Era un mensaje corto y muy importante; estaba dirigido para el director Aberfoth Dumbledore. Éste, salió al jardín y alzó su brazo a una lechuza de plumaje gris. Snape le entregó su pequeño mensaje al animal y con un gesto, ésta comenzó a volar.
Aún hacía frío y las nubes no parecían que fueran a disiparse en todo el día.
Comenzó a subir las escaleras que llevaban a la habitación de Harry y se quedó en la entrada, mirando hacia el chico que descansaba en su cama.
Ginny estaba sentada en una vieja silla y al frente de éste, tomando su mano y un poco más calmada.
-El director no tardará en venir- murmuró Severus, serio y mirando hacia Ron que estaba de pie y detrás de su hermana pequeña.
El chico asintió, manteniendo sus brazos cruzados y retomando su mirada en su mejor amigo.
-¿Qué es lo que le ha pasado, profesor?- susurró Ginny, casi entrecortada.
-Ginny...- intentaba decir su hermano.
-¡No! Quiero saberlo...- interrumpió y dirigió su atención al antiguo profesor.
-El señor Potter necesita descansar- continuaba, mientras caminaba hacia la joven pelirroja y entregándole una poción fortalizante- Dele dos gotas cada cuatro horas-.
Ella quiso insistir, pero conocía muy bien a su profesor y sabía que no le iba a decir nada por el momento.
Mientras tanto, Hermione había permanecido sentada en el porche y meditando en lo que le había acabado de suceder. Draco había salvado su vida y se había arriesgado ante Lord Voldemort; la prueba definitiva había llegado y parecía ilusionada. Sin embargo, era un golpe muy duro el ver a su mejor amigo así... Dirigido y manipulado por ese horrible ser.
-¿Granger?- murmuró el joven Slytherin, desde la entrada.
Ella volteó y miró hacia éste.
-¿Estás bien?- se preocupó.
-Sí... Solo estoy un poco... Bueno...- comenzó a llorar por Harry.
Draco se acercó hacia ella y tomó asiento.
-Lo siento, no sabía que fuera a pasar algo así, tan...- intentaba consolar, pero no hallaba palabras.
El chico sabía muy bien que Harry tenía poco tiempo y muy poca fuerza de voluntad; deseaba encontrar lo que tanto anhelaban sus padres y destruirlo... Pero ni tan si quiera sabía qué era.
-¿Sabes? Ahora te creo, sé que has cambiado- continuaba la castaña con una hermosa sonrisa- Me has salvado la vida y te has enfrentado a Voldemort. Confío, plenamente, en ti-.
Draco sonrió y bajó su mirada, para tomar la mano de su compañera.
-Lo haría todas las veces que fueran necesarias, para protegerte- la miró a los ojos. Desde ese momento, Hermione se había convertido en lo más importante para él y no deseaba que desapareciera de su vida.
Ella se ruborizó un poco y descendió su mirada.
-Qué enternecedor- continuaba Snape, desde la entrada del porche- Lástima que no sea tan propio de ti, Draco-.
El chico miró hacia éste, ¿por qué había dicho tal cosa? Es cierto, que fue bastante irritante para sus compañeros Gryffindor y que había estado bajo el mando de Lord Voldemort; pero había cambiado y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para seguir mejorando.
-Perdone, pero Malfoy ha cambiado- defendía Hermione- Ya no es el mismo de hace 7 años-.
-Por supuesto- dijo con un tono algo irónico y serio.
-¿Qué es lo que quiere?- dijo el chico.
-Tengo que hablar con usted y...- miró hacia la joven- A solas-.
Draco miró hacia la muchacha y ella asintió.
No tardó en levantarse y entrar en la horrible mansión.
-¿Qué es lo que quiere?- volvió a insistir, aún sentado en su asiento y serio.
-Vaya, no esperaba verte como un héroe, Draco- continuaba con ese tono irónico- Y mucho menos, aparentar que has cambiado de padecer-.
