sábado, 9 de marzo de 2013

30. Un sacrificio de corazón.

La mañana comenzaba a abrirse camino en todo el país, aún era bastante temprano; sin embargo, dos líneas de humo negro iban sobrevolando el azulado cielo.
Ascendían y descendían, sin menguar la velocidad que llevaban desde Rumanía en la noche anterior.
Su rumbo estaba fijado en la antigua mansión Riddle, era tiempo de volver y aprovechar cada milésima de segundo que les quedaba. Nadie los esperaba en ningún momento y tampoco habían alertado a los dementores; pues habían dado por concluida la búsqueda.
A tan solo unos kilómetros, un encapuchado alzó su barita y conjuró un hechizo.
-Incarcerous- murmuró.
De repente, comenzaron a salir miles de sogas de la oscura barita y que atravesaban la suave brisa, consiguiendo enredar a ambos magos.
Éstos no se lo esperaban y tampoco podían maniobrar con tanta facilidad, habían sido atados fuertemente y descendieron hacia este misterioso mago.
El encapuchado hizo un gesto con su barita y consiguió amortiguar la caída de ambos mortífagos.
-¡Maldita sea!- gruñó Lucius Malfoy, mientras intentaba desenredarse de aquellas cuerdas.
-Vaya, vaya... ¿Señores Malfoy?- dijo éste muy calmadamente y casi con un tono de falo asombro.
Ambos alzaron sus ojos, para averiguar quién los había hechizado y se asombraron en gran manera al descubrirlo.
-¿Cómo es posible? ¡Tú estabas muerto!- casi parecía muy enfurecido.
-Meras apariencias, querido amigo- sonrió levemente.
-¿Qué es lo que quieres?- contenía, como podía, su ira.
Éste ancló su rodilla derecha y miró hacia el señor Malfoy.
-Lo sabe muy bien, ¿qué sería sino?- susurró.
Narcissa y Lucius entendieron a lo que se refería.
-Llévanos hasta Draco y te daremos lo que quieres- acordó ésta.
Él la miró y mantuvo el silencio, por largo rato.
Mientras tanto, en la prestigiosa escuela de magia, Neville andaba algo apresurado por el alargado pasillo y con un libro bajo su brazo.
Iba de camino hacia la biblioteca, apenas miraba hacia la derecha o izquierda.
-Hey, Neville, ¿te apuntas a una partida de ajedrez?- animó Seamus, con el tablón del juego en sus manos.
-Lo siento, estoy algo ocupado- siguió su camino.
-Vale... Cómo quieras...- murmuró, un poco extrañado.
El joven Longbottom apresuró un poco más su paso, hasta que consiguió divisar las enormes puertas de la biblioteca.
En ese momento, sale la joven Lovegood; parecía como si fuera hacia los dormitorios.
-¡Luna, Luna espera!- dijo, mientras corría más aprisa hacia ella.
-Oh, Neville, menos mal- continuaba con esa mirada algo despistada- Estaba a punto de buscarte... ¿Todo bien?-.
-Sí, el director me dijo que busquemos esto y luego a Harry- susurró, lo suficiente para que solo pudiera oírle su compañera.
-Está bien, vamos- hizo un gesto la joven para tomar el brazo de éste y caminaron, rápidamente, hacia los dormitorios de la casa Ravenclaw.
Habían hecho bien en hablar en voz baja y en ir hacia la sala común de la joven Lovegood, pues estaban siendo vigilados por unos azulados ojos y de la casa Gryffindor.
-¿Y bien? ¿Has podido averiguar algo?- le dijo Parkinson a su compañera Jessica.
-¿Tú has oído algo?- la miró muy seria.
La joven Slytherin negó con la cabeza.
-Pues es obvio que yo tampoco- se enfurecía.
-Lo que está claro, es que irán a buscar a Potter- murmuraba Pansy, intentando calmarse para no lanzar un hechizo a su insoportable compañera.
-Sí, pero ni nosotras sabemos en dónde pueden estar...- meditaba.
-¿Podría ser que, Draco, los llevara hacia la mansión de los Riddle?- dudó.
Jessica la miró y reflexionó en esa posibilidad.
-Solo hay un modo de averiguarlo...- suspiró y comenzó a andar hacia la clase de pociones. Parkinson no tardó en seguirla.
Las piezas comenzaban a moverse y pudo notarlo el joven Malfoy.
A duras penas pudo dormir, había estado pensando en sus padres y en su situación con sus compañeros Gryffindor.
¿Qué estaba bien? ¿Qué se debía de hacer? ¿Dónde estaban sus padres? ¿Qué era lo que deseaba, realmente?
Unos suaves pasos fueron descendiendo las frías escaleras.
-¿Malfoy? ¿Estás bien?- susurró Hermione, para no despertar a los demás.
Estaba vestida con unos pantalones vaqueros y un suéter de color beige.
El chico miró hacia ella y asintió con una leve sonrisa.
-Sí... Solo que no he dormido muy bien- dijo con el mismo tono que la joven.
Ella se sentó a su lado y bajó su mirada.
-¿Es por la pregunta que te hice? ¿Por lo de tus padres?- se preocupó de que haya dañado al chico con sus dudas.
-Un poco sí, pero estoy seguro de que estarán bien...- disimulaba con esa misma sonrisa.
Ella también sonrió levemente y volvió a descender su mirada.
-Oye, Granger... ¿De verdad te fías tanto de mí?- miró hacia la quebrantada ventana.
Ella lo miró algo sorprendida, aunque intentó disimular su asombro.
-¿Por qué me lo preguntas?- murmuró, con cierta normalidad.
-Tus amigos no me tragan, es evidente que tú menos- casi burló.
Hermione sonrió y asintió.
-Demuéstrame que puedo confiar en ti y lo haré- concluyó con una mirada de esperanza en los grisáceos ojos de su compañero.
