domingo, 16 de junio de 2013

44. Morfin Gaunt y la ceremonia.

El cielo estaba despejado en aquella última noche de invierno, ya que se podía apreciar las incontables estrellas y el frío casi había desaparecido. De repente, algo más hace protagonismo en el hermoso paisaje nocturno.
Eran tres magos sobrevolando en sus escobas y de camino hacia la prestigiosa escuela de magia y hechicería.
Iban a gran velocidad, pues habían recibido la inesperada carta del director Dumbledore donde explicaba la gravedad de la situación en la que se encontraban.
Eran Igor Karkaroff, Viktor Krum y un joven rubio de ojos azules, su nombre era Tom Ivanov. Ya podían divisar las altas torres de Hogwarts, después de varias horas de vuelo.
-¿Cree que es buena idea contar con Karkaroff, señor director?- preguntaba una preocupada McGonagall. Llevaba su mano izquierda vendada, pero no era nada grave.
Horace también estaba herido y por suerte no era de alto riesgo, aunque necesitaba reposo.
-Dejó su lealtad hacia Voldemort hace muchos años, Minerva- concluyó y alzó su vista al cielo desde los terrenos de Hogwarts, para recibir a sus tres visitantes.
En ese momento, los tres compañeros rusos, toman tierra y el director de la escuela Durmstrang se dirige hacia Dumbledore.
-Años han pasado sin vernos, Aberforth- dijo con una sonrisa y con ese acento ruso, típico de él.
Ambos directores se abrazaron amistosamente y se encaminaron hacia el interior de la escuela.
-Desde que recibí tu carta, no hice otra cosa que venir lo más rápido que podía- murmuraba Igor Karkaroff bastante preocupado, la posible llegada de Lord Voldemort no pasaba desapercibida para éste.
-Y has hecho bien, querido amigo... Los mortífagos han conseguido el antiguo diario de Tom Riddle y también a Harry Potter- explicaba.
Karkaroff tragó saliva, sabía que su vida podía correr peligro si Voldemort volviera a la vida.
-¿Qué tienes pensado hacer?-.
-Si no me equivoco, mañana por la noche se convocará la ceremonia para revivir a Voldemort- continuaba, ya entrando por las enormes puertas del castillo- Tenemos muy poco tiempo para recuperar a Harry y destruir el diario-.
-Dumbledore, ambos sabemos que eso es imposible... Nadie puede destruir el diario salvo...- lo interrumpió el director.
-Salvo un Slytherin que se sacrifique de corazón por un Gryffindor-.
McGonagall podía escuchar la conversación y solo se le vino a un joven mago en su memoria, Draco Malfoy.
Sin embargo, en la mansión Riddle, éste se encontraba en un mar de dudas y de lágrimas. La pérdida de su madre era el golpe más duro que había podido recibir y se sentía culpable de no haberla podido proteger en un momento así.
Lloraba con rabia e impotencia y era imposible que hallara consuelo en nada ni en nadie.
-Draco, hijo...- murmuró Lucius. Estaba en la entrada de la pequeña habitación en la que se encontraba el muchacho.
-Toda la culpa es mía- dijo éste entre dientes y sin mirar a su padre. Solo podía estar sentado en aquella polvorienta cama y de cara hacia la puerta, pero en ningún momento dirigió su mirada hacia su padre.
Sus grisáceos ojos estaban llenos de lágrimas y cabizbajo con sus manos enlazadas entre sí.
Lucius sintió remordimientos, sabía que la culpa no la tenía su hijo y quiso animarlo de algún modo, por lo que cerró la puerta y tomó asiento al lado de éste.
-Draco, tú no podías haber hecho nada... No estabas allí- tomó aliento, mientras aguantaba el deseo de llorar- Yo debí de haber hecho algo, pero fui un cobarde y huí-.
El chico cesó de llorar para poder atender a lo que hablaba su padre y poco a poco fue alzando su vista hacia él.
Cuando pudo mirar el rostro de Lucius, solo halló odio y locura.
-El que debía de haber muerto era yo- dijo con una media sonrisa y mirando hacia la nada.
-¿Por qué dices eso?- murmuró el joven Slytherin.
-Tu madre no murió por culpa de un dementor... Fue por culpa de Severus, ¡Severus Snape nos traicionó y la huida de Potter obligó a Morfin Gaunt a matar a tu madre!- confesó mirando a su primogénito con lágrimas en los ojos y con mirada enloquecida.
Draco comprendió que le habían mentido y se levantó de su asiento.
-¡¿No lo entiendes?! ¡Todo ha sido culpa de ellos! ¡Solo de ellos!- alzaba más su voz.
El chico negó con la cabeza y salió de la habitación, estaba bastante impactado con todo lo que había vivido y ahora que escuchó esta horrible confesión, sintió que ya nada le quedaba.
Al salir, cerró la puerta y bajó las escaleras... Pero se encontró con el que menos deseaba ver, era Morfin Gaunt y una joven de capucha roja.
-Vaya, vaya... Draco Malfoy- dijo el anciano con una macabra sonrisa.
El chico tragó saliva e hizo una leve reverencia, para no ser descubierto como traidor.
