lunes, 31 de diciembre de 2012

13. Año nuevo.

Aún amanecía en la casa de la familia Weasley y todo se mantenía en un agradable silencio. El sol comenzaba a salir poco a poco y el cielo iba tomando un poco más de luminosidad. Todos dormían y, el canto de los pájaros, apenas llegaba a ser tan notorio para los Weasley.
Sin embargo, algo perturbaba el sueño del joven Potter. Sacudía su cabeza de un lado a otro y, entre dientes, llegaba a decir palabras como: ¡déjame! ¡No! ¡Yo no! ¡Aléjate de mí!
La almohada estaba empapada del sudor que producía el muchacho, inconscientemente.
Su respiración se hacía más acelerada y abrió sus ojos.
-¡EXPECTO PATRONUM!- gritó, al sentarse en su cama.
En ese momento, aparece el ciervo, Patronum de Harry y mira hacia el chico.
Harry se da cuenta de que todo fue un sueño y mira a su patronum.
-¡Harry, ¿estás bien?!- se sobresaltó el joven Weasley.
El patronum desapareció por completo y Harry tapó su cara con sus manos mientras apoyaba los codos en sus rodillas.
-¿Qué ha pasado? ¿Una pesadilla?- preguntaba Ron, mientras se dirigía a su amigo.
-Era horrible... Yo... Soñé que estuve en Azkaban... Y que escapé de allí...- murmuraba el joven Potter, temblando.
El joven Weasley estaba asustado y preocupado, ¿qué le pasaba a Harry? Desde que apareció su cicatriz, solo le ha causado problemas y pesadillas...
-¿Todo va bien? Hemos oído cómo convocaban un Patronum- decía Hermione, con su abornoz y sosteniendo su barita.
Se había asustado al oír a su amigo convocar su Patronum.
-¡Harry, ¿qué te ocurre?!- preguntó Ginny, mientras corría a su lado.
-Estoy bien, solo fue una pesadilla...- intentaba calmar el chico con una sonrisa.
Sus ojos estaban cansados y su piel estaba pálida.
-Harry, aunque haya sido un sueño, has convocado a tu Patronum y ha salido sin más...- decía Hermione, bastante extrañada.
-Sí, lo sé... Es normal, si invoco a mi Patronum, éste aparece- dijo Harry, con normalidad.
-No, Harry. Convocaste a tu Patronum, pero no tenías tu barita en mano, ¿cómo pudo aparecer si no poseías tu barita? Eso es imposible y... Mucho más ahora, viniendo de ti- aclaraba Hermione, muy preocupada.
Harry tragó saliva y descendió su mirada. No sabía cómo podía explicar lo que le estaba pasando, porque ni él sabía lo que le ocurría...
-¡¿Qué está pasando aquí?!- preguntaba, muy asustada, Molly Weasley.
-¡Solo son las seis de la mañana y ya estáis despiertos!- se quejaba Arthur Weasley, sin apenas abrir sus pequeños ojos.
-¡¿Ya son las seis?! ¡Por las barbas de Merlín!- gritaba la señora Weasley, mientras ponía sus manos en la cabeza.
Se les había hecho tarde para prepararse e ir hacia la estación de trenes.
-¡Oh, Molly! ¿Tenías que gritar así?- sollozaba el señor Weasley.
Tanto Ron, como Hermione y Ginny, miraron con preocupación a su buen amigo Harry.
Prefirieron no comentarles nada a los padres de los dos pelirrojos, porque sabían a quién debían de acudir antes.
Las cosas empeoraba por sí solas y no parecían dejar un plazo de tiempo para la siguiente. Los jóvenes magos, habían caído en la conclusión, de que no les habían mentido.
Harry y Hermione, habían recordado la advertencia que les dio Draco Malfoy antes del día de su juicio.
Corrían peligro y debían de huir con Harry, pero ¿por qué? ¿A dónde? Si hubieran escuchado a Draco, tal vez, hubieran evitado estos problemas. Ahora, más que nunca, se convencían de que debían de sacarlos de aquel lugar y colaborar para ayudar a Harry...
Ya tenían claro que, el chico Slytherin, decía la verdad. Todas estas cosas, pensaba la joven Granger, mientras leía el periódico mágico en el vagón del expreso a Hogwarts.
-Ahí no viene nada sobre Malfoy, pierdes el tiempo- murmuró Ron.
-Lo sé... Sin embargo, no pierdo la fe de hallar alguna cosa que nos diga cómo están los Malfoy- respondió la muchacha, mientras miraba a su pareja.
-Me siento culpable, la verdad- confesaba la joven, mirando hacia el paisaje y dejando el periódico a un lado.
-Tú no has tenido la culpa de nada, Hermione. ¿Cómo ibas a saber que los iban a condenar a muerte? Ni si quiera, Harry, sabía algo así- intentaba animar el joven pelirrojo.
-Lo sé...- concluyó la muchacha, recordando que, éste, no sabía nada de la advertencia de Draco y mucho menos, lo del beso.
De repente, la puerta de su vagón se abrió y apareció una muchacha de pelo negro y ondulado; recogido con una trenza; sus medianos ojos verdes, casi parecían brillar; su piel era blanca y tersa; tenía pecas que invadían su pequeña nariz y pertenecía a la casa Gryffindor.
-Disculpad, ¿puedo sentarme con vosotros? Es que, apenas hay sitio- dijo la joven, con una tímida sonrisa y una voz suave.
-Claro, pasa- dijo Ron, mientras se acercaba más a Hermione, para dejarle sitio a su nueva compañera.
-Eres nueva, ¿verdad? Es que no me suena de haberte visto por la escuela- decía Hermione, con una sonrisa.