Por un momento, quedaron en silencio y fueron acercando sus rostros, poco a poco.
No cesaban de mirarse hacia los ojos y tampoco podían controlar las constantes palpitaciones que retumbaban en sus pechos.
La respiración se hacía más corta, cada vez que se acercaban más y más.
-Buenos días- alzó la voz el joven pelirrojo y desde el comienzo de las escaleras.
Draco cerró sus ojos con cierta ira controlada y miró hacia Ron.
Hermione se levantó del sillón y caminó hacia la cocina.
-¿Todo bien, Malfoy?- decía Ron, mientras bajaba las escaleras y mirando hacia su rival.
El chico sonrió y se incorporó.
-Lo cierto, es que sí. Oye, Weasley, ¿puedes volver más tarde?- continuaba con esa sonrisa desafiante- Es que, pienso pedirle matrimonio a Granger-.
Esto enfureció al joven pelirrojo y se dirigió hacia el chico Slytherin.
-¡Como se te ocurra hacerle daño, te juro que...!- gruñía entre dientes.
-¿Qué? ¿Me vas a matar? Qué miedo- tentaba a su suerte con esa burlona sonrisa.
Ron le agarró, fuertemente, del cuello y levantó su puño; a punto estuvo de golpearlo cuando Hermione salió en su defensa.
-¡No lo hagas!- suplicaba.
Esto alertó al joven Potter y a Ginny.
-¡Ya está bien, Hermione! ¿No te das cuenta de que solo te está utilizando, para hacernos daño?- le soltó y dirigió su atención a la muchacha.
-¡Me ha dado motivos para confiar un poco más en él, Ronald!- insistía en su postura.
Ron comenzó a reír irónicamente y volvió a mirarla.
-¿Quieres ser ciega y estúpida? Muy bien, adelante- continuaba y borrando su sonrisa- Pero luego no vengas a buscarme, porque me importará un bledo lo que te haga-.
Hermione sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, pero no quiso decir ni una sola palabra.
-¡RON!- exclamó Harry, pues no deseaba ver cómo se separaban sus mejores amigos.
El pelirrojo se encaminó hacia el porche y el joven Potter le siguió, para intentar solucionarlo.
Draco se entristeció, tampoco pretendió hacerle daño a su castaña compañera.
-Granger, yo...- intentó decir, pero Ginny se le adelantó.
Ella la tomó de la muñeca y miró, desafiante, a su compañero Slytherin.
-Ya me encargo yo, maldita serpiente- y continuó su camino hacia la habitación de Hermione.
Éste se enfureció consigo mismo, con todo lo que hacía y entró en la cocina.
Golpeó, con todas sus fuerzas, la endurecida pared y ni si quiera se inmutó del dolor. Dejó que la sangre comenzara a brotar de sus nudillos y unas cristalinas lágrimas se dibujaron en sus hermosos ojos.
Intentó no llorar demasiado, por si podrían descubrir esta faceta nueva y luchó por controlar sus lágrimas.
Las convivencia empeoraba y no sabían qué hacer para poder evitarlo, ¿acaso, debía ser así?
Sin embargo, una pequeña llama de esperanza, resurgió en la sala común de Ravenclaw.
-¿El diario de Tom Riddle?- murmuró Neville, al leer el envejecido libro que tanto guardó el director Dumbledore y su hermano.
-Con razón, Harry, volvió a tener esos sueños y visiones...- dijo Luna, mirando a su compañero.
-Voldemort quiere volver a la vida, por medio del diario y de Harry...- concluyó el muchacho con un rostro bastante preocupado.
-Sí, pero ahora debemos encontrarlo y destruirlo- cogió el libro.
-¿Y cómo debemos hacerlo?- miró con extrañeza.
Luna se asombró de lo que acababa de leer.
-¿Qué? Luna, ¿qué pasa?- se asustaba más.
Ella miró hacia Longbottom, bastante perpleja.
-Con la sangre de un nuevo mago...- murmuró.
Neville abrió, grandemente, sus ojos.
-Pero, ¿quién?- tragó saliva.
-No lo sé- miró al libro- Solo dice: aquel que esté dispuesto a sacrificarse de corazón...-.
-Luna, todos somos amigos de Harry... Y queremos que se salve...- interrumpió Neville.
Ella negó con la cabeza.
-Debe ser un Slytherin- concluyó con una entristecida mirada, porque sabía que no era nada fácil hallar a un Slytherin que sea capaz de arriesgar su vida por la de un Gryffindor y mucho menos por Harry Potter.

DRAMIONE

DRACO MALFOY, RON WEASLEY, HARRY POTTER, HERMIONE GRANGER Y LUNA LOVEGOOD

HOGWARTS








2 comentarios:

  1. Hola!
    Bueno, la verdad es que la historia no está nada mal, es decir, hacia donde la quieres abarcar, sin embargo dejas muy evidente lo que pasará más adelante con la conversación que mantienen Neville y Luna al final del capítulo.
    En conclusión, para mi está bastante bien, lo único que le encontré fue esa cosita al final que creo que no es tampoco mucha cosa. Eso sí, este capítulo me da la sensación de que es muy corto no? O eso me parece a mi. En fin, MUY BIEN HECHO! me gusta :)

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    1. Hola, es cierto que es un pelín corto... Es que tengo muchas cosas y no quise añadirlas a este capítulo, porque quiero ponerle un poco más de intriga. En el caso del final, es evidente que quise destapar un poco lo del final de DraMione; sin embargo, no es del todo lo que parece. Gracias por tú comentario y por dar tu opinión sincera, muchos saludos y espero que te guste la continuación.

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