-No hace falta que finjas ante mí, muchacho- continuaba aún con esa misma expresión- Sé muy bien de tu falsa lealtad-.
Las manos frías del chico comenzaron a temblar del pánico y no supo qué decir para salvarse.
-Eso no es así, mi señor- intervino Lucius, acompañado de Redforth y del señor Parkinson.
Morfin alzó su mirada hacia él, pero borró su sonrisa y reflejó enojo.
-Mi hijo siempre ha sido leal al señor tenebroso y tanto es así, que él mismo me ha pedido ser el que dirija la ceremonia- mintió el patriarca de los Malfoy con una distinguida sonrisa, pero su mirada enloquecida no pasaba desapercibida.
Morfin Gaunt asintió con una media sonrisa y volvió a depositar su mirada a Draco.
-Siempre se descubre antes a un mentiroso que a un cojo, muchacho- concluyó y se encaminó hacia un pequeño sillón.
La joven encapuchada se quitó el gorro de su capucha y lució su corto cabello blanquecino.
Tenía los ojos azul claro y su piel era blanca como la nieve. Su nombre era Melissa Stevens y su carácter siempre fue frío y distante.
-¡Draco!- se alegró Pansy de verlo y corrió a abrazarlo.
Éste no quiso alarmar a nadie y correspondió el abrazo, pero no con mucha empatía.
-Pensé que habías muerto- susurró la joven Slytherin aún abrazándolo.
-Ojalá- dijo mucho más bajo que su compañera, pues no deseaba que le escuchara.
-Lucius Malfoy- llamó el anciano.
Éste descendió las escaleras y se arrodilló ante Morfin.
-Tráeme a Harry Potter, quiero verlo- ordenó con esa misma sonrisa.
-Sí, mi señor- obedeció y ordenó a que trajeran a Harry de la habitación en la que se encontraba.
Draco apartó a Pansy, quiso saber qué iban a hacer con su compañero Gryffindor y esperó al final de las escaleras.
Hasta que, al fin, traen al joven Potter de su prisión. Estaba atado, débil de luchar contra los internos impulsos que le provocaba Voldemort y cansado.
-Vaya, vaya... Así que, tú eres Harry Potter, el niño que sobrevivió- dijo el anciano, bastante satisfecho con el trabajo de los mortífagos.
El joven Slytherin deseaba sacar a Harry de ese lugar, pero él solo no podría contra todos los aliados del señor tenebroso.
Harry miró hacia el anciano y se sorprendió al reconocerlo, sabía ante quién estaba y sus ojos lo miraron con ira.
-¡Eres un miserable!- gritó el joven Gryffindor.
Morfin comenzó a reír a carcajada y con él, todos los allí presentes menos Draco.
-Dígame una cosa, joven Potter, ¿sabe quién llevará a cabo la ceremonia de mañana?- decía éste con esa horrible sonrisa.
El chico tornó su mirada a incertidumbre y Morfin señaló con su mano hacia Draco.
Cuando Harry miró hacia su compañero Slytherin, bajó su mirada y tragó saliva.
-Ya podéis llevároslo- concluyó éste, mientras tomaba su habitual taza de té que le preparaba Melissa.
Cuando se llevaban a Harry hacia la habitación, el chico puso un poco de resistencia, pues quería expresar una pequeña petición.
-Si Malfoy es el que ejecutará la ceremonia, quisiera hablar con él- murmuró Harry.
El anciano dio un pequeño sorbo a su taza y miró hacia el chico.
-¿Hablar con Draco Malfoy? Curiosa petición- dijo con interés.
-Deseo pedirle un único favor... Como mi última voluntad- detalló el joven Potter.
-¿Y por qué debe de ser él?- se interesaba aún más.
-Porque es el responsable de que me haya fiado de él- concluyó y Morfin asintió, después de haber meditado unos segundos.
Draco siguió a los dos dementores que custodiaban a su compañero Gryffindor hasta la habitación.
El resto de compañeros estaban en una habitación a parte y ajenos a lo que pasaba.
Cuando entraron, los mortífagos esperaron a fuera y dejaron que ambos compañeros hablaran en privado.
-Potter, sabes que yo no...- intentaba explicarse, pero Harry lo miró con una pequeña sonrisa.
-Sé que no es lo que deseas, yo tampoco deseo morir... Pero nadie puede hacer nada ya- explicaba éste con una voz apagada y manteniendo esa sonrisa.
-Puede que Snape y Dumbledore consigan llegar antes de...- volvió a ser interrumpido.
-Malfoy, quiero que protejas a mis amigos, sobretodo a Ginny- continuaba- Ella es lo único que amo en este mundo y deseo que siga viviendo sana y salva-.
Draco bajó la mirada y tragó saliva.
-A tus amigos no les va a hacer gracia que yo sea el que dirija la ceremonia...- explicó.
-Me consuela que seas tú, porque así no dudarán de ti y podrás liberar a los demás- detalló- ¿Lo harás?-.
Draco no tuvo más remedio que asentir, aunque su corazón no parecía dispuesto a matar a su compañero Gryffindor.

DRACO MALFOY

HERMIONE GRANGER, RON WEASLEY Y HARRY POTTER

DRAMIONE

RON, HERMIONE, LUNA, HARRY, GINNY Y NEVILLE

SEVERUS SNAPE







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