Sin saber el por qué, había extrañado su vieja cicatriz; aunque no deseaba volver a sentirla en su blanquecina frente. Tal vez era el destino o su melancolía de volver a sentir su corte una vez más... No estaba muy claro el qué.
Sus pensamientos iban haciéndose más insignificantes, al fijar su mirada a su mejor amiga que entraba en la enfermería.
-¿Cómo te encuentras?- preguntaba la joven Granger con un tono un poco quebrantado.
-Estoy bien. ¿Y tú? Te noto extraña...- dijo Harry, incorporándose en su cama.
La muchacha intentó disimular lo que le había ocurrido con el joven Malfoy y sonrió con indiferencia.
-Si no te pasa nada, ¿por qué estás despierta a las tres de la mañana?- insistía el joven Potter, al mirarla con cierta duda.
Hermione tragó saliva y miró hacia otro lado, intentando esconder su avergonzado llanto.
Sin embargo, esto no pasó desapercibido para Harry... Sabía que algo le había pasado a su amiga y le ofreció un sitio en su cama, para que tomara asiento y le comentara lo que le pasaba.
Ésta agradeció con una sonrisa y, llena de lágrimas, tomó asiento al lado de su mejor amigo. De recordar lo que le había sucedido con el joven Slytherin, su cuerpo comenzó a temblar e intentó disimularlo, pero su acelerada respiración la delataba.
-Hermione, ¿qué te ha pasado?- insistía el joven Potter, al verla tan mal.
-Harry...- intentaba continuar, pero al mirar los ojos de su amigo suspiró y miró hacia sus heladas manos.
Su ojos se inundaban de sus intensas lágrimas y no supo cómo contarle lo que le había pasado...
Éste tomó la mano de la joven Granger y, con una tierna sonrisa, consiguió transmitirle serenidad y ánimo para que se desahogara.
-Harry... Eres mi mejor amigo y... Temo el que, esto, pueda traernos muchos problemas...- intentaba advertir al muchacho.
El joven Gryffindor se sorprendía de lo que estaba escuchando, pero insistió en saberlo y Hermione asintió, sin ninguna pega más.
-El caso, es que... Esta mañana iba a devolver los libros a la biblioteca...- continuaba intentando no llorar tan desesperadamente- Pero alguien me estaba esperando en la biblioteca...-.
-¿Quién? ¿Ron?- intentaba ayudar Harry, ya que, Hermione comenzó a hacer otra pausa.
-Me sorprendió el verlo allí...- consiguió decir la joven y sin atreverse a mirar a su amigo.
-¿A quién viste, Hermione?- preguntaba más preocupado.
-Era Draco Malfoy... Me había dicho que quería advertirnos...- continuaba, pero al alzar sus ojos a Harry, lloró más amargamente.
Harry sostuvo más fuerte la mano de su amiga y la animó, para que no se derrumbara de aquella manera.
-Harry... Hice algo que no estaba bien...- continuaba, llorando- Le dije que quería una prueba de que nos estaba diciendo la verdad y... No mentía...-.
El chico no entendía muy bien lo que le quería decir y la miró con extrañeza.
-Vino para advertirnos de algo y... Le dije que no le creía, que necesitaba una prueba de que era de fiar y...- pausó por un momento y tomó aliento para confesar lo que la amargaba por dentro- Él me demostró que era de fiar...-.
-Hermione, no te preocupes... Soy tu amigo, puedes confiar en mí- consoló Harry, con una dulce sonrisa.
-Él me besó... Harry, Malfoy me ha besado...- concluyó mientras lloraba más desconsoladamente.
Éste la miró con asombro, porque le costaba creer lo que estaba oyendo. ¿Draco Malfoy, un Slytherin rico y de sangre pura, había besado a Hermione? Eso era imposible, incluso para la persona más imaginativa del mundo...
-¿Estás segura de lo que estás diciendo, Hermione? ¿No sería un mal sueño?- seguía incrédulo.
-¡¿Cómo va a ser un sueño, si lo he sentido tan cerca?! Harry... Tanto tú como cualquiera, sabemos muy bien que eso no lo hubiera hecho jamás... Pero lo hizo- decía un poco más calmada, aunque algo nerviosa.