-Sí, mi nombre es Jessica Simmons. Encantada de conoceros- respondió con esa sonrisa tímida y ofreciendo su mano.
-Yo soy Hermione Granger y él es mi novio, Ron Weasley- decía la joven Granger, mientras correspondía al saludo.
-Es un placer...- concluyó la muchacha, un poco más animada.
En ese momento, llegan Harry y Ginny, que habían ido a comprar algo para comer durante el viaje.
-¡Vaya, si eres Harry Potter! ¡Encantada de conocerte! Soy una admiradora tuya... ¿Podrías firmarme un autógrafo?- se sorprendió Jessica, al reconocer al joven Potter.
Se había puesto en pie y, de su túnica, sacó un pequeño cuaderno de notas y un lápiz algo viejo.
-Em... Vaya, gracias, pero yo no...- intentaba explicarse el muchacho, un poco impresionado por la emoción de la joven.
-Oh, lo siento. No me he presentado... Mi nombre es Jessica Simmons y vengo de Nueva York, soy mestiza y este es mi primer año en Hogwarts. Antes estudiaba en una escuela de Nueva York... Pero mi papá se trasladó aquí y ahora me he cambiado de escuela- explicó la joven, un poco más calmada de su euforia.
-Vaya, pues, mucho gusto... Deja que te presente, ella es Ginny Weasley, mi novia...- se entrecortaba el joven, ya que, estaba tímido ante Ginny.
La joven Weasley se había puesto celosa, pero intentó no hacerlo notar y sonrió a Jessica.
-Es un placer conocerte. ¡Menuda suerte tienes de salir con un chico famoso!- se alegraba la joven Simmons.
-Sí...- murmuró Ginny, aún controlando sus celos.
Hermione y Ron se habían mirado mutuamente. Se habían percatado de la tensión que había en ese momento, aunque, por fortuna, no llegó a ninguna parte.
Se mantuvo la calma hasta llegar a Hogwarts. Finalmente, el tren se había detenido y los prefectos guiaron a los alumnos de primer año hasta la escuela, seguidos del resto de estudiantes y de Hagrid, el guardabosques.
-¡Harry, Ron!- exclamaba Neville, mientras agitaba su mano.
-Vaya, Neville, ¿cómo estás?- preguntó Ron, mientras saludaba a su amigo.
Los tres jóvenes Gryffindor comenzaron a andar y hablar de las vacaciones que había pasado cada uno.
Mientras Luna abrazaba a Ginny y a Hermione.
-Estoy un poco nerviosa... Este curso es más difícil y sé que me va a costar- decía Luna, mientras caminaba con sus dos mejores amigas.
-Tranquila, podemos estudiar juntas- animó Hermione.
-Esto... Hola...- decía tímidamente Jessica.
-Oh, vaya, perdona... Luna, ella es Jessica Simmons. Jessica, ella es Luna Lovegood- presentó la joven Granger.
-Encantada de conocerte... ¡Vaya, tienes el medallón del ojo de gato!- se sorprendía la joven, mientras miraba el colgante que llevaba Lovegood.
-Sí. Vaya, no sabía que alguien pudiera conocer este colgante... ¿También llevas uno?- se animó Luna, ya que, le encantaba hablar de sus colgantes extraños.
Las dos jóvenes comenzaron a caminar hacia la escuela y compartiendo anécdotas de esos colgantes tan raros.
-Te lo juro, Hermione, no me gusta esa chica- murmuraba Ginny, un poco preocupada por Jessica.
-Me he dado cuenta del por qué. Vamos, Ginny, Harry te quiere y no se fijará en otra chica que no seas tú- tranquilizaba Hermione, muy comprensiva.
-Sí, lo sé. Pero no me fío de ella...- seguía desconfiando la joven Weasley.
Un nuevo año había comenzado y todo parecía mantener la normalidad; sin embargo, en una de las celdas más oscuras de la prisión de Azkaban, el joven Draco intentaba evitar los gritos desgarrados del dolor que le producía los latigazos que le propinaba uno de los carceleros.
El látigo era largo y negro, tejido con piel de dragón. Las cicatrices que se habían cerrado en la espalda del muchacho, por causa de esos latigazos, volvieron a abrirse y dejando paso a otras nuevas.
La sangre inundaba la espalda del chico y, el carcelero, cesó el castigo.
-Suficiente por hoy- gruñó éste, mientras desataba las manos de Draco, que habían sido atadas a un poste.
El chico estaba exhausto y su cuerpo temblaba frecuentemente.
Una vez, desatadas sus manos, se arrodilló en el helado suelo de piedra e intentaba aguantar el dolor de sus heridas.
Estaba sucio y con los pantalones que le habían obligado a ponerse en la cárcel. Eran largos, negros y algo viejos. Tomaron sus manos y lo condujeron hasta la incómoda pared de bloques y le encadenaron.
Sus lágrimas no salían, pero tampoco las deseaba en ese momento. Le habían puesto en una celda a solas, como a su madre y a su padre. No sabía nada de ellos, pues los habían separados.
El joven mago solo pensaba en una cosa y, por primera vez, decidió susurrarlo con sus rasgados labios, debido a la sequía.
-Me lo merezco... Me lo merezco... Granger- logró decir, en voz muy baja y entre dientes.

DRACO MALFOY

HERMIONE GRANGER

HARRY POTTER, RON WEASLEY Y HERMIONE GRANGER

LUNA LOVEGOOD Y GINNY WEASLEY

EXPECTO PATRONUM DE HARRY POTTER

HOGWARTS

EXPRESO DE HOGWARTS





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