-Se equivoca conmigo, yo...- intentaba defenderse, algo irritado aunque manteniendo la calma.
-¿Estás seguro? ¿De verdad que me equivoco?-desafiaba con la mirada.
El chico entendió a lo que se refería y tragó saliva.
-¿Cómo están?- murmuró.
-Enloquecidos- continuaba- ¿Has llegado a confesar lo que pretendías, en realidad?- seguía presionándolo.
Él bajó la mirada, lleno de impotencia.
-Quisiera, pero no puedo...- dijo entre dientes.
-Claro. Draco, ¿acaso no sabes que los has sentenciado a muerte?- continuaba- Tu padre tiene el diario que libraría a Potter y ha vuelto, pero no para acabar con Voldemort-.
El chico comprendía la gravedad de la situación,pero él amaba a Hermione y comenzó a creer en la verdadera amistad que poseían sus compañeros Gryffindor; sin embargo, todo ha dado un vuelco muy grande y se sintió culpable.
¿Acaso, el destino le había engañado? ¿Tal vez se ilusionó en algo que no era para él? Todo era una simple ilusión y el que quisiera cambiar, tampoco valía.
-¿Qué hago?- murmuró el chico, rindiéndose.
-Vendrás conmigo, hay mucho trabajo por hacer- continuaba- Tú y yo no podemos cambiar, Draco. Somos lo que somos y si estás dispuesto a mejorar, hazlo en las sombras como estoy haciendo yo-.
-¿Me está diciendo que debo dejarles ir y quedarme a ayudarle?- le costaba asimilar el apartarse de Hermione.
Snape asintió y esperó la respuesta del muchacho.
Malfoy meditó, pero le dolía acceder a esa idea e intentaba buscar otra solución.
-No hay otra opción, Draco- insistió.
-Quiero pensarlo mejor, deme hasta esta noche- rogó, algo irritado.
-Tú mismo, pero solo hasta esta noche- concluyó y entró en la mansión.
¿Por qué tenía que ser tan difícil cambiar? Es cierto que no merecía tanto amor y fraternidad; pero también deseaba cambiar... ¿Es que es imposible? ¿No se lo merece? No quiere alejarse de Granger y dejarla a su suerte; sin embargo, el que sus padres estén luchando por revivir a Voldemort podía sentenciarla a muerte.
Hacer lo correcto y que nadie sepa que lo ha hecho él o permanecer lejos de la joven Gryffindor... Debía pensarlo bien.
Mientras tanto, en el oscuro callejón Nocturn se hallaba la vieja taberna El Dragón Rojo. Allí iban magos y brujas que habían estado en Azkaban o aún están en busca y captura.
Todos tenían un aspecto anciano y horrible, daban miedo con solo verlos. Nunca han tramado nada bueno, pero tampoco intentaban nada para no ser descubiertos.
Al fondo de la taberna, se encontraba una mesa polvorienta donde estaba sentado Redforth; estaba esperando a los Malfoy y aprovechó para fumar hasta que llegaran.
-¿Te ha seguido alguien?- susurró un hombre que se encontraba sentado de espaldas a éste.
-¿Y a vosotros?- sonrió al reconocer la voz de Lucius.
-¿Has avisado a los demás?- continuaba con la conversación, mientras tomaba asiento en la misma mesa que su compañero.
-Sí, vendrán más tarde... Ya sabes, los dementores- casi burlaba, Redforth.
-Déjate de bromas, Richard- amenazó con la mirada.
Éste asintió y apagó su cigarro.
-Tenemos un intruso y nos ha delatado- continuaba y bajando más su voz- Está cuidando del chico y me ha robado la barita de Saúco-.
-El señor Voldemort debe estar muy orgulloso de ti, Malfoy- sonreía.
-¡Calla! Por suerte, aún tenemos el diario- intentó calmarse.
-Está bien, está bien... ¿Quién es ese traidor?- se puso un poco más serio.
-El mismo que te ha instruido en todo este tiempo- sonrió Lucius, pues sabía lo doloroso que le sería para éste.
