Harry bajaba las escaleras, bien abrigado y seguido de Ron, también refugiado en su abrigo.
-Esto, Ron...- le susurró el joven Potter.
-¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal?- se preocupó.
-No, tranquilo. Necesito que tengas mi barita- dijo, mientras la tomaba y se la ofrecía a su pelirrojo amigo.
-Harry, pero...- se asombraba.
-Ron, por favor- continuaba, cada vez más bajo- Al menos, no quiero facilitárselo a Voldemort-.
Éste comprendió y accedió a la petición de su amigo.
-¿Todo bien, Harry?- dijo el director.
El chico dirigió su mirada hacia él y sonrió, levemente.
-Créeme, estarás bien- continuaba, a la vez que se acercaba al muchacho- Y no te quedes solo, pase lo que pase-.
Harry tragó saliva y no se atrevió a confesar el que tomaría cierta distancia con sus amigos. No quería volver a ponerlos en peligro, por un descuido así.
-¿Harry?- dudó Dumbledore.
-Sí, descuide- mintió lo mejor que pudo.
-Bien...- Aberfoth sabía que le había engañado, pero confiaba en que todo saldría como había planeado con los demás.
Mientras tanto, en la habitación de la joven Hermione, Ginny abrochaba su alargado abrigo verde oscuro y meditaba en su situación con su amado Harry.
-Yo ya estoy, ¿nos vamos?- dijo Hermione, al tomar su pequeño bolso de mano mágico.
-Hermione... Yo...- intentaba sincerarse, pero sentía un gran peso en su interior.
-¿Estás bien?- se acercó a su pelirroja amiga.
Ginny comenzó a llorar y volteó hacia su compañera.
-No... Es evidente que no estoy bien...- continuaba- Tengo miedo de estar con Harry y se supone que no debería de ser así; pero es que ya no me fío de él...-.
-Ginny, es normal...- intentaba animar.
-No lo entiendes- suspiró y tomó asiento en el borde de la cama.
Hermione no supo qué decirle y bajó la mirada.
-Ahora necesita mi apoyo y no puedo dárselo... No puedo...- aún seguía llorando.
-Sí, sí que puedes- se sentó al lado de ésta- Le quieres y tu miedo no es por Harry, es perderle-.
Ginny miró a Hermione, con mucha atención.
-Si le dejas solo, es posible que luche débilmente- animaba- Pero si te quedas, a pesar de tus miedos, él luchará con más fuerza y podría vencer al ataque de Voldemort. Ahora no puedes rendirte, Ginny- sonrió.
La joven Weasley parecía haberlo visto desde otro punto de vista y sonrió, agradecida.
Las dos amigas, se abrazaron fuertemente y no tardaron en bajar al gran salón.
-Ya estamos todos, Severus- dijo el director, al ver llegar a las dos muchachas.
Snape se encaminó hacia la polvorienta y destruida chimenea, mientras tomaba los polvos flu.
-Bien, confío en que sabréis viajar con esto- murmuró éste, al sacar el pequeño saco.
Todos asintieron y él extendió su brazo derecho a Ron.
-Usted primero, señor Weasley- llamó.
El pelirrojo entró en la chimenea, como pudo y tomó un pequeño puñado de los polvos flu.
-¿Qué digo?- miró a Snape.
-Castle Village- respondió éste.
Ron miró hacia el frente y extendió bien su brazo derecho, aún sosteniendo los polvos flu.
-¡Castle Village!- dijo claramente y una nube verde lo cubrió, haciéndole desaparecer.
-Señorita Weasley- ordenó Snape.
Ginny imitó a su hermano y desapareció igualmente.
-Señorita Granger-.
Hermione miró hacia Draco y él volvió a mirarla serio, como cuando se detestaban mutuamente.
-No tenemos todo el tiempo- apresuró Severus.
Ella tomó los polvos flu y desapareció de la mansión.
-Harry Potter- miró hacia el muchacho.
Éste se acercó y tomó posición; alzó su brazo, para tomar un pequeño puñado de los polvos flu y estuvo a punto de nombrar Castle Village.
-Cuídese- le susurró el antiguo profesor de pociones, sin voltear para mirarle.
-Igualmente- murmuró Harry y desapareció de la chimenea.
Malfoy no tardó en ocupar el interior de la chimenea y esperó a que su profesor le acercara el pequeño saco.
-Draco, cuida bien del grupo y no olvides lo que te he dicho- le recordó el director, con una mirada de confianza en él.
-Ya lo sé- miró hacia Dumbledore.
-Ya sabes qué hacer- también le recordó Snape, pero lo dijo en voz baja, para que no le oyera el director.
