lunes, 31 de diciembre de 2012

12. Parsel.

En la Madriguera, todos estaban sorprendidos al ver el comportamiento que había obtenido Ginny Weasley hacia Pansy Parkinson. Sabían que, la joven, era valiente; pero nunca se habían percatado de su mal genio...
-¡Es que no quería oír cómo insultaba a Harry! ¡No es justo!- se indignaba Ginny.
-Cariño, lo entiendo perfectamente, pero no debiste de haber entrado en su juego...- aconsejaba Molly, aún seria.
-Pero, ¿por qué te peleaste con Parkinson? Me ausento un momento y mi hermana se pelea... Qué fuerte- dijo Ron con una sonrisa de admiración.
Todos le miraron muy serios y, éste, entendió que no era el momento oportuno para alardear de algo así.
-Ginny, sabemos que es injusto y que debió de comportarse... Sin embargo, te has equivocado en la manera de decírselo- explicaba la señora Weasley, ya mirando a su hija.
-Lo sé, pero es muy injusto. ¿Qué harías tú?- intentaba defenderse la muchacha.
-Ignorarla- concluyó Molly, incorporándose y dirigiéndose a fregar los platos.
Ginny suspiró mientras negaba con la cabeza, pero prefirió no decir ni una sola palabra más.
-Ginny, te agradezco lo que has hecho... En serio, pero no me gustaría que te enfrentaras a Parkinson por mi culpa...- le susurraba Harry, con una mirada de ternura.
Ésta le miró y sonrió con cariño.
-Me importas mucho, Harry- confesó la joven, en voz baja y con esa mirada llena de amor.
Harry le dedicó una dulce sonrisa y asintió con la cabeza.
-Esto, Hermione, ¿y por qué se pelearon? ¿Solo porque insultó a Harry?- murmuraba Ron a su compañera.
-Insultó a Harry a voces, llamándole asesino... Hasta a mí me estaba poniendo de los nervios... Pero si queremos hacer las cosas bien, es mejor ignorar las tentativas de Parkinson- le explicaba la joven, en voz baja.
Todos estaban un poco tensos con todo lo que les había pasado, aunque intentaban sobrellevarlo con más normalidad.
Ya llegada la noche, en la habitación del joven Weasley, Harry meditaba en ese hombre que intervino aquella mañana en el callejón Diagon.
El chico estaba sentado en su cama, mientras leía un libro de hechizos que le había prestado su amiga Hermione.
Sin embargo, poco atendía a lo que leía, ya que solo podía pensar en aquel hombre... Reason.
-Harry, ¿estás bien? No has dicho nada en toda la tarde. ¿Estás pensando en lo que pasó con Ginny?- se preocupó Ronald mientras cerraba su libro de pociones.
-No... Más bien, en el maestro que detuvo el enfrentamiento... Reason- contestó éste.
-¿Reason? ¿Y quién es ese?- dijo, mientras ponía una cara dubitativa.
-Parece ser, que será un profesor nuevo en Hogwarts... Pero me suena de haberlo visto en otro sitio- intentaba recordar Harry.
-Vaya... Cada vez se nos suman más cosas. Dentro de poco, Hogwarts deberá pagarnos por este trabajo extra- burló Ron.
Harry comenzó a reír y, por un momento, ya no le preocupó tanto ese profesor.
Mientras tanto, en la habitación de Ginny Weasley, la joven Hermione practicaba un hechizo de Hipnosis.
-Hipnosis- murmuró Hermione, muy decidida y apuntando hacia la torpe lechuza de los Weasley.
-Errol, ve a la cocina y toma el cucharón de madera, luego tráelo hasta aquí- ordenó Hermione, intentando hablar claro y suave.
La nocturna ave agitó sus alas y salió por la ventana, para entrar en la cocina y tomar el cucharón que se encontraba encima de la mesa.
Ginny dejó abierta la ventana de la cocina y dejó el cucharón en la mesa. Estaba esperando a ver si, el hechizo, funcionaba en la torpe ave. Como si de un milagro se tratara, Errol no tropezó con nada, tomó el cucharón y salió de la cocina por la ventana.
La joven Weasley estaba asombrada y subió, corriendo, hasta su habitación.
Cuando abrió la puerta, se encontró a la joven Granger tomando el cucharón.
-Gracias, Errol. Vamos, despierta- volvió a ordenar Hermione.
La lechuza, como si despertara de un sueño, sacudió su cabeza y salió volando por la ventana; aunque, había chocado con el cristal de la ventana.
-Sí, ha despertado...- dijo Ginny, mientras cerraba la puerta.
La lechuza volvió a retomar su camino hasta una de las ramas del árbol que había enfrente, para dormir.
-Hermione, ¿crees que lo hice mal?- se lamentaba la muchacha, mientras se sentaba en su cama.
-¿Defender a Harry? Si no lo hacías tú, lo haría yo... No has hecho nada malo, solo que no era el momento- animaba Hermione, mientras se sentaba en la silla del escritorio y pasaba la página de su libro de hechizos.
-Lo sé, pero todo el mundo miraba mal a Harry y yo no podía permitir que eso pasara... Bastante mal lo lleva ya con su cicatriz- se entristecía Ginny.
-Tus intenciones fueron buenas, Ginny y, Harry, lo sabe- consolaba ésta, mientras se sentaba al lado de la joven Weasley y tomaba la mano de ésta.
-¿Sabes? A noche, Harry y yo estábamos leyendo un libro de hechizos... Estábamos intentando aprender un hechizo de Peso Ligero, cuando volvió a sentir el escozor de su cicatriz...- narraba la muchacha, con un semblante de preocupación.
-¿Volvió a escocerle?- se sorprendía la joven Granger.
-Sí y no pude hacer nada... Era leve, según él; pero me dolía ver como volvía a tener esa maldición en su frente- confesaba Ginny.
-Entiendo...- murmuró Hermione, mientras bajaba su mirada, pensativa.
-Lo más extraño, es que luego me habló en Parsel- recordó la joven Weasley, mirando más atentamente a Hermione.
-¿Cómo? ¿En Parsel? ¿Por qué?- se extrañaba más ésta.
-No lo sé... Pero luego, dejó de hablar en Parsel y me habló normal... Como si nada hubiera pasado y no recordaba haberme hablado en Parsel- decía más en voz baja la joven pelirroja.
Hermione quedó muda del asombro y comenzó a pensar en qué podría ser, pero no lograba hallar nada. Debían de sacar a los Malfoy cuanto antes y averiguar si saben algo sobre lo que le pasaba a Harry... Sentían como si se les estuviera acabando el tiempo.
¿Qué sería lo que le estaba pasando a Harry? 

RON WEASLEY, HERMIONE GRANGER Y HARRY POTTER

DRACO MALFOY, PANSY PARKINSON, LUNA LOVEGOOD, GINNY WEASLEY, NEVILLE LONGBOTTOM, RON WEASLEY, HARRY POTTER Y HERMIONE GRANGER

POCIONES

COCINA DE LA CASA WEASLEY, LA MADRIGUERA





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