Redforth cambió su rostro y se enfureció.
-Eso no ha tenido gracia, Malfoy- continuaba manteniendo, como podía, la calma- Así que, déjate de bromas-.
Lucius negó con la cabeza y manteniendo esa misma mueca.
-Lo siento, pero es cierto- concluyó.
Richard miró a otro lado, enfadado e intentando no montar un número en aquel lugar.
Severus Snape le había instruido desde niño y le costaba entender que fuera un traidor.
La noche estaba apunto de llegar y Harry había despertado. Estaba mejor y sentía menos peso de su interior.
-¿Cómo te encuentras?- le preguntó Hermione, en voz baja y no despertar a Ginny.
-Estoy mejor... Siento mucho lo que pasó antes, no pude y...- intentaba excusarse.
-Harry, sabemos que no eras tú- continuaba con una sonrisa- Además, el director está en el comedor con el profesor Snape-.
-¿El director?- se extrañaba.
-Sí, lo mejor será que salgamos de este lugar- murmuró Ron, aliviado de ver mejor a su amigo.
-Pero, aún no hemos encontrado... Bueno, lo que quiera que sea que dijo Malfoy-.
-Harry, aquí no está- detalló Hermione.
El joven Potter se quedó meditando en ello.
-Por cierto, Harry, ¿has visto lo que ha hecho Malfoy?- dijo Ron.
-No del todo...- miró a su amigo.
-Ron...- se ruborizó la castaña.
-Creo que decías la verdad, Hermione. Malfoy ha cambiado, no parece mal tío- confesó.
Harry se asombró por lo que había oído y miró a su amiga.
-Bueno, lo importante es que estás mejor y que Ginny ha podido dormir más tranquila- dijo Hermione.
El chico miró a la pelirroja compañera, que dormía en el pequeño sillón de la habitación y abrigada con una sábana.
-Sí, no se separaba de tu lado- añadió Ron.
Harry sonrió y comenzó a sentirse afortunado de estar con una chica tan maravillosa como Ginny. La quiere con todo su corazón y decide seguir luchando por ella.
-Draco, entiendo que no es tu intención, pero estás poniendo en riesgo a los demás- susurraba Dumbledore, intentando no alertar a los demás.
-No se preocupe, ya he tomado una decisión- dijo el chico, bastante seguro.
-¿Qué hago?- murmuró el chico, rindiéndose.
-Vendrás conmigo, hay mucho trabajo por hacer- continuaba- Tú y yo no podemos cambiar, Draco. Somos lo que somos y si estás dispuesto a mejorar, hazlo en las sombras como estoy haciendo yo-.
-¿Me está diciendo que debo dejarles ir y quedarme a ayudarle?- le costaba asimilar el apartarse de Hermione.
Snape asintió y esperó la respuesta del muchacho.
Malfoy meditó, pero le dolía acceder a esa idea e intentaba buscar otra solución.
-No hay otra opción, Draco- insistió.
-Quiero pensarlo mejor, deme hasta esta noche- rogó, algo irritado.
-Tú mismo, pero solo hasta esta noche- concluyó y entró en la mansión.
¿Por qué tenía que ser tan difícil cambiar? Es cierto que no merecía tanto amor y fraternidad; pero también deseaba cambiar... ¿Es que es imposible? ¿No se lo merece? No quiere alejarse de Granger y dejarla a su suerte; sin embargo, el que sus padres estén luchando por revivir a Voldemort podía sentenciarla a muerte.
Hacer lo correcto y que nadie sepa que lo ha hecho él o permanecer lejos de la joven Gryffindor... Debía pensarlo bien.
Mientras tanto, en el oscuro callejón Nocturn se hallaba la vieja taberna El Dragón Rojo. Allí iban magos y brujas que habían estado en Azkaban o aún están en busca y captura.
Todos tenían un aspecto anciano y horrible, daban miedo con solo verlos. Nunca han tramado nada bueno, pero tampoco intentaban nada para no ser descubiertos.