-Bueno... Le habías pedido una prueba y, por desgracia, solo se le ocurrió esa...- decía Harry, intentando convencerse de lo que acababa de oír.
-Harry, él me dijo que corremos peligro y que debemos de esconderte... Que debemos irnos de Hogwarts...- explicaba la joven Granger.
El chico la miró más sorprendido y, si antes no podía creer lo que oía sobre el beso de Malfoy, menos eso... ¿Cómo iba a huir de Hogwarts?
-Hermione, lo siento... Pero, Malfoy, te ha mentido- dijo Harry algo serio.
La muchacha se sorprendió al oír a su mejor amigo, pues nunca dudó de que fuera a discrepar de ella.
-Harry, sabes muy bien que nunca creería a Malfoy...- intentaba defenderse, pero el chico la interrumpió insistiendo en su postura.
-¡Eso es imposible, Hermione! Malfoy nunca fue de fiar, porque te haya dado un beso, eso no quiere decir que sea cierto- continuaba más indignado- estoy seguro de que todo es un plan, ¡eso es, un plan!-.
-Pero, Harry... ¡Él jamás me hubiera besado, por muy mala intención que tenga, jamás se hubiera rebajado a hacer algo así!- discutió Hermione bastante enfadada.
Harry no supo cómo contrarrestar a esa alegación y decidió mantener el silencio. Algo, dentro de él, le hacía pensar que podría ser una posibilidad que corrieran peligro... Pero, Draco Malfoy, nunca fue de fiar.
La joven, bastante destrozada de su confesión y de oír las hirientes declaraciones de su mejor amigo, decidió irse sin objetar nada más.
¿Acaso, Harry, podría tener razón? Pero, por mucho que se dedicara a pensarlo, nunca hubiera pasado algo así y menos con Draco Malfoy. Era algo totalmente imposible... Siempre fue atestada por el joven Slytherin, pero jamás hubiera tocado a Hermione por miedo a que se le contagiara alguna enfermedad mental como siempre tenía consigo el muchacho.
Solo se dedicaba a insultarla y a humillarla públicamente, pero nunca hubiera llegado tan lejos como había ocurrido esa mañana en la biblioteca.
Tal vez, Harry, no pudiera creérselo; pero estaba claro. Draco Malfoy decía la verdad.
Por si fuera poco, aún habían más problemas que se sumaban en aquella noche en la Mansión de la familia Malfoy.
En el despacho de Lucius Malfoy, se habían reunido los más allegados a éste y comenzaron a dialogar acerca de su gran acontecimiento.
-Lucius, amigo mío... Tu plan es muy arriesgado. El Ministerio de Magia no nos van a apoyar esta vez- dijo Stephen Parkinson.
-No necesitamos el Ministerio, querido amigo. Mañana iré a declarar mi inocencia y Potter nos va a ayudar- dijo muy confiado Lucius.
-Estás loco, Malfoy. ¿Acaso piensas arriesgarte por ese mocoso? El señor tenebroso murió por su culpa ¿y piensas que te va a ayudar ante el Ministerio?- discrepó Richard Redforth.
Este hombre era robusto, de cabello corto y rubio; sus ojos eran negros e intensos; y sus ropas parecían harapos y de colores oscuros.
Dicho mago, había logrado escapar de Azkaban hacía muchos años y conocía a la familia Malfoy desde que era un infante.
-Richard, no me sorprende tu innecesario don para faltar a mi inteligencia. Sin embargo, he de comunicarte que, ese mocoso, es quien nos ayudará a limpiar todo el mundo mágico...- explicaba Lucius muy airoso y con una sonrisa.
Redforth rió escandalosamente y, al finalizar su burlona carcajada, miró a Lucius Malfoy con una sonrisa de convencimiento en su postura.
-Lucius, Lucius... Amigo mío, ojalá pudieras ver lo mismo que veo yo- murmuraba éste.
-¡No te consiento que vengas a burlarte en mi propia casa, Richard! Si estás de acuerdo conmigo, quédate y sométete al plan y si no es así, ya puedes irte por donde has venido- concluyó Malfoy, bastante irritado.
Redforth no parecía afectado por las duras palabras de su anfitrión, sin embargo, decidió continuar con lo planeado y no objetó ni una sola palabra más.
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