de los jóvenes magos.
DRACO MALFOY |
DRAMIONE |
DRACO |
HARRY POTTER |
HERMIONE GRANGER |
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