Al fondo de la taberna, se encontraba una mesa polvorienta donde estaba sentado Redforth; estaba esperando a los Malfoy y aprovechó para fumar hasta que llegaran.
-¿Te ha seguido alguien?- susurró un hombre que se encontraba sentado de espaldas a éste.
-¿Y a vosotros?- sonrió al reconocer la voz de Lucius.
-¿Has avisado a los demás?- continuaba con la conversación, mientras tomaba asiento en la misma mesa que su compañero.
-Sí, vendrán más tarde... Ya sabes, los dementores- casi burlaba, Redforth.
-Déjate de bromas, Richard- amenazó con la mirada.
Éste asintió y apagó su cigarro.
-Tenemos un intruso y nos ha delatado- continuaba y bajando más su voz- Está cuidando del chico y me ha robado la barita de Saúco-.
-El señor Voldemort debe estar muy orgulloso de ti, Malfoy- sonreía.
-¡Calla! Por suerte, aún tenemos el diario- intentó calmarse.
-Está bien, está bien... ¿Quién es ese traidor?- se puso un poco más serio.
-El mismo que te ha instruido en todo este tiempo- sonrió Lucius, pues sabía lo doloroso que le sería para éste.
Redforth cambió su rostro y se enfureció.
-Eso no ha tenido gracia, Malfoy- continuaba manteniendo, como podía, la calma- Así que, déjate de bromas-.
Lucius negó con la cabeza y manteniendo esa misma mueca.
-Lo siento, pero es cierto- concluyó.
Richard miró a otro lado, enfadado e intentando no montar un número en aquel lugar.
Severus Snape le había instruido desde niño y le costaba entender que fuera un traidor.
La noche estaba apunto de llegar y Harry había despertado. Estaba mejor y sentía menos peso de su interior.
-¿Cómo te encuentras?- le preguntó Hermione, en voz baja y no despertar a Ginny.
-Estoy mejor... Siento mucho lo que pasó antes, no pude y...- intentaba excusarse.
-Harry, sabemos que no eras tú- continuaba con una sonrisa- Además, el director está en el comedor con el profesor Snape-.
-¿El director?- se extrañaba.
-Sí, lo mejor será que salgamos de este lugar- murmuró Ron, aliviado de ver mejor a su amigo.
-Pero, aún no hemos encontrado... Bueno, lo que quiera que sea que dijo Malfoy-.
-Harry, aquí no está- detalló Hermione.
El joven Potter se quedó meditando en ello.
-Por cierto, Harry, ¿has visto lo que ha hecho Malfoy?- dijo Ron.
-No del todo...- miró a su amigo.
-Ron...- se ruborizó la castaña.
-Creo que decías la verdad, Hermione. Malfoy ha cambiado, no parece mal tío- confesó.
Harry se asombró por lo que había oído y miró a su amiga.
-Bueno, lo importante es que estás mejor y que Ginny ha podido dormir más tranquila- dijo Hermione.
El chico miró a la pelirroja compañera, que dormía en el pequeño sillón de la habitación y abrigada con una sábana.
-Sí, no se separaba de tu lado- añadió Ron.
Harry sonrió y comenzó a sentirse afortunado de estar con una chica tan maravillosa como Ginny. La quiere con todo su corazón y decide seguir luchando por ella.
-Draco, entiendo que no es tu intención, pero estás poniendo en riesgo a los demás- susurraba Dumbledore, intentando no alertar a los demás.
-No se preocupe, ya he tomado una decisión- dijo el chico, bastante seguro.
LUCIUS MALFOY |
HERMIONE GRANGER Y DRACO MALFOY |
HARRY POTTER Y HERMIONE GRANGER |
RON WEASLEY Y HERMIONE GRANGER |
LUNA LOVEGOOD Y GINNY WEASLEY |
RICHARD REDFORTH, LUCIUS MALFOY Y STEPHEN PARKINSON |
No hay comentarios:
Publicar un comentario