El chico lo miró serio, no asintió ni dijo más nada; solo tomó los polvos flu.
-Castle Village- dijo alto y decidido.
En ese momento, Draco toma posición en una chimenea bien cuidada y aseada.
Estaba en una gran estación mágica; al salir, observó que las paredes estaban hechas de ladrillos, dando una forma ovalada a la alargada pared. En ella, habían seis inmensas ventanas relucientes que daban hacia un amplio pasillo que llevaba a los impresionantes trenes.
Todos esperaron al joven Slytherin en la salida de la chimenea.
-¿Qué tren es el que tenemos que coger?- miró Ron a todos los trenes que estaban a punto de salir.
-El Ala 91...- dijo Harry, mientras miraba la nota que le había dado el director con las indicaciones que debía seguir para llegar a su destino.
Los cinco jóvenes salieron de la pequeña sala que poseía la chimenea y se encaminaron hacia el tren correspondiente.
Hermione iba delante con Ginny y volteó, disimuladamente, para mirar a Draco.
-Hermione, ¿estás bien?- le murmuró la pelirroja, al percatarse de su amiga.
-Malfoy está raro... Cuando le miré, en la mansión Riddle...- le susurraba ésta.
-Estará preocupado por lo de Voldemort, se ha enfrentado a él y tendrá miedo- pensó Ginny.
La castaña meditó en eso y lo vio como algo posible, pero algo la hacía dudar de ello. La mirada de Draco era fría, cruel y distante... Como si volviera a ser aquel chico Slytherin que tanto odió.
Finalmente, habían llegado hasta el tren Ala 91.
-Hola, jóvenes magos- dijo un hombre uniformado y con vigote negro.
-Hola... Esto, necesitamos ir a Rumanía y...- le explicaba Harry.
-¡Oh, señor Potter! ¡Es usted!- se impresionó éste.
El chico sonrió, tímidamente y miró de un lado a otro, esperando no ser diana para otros ojos.
-Disculpe, pero tenemos prisa y...- explicaba Hermione con una sonrisa educada.
-Oh, claro que sí- interrumpió- Disculpe, es que me había sorprendido. El director Dumbledore me ha hablado de usted y estábamos esperándole, señor-.
-¿El director?- murmuró Harry.
-Sí, él fue quien pagó vuestros pasajes de tren- detalló.
Los chicos se miraron, algo contentos, porque no contaban con tener dinero para pagar el tren y agradecían que Dumbledore les haya hecho el favor.
-Seguidme, os llevaré hasta vuestro vagón- concluyó, mientras volteaba para dirigirse hacia la entrada del tren.
Los chicos le siguieron, sin más adulación. Tras caminar unos pocos minutos y pasar como 5 vagones, llegaron al vagón número 8. Era lujoso y bastante espacioso.
-Espero que se sientan cómodos- continuaba, mientras sostenía la puerta y les daba paso- Cualquier cosa que necesiten, solo deben pulsar el botón rojo que está bajo la ventanilla-.
Cada uno fue tomando asiento y acercándose hacia la ventanilla, para dejar espacio al que viniera detrás.
-Gracias... Em...- dijo Harry, mientras intentaba recordar el nombre del uniformado.
-Mi nombre es Will y estoy a vuestro servicio- concluyó, sin dejar esa simpática sonrisa y cerró la puerta.
Desde la entrada, a mano derecha, estaban sentados Ron y Hermione; al frente de ellos, estaban Harry, Ginny y Draco.
Ron se sorprendió de que, el joven Slytherin, no había tomado su asiento al lado de su amiga Hermione; pero no dijo nada y disimuló, como pudo.
La joven Granger también estaba un poco impresionada, ante la actitud arrogante de Draco; aunque no se atrevía a decir nada, solo bajó su mirada e intentar no reflejar tristeza.
Todos estaban un poco incómodos, pues se notaba la tensión que había entre Malfoy y Hermione.
En ese momento, un fuerte pitido dio la señal de que debían comenzar a moverse. Entonces, el Ala 91 empezó a moverse con destino a Rumanía. Iba a ser un viaje un poco largo, puesto que viajarían bajo el mar y tardarían varias horas en llegar hasta su destino.
Ginny, Hermione y Ron habían sido vencidos por el sueño en la nevada noche. Harry, que estaba sentado al lado de la ventanilla, miraba con melancolía el hermoso paisaje nocturno y empezó a pensar en Hogwarts.
-Tengo hambre, ¿quieres algo?- murmuró Draco, para no despertar a los demás.
Harry dirigió sus ojos verdes a su compañero Slytherin y negó con la cabeza, mientras sonreía levemente.
Entonces, Draco se levantó de su asiento; pero el joven Gryffindor lo detuvo un momento, llamándolo por su nombre.
Éste giró, para atenderle.
-¿Estás bien? Desde esta madrugada, bueno, te noto algo extraño...- le confesó.
-Estoy como siempre- no quiso hablar y volvió a retomar su camino hacia la puerta.
-Malfoy, te quiere y no deberías hacerle daño- continuó, aún en voz baja- Además, quería darte las gracias por todo lo que has hecho para ayudarnos-.
Draco sujetaba el pomo que ayudaba a arrastrar la puerta de su vagón y no volteó a mirar a Harry, solo se quedó pensando en lo que le acababa de decir.
-Gracias- murmuró y salió.
Hermione despertó, al oír la puerta y miró hacia el lugar donde se sentaba Draco.
-¿Y Malfoy?- le susurró a su amigo.
-Fue a comer algo. Si tienes hambre, tendrás que ir a dar con él- le contestó Harry, con una sonrisa sincera.
Ella bajó la mirada y sonrió, tristemente.
-Hermione, ¿estás bien?- se preocupó.
-Sí, tengo algo de hambre. Ahora vuelvo- finalizó y salió del vagón.
El joven Potter miró a Ginny, que se había apoyado en su hombro para dormir y acarició la pelirroja melena.
Éste, cariñosamente, le dio un pequeño beso en la frente y volvió a retomar su mirada en el paisaje.
Mientras tanto, la castaña se encaminaba hacia el vagón restaurante; hasta que, sin querer, choca con un joven mago de su edad.
-Lo siento... No vi por dónde iba y...- se disculpaba ésta, un poco avergonzada.
-Exacto, no mirabas por dónde ibas- dijo, algo antipático el joven de pelo castaño y ojos azules.
Era un poco más alto que ella, bien vestido y guapo; pero no parecía ser muy simpático.
-Perdona, no era mi intención...- se angustió un poco.
-Sería el colmo, si fuera tu intención- seguía en sus treces.
-Oye, ya te ha pedido perdón. Cálmate y lárgate ya- fue a defenderla Draco, que volvía del restaurante y con una bolsa blanca, la cual, desprendía un delicioso aroma.
-¿Perdona?- dijo el chico, casi irritado y mirando hacia Draco.
-Lo que oyes- siguió tentando el joven Slytherin.
-¡Te vas a enterar!- tomó su barita, para hechizar a Malfoy.
-Inmovilus- dijo Draco, mientras apuntaba hacia el muchacho.
Éste quedó inmóvil y no pudo defenderse.
-Idiota- burló Draco y tomó el brazo de su compañera, para ir hacia su vagón.
Caminaban algo apresurados, pero Hermione no sentía que el tiempo pasara si estaba al lado de su compañero Slytherin.
-Malfoy, me haces daño- le murmuró.
Éste detuvo su marcha, la soltó y giró hacia ella.
-Perdona- le dijo, aún con la misma actitud.
Iba a seguir, solo, hacia el vagón; pero Hermione le tomó del brazo.
-¿Qué te ocurre? ¿Te he hecho algo? Lo siento, si te he ofendido con algo... No era mi intención- intentaba excusarse.
-¿Quieres dejarme en paz, Granger?- continuaba, mientras miraba hacia ella y enfadado- No somos novios y tampoco somos amigos, no está claro el qué, pero quiero que me dejes en paz-.
-Perdona, pensé que si me besas y me abrazas es por algo- comenzó a enfadarse, pero por dolor a lo que le estaba diciendo.
-Escucha, Granger, solo somos compañeros. Tuvimos un desliz y ya está, pasa página y olvídame- seguía frío y cruel.
-Entonces, jugaste conmigo, ¿cierto?- intentó aguantar las lágrimas y lo miraba con ira.
Él burló un momento y la miró, con esa sonrisa cruel que le dedicaba siempre durante 6 años seguidos.
-Lo siento, tengo hambre- finalizó la discusión con esa mueca burlona y continuó su camino.
Ella se quedó en aquel estrecho pasillo y sola. Estaba enfadada, triste, desconcertada y bastante irritada.
Caminó hacia el baño de chicas y se encerró. Necesitaba llorar y desahogarse; ¿por qué había pasado esto? ¿No habían dado un paso más de confianza? ¿Acaso era una burla hacia ella y nada más? Sea lo que sea, le había hecho mucho daño y no estaba dispuesta a volver a quedar como una víctima ante sus bromas pesadas y de mal gusto.
DRAMIONE |
DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER |
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TREN ALA 91 |
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