Estaba ayudando a su padre en enviar pequeños destellos azulados en el oscuro cielo, estaban esperando la visita de varios magos y debían darse prisa.
-¡George, Arthur! ¡Vamos, entrad!- gritaba Molly Weasley desde la entrada.
No tardaron en obedecer y entraron en el acogedor hogar; en ese momento, ven ante ellos al director Aberfoth Dumbledore.
-Director Dumbledore, ¿sabe algo de los chicos?- murmuró el señor Weasley, con cierta esperanza de oír algo positivo.
-Es curioso, querido amigo, pero sí... Los chicos están a salvo, al menos, de momento- confesó.
-¿De momento? ¿Acaso, puede pasar lo contrario?- se preocupó George.
El anciano director dirigió su mirada al joven pelirrojo y asintió con un rostro preocupado.
Molly le ofreció asiento, para que pudiera hablar más relajadamente. Éste, agradecido, lo tomó y suspiró.
-Voldemort ha comenzado a resurgir en Harry... Poco a poco, lo está convirtiendo en él...- continuaba y en voz muy baja- Le está haciendo revivir sentimientos que no son propios en Harry y está causando división en los demás... Sin darse cuenta-.
-Perdone, pero Malfoy está con ellos... ¿Es que no ha tramado algo?- indagaba George.
El director movió su cabeza de un lado a otro, parecía que tampoco estaba seguro al cien por ciento.
-¿Qué podemos hacer? Ron y Ginny están en peligro, también...- se angustiaba Molly.
-No, no se preocupe. No están solos, he enviado a alguien que posee toda mi confianza- sonrió levemente y continuó- Protegerá a Harry y a sus compañeros... Tened esperanza-.
En ese momento, llaman a la puerta y Arthur acude sin contratiempos.
-Bienvenidos, pasad- susurró en la entrada y dejando paso a sus invitados.
Entre ellos estaba el profesor Horace, Hagrid y el señor Lovegood.
-Bien, ya estamos todos...- murmuró el señor Weasley.
Entonces, en la vieja chimenea, aparece una sombra entre el humo verde de los polvos flu. Era el mismo hombre encapuchado.
-¡¿Quién es?!- se sorprendió Arthur y tomando su barita.
-Tranquilo, Arthur. Él es a quien envié para que cuidara de los chicos- calmó el director, mientras se acercaba hacia aquel misterioso hombre.
Éste despejó su rostro y todos se asombraron ante el hombre que creían muerto.
-¡¿Profesor Snape?!- dijo George, bastante sorprendido.
-Buenas noches- murmuró, como si no le diera importancia la reacción de los demás al verle.
El antiguo profesor de pociones sacó de su túnica negra un pequeño saco de piel oscura y se lo entregó al director.
-¿Qué es?- le susurró el director, bastante extrañado.
-Esto es lo último que debe obtener Quién usted ya sabe- dijo en voz muy baja y con una mirada muy seria, casi como un ruego a su petición.
Éste abrió y comprobó de lo que se trataba.
-Pero, ¿cómo lo has...?- se sorprendió.
-Los Malfoy se mueven muy rápido, conseguí distraerlos- continuaba, aún en voz baja- Pero no queda mucho tiempo-.
El director asintió y le dejó volver a la polvorienta chimenea.
-Cuida de él, Severus...- le pidió.
-Siempre- murmuró y desapareció ante los demás.
Todos estaban atónitos, jamás hubieran esperado volver a ver a Severus Snape con vida y mucho menos trabajar para que Voldemort no volviera a la vida.
-¡Maldita sea! ¡Nos ha vuelto a engañar!- gritaba Lucius, en la antigua casa Black.
Narcissa estaba preocupada por su hijo, llevaba un tiempo que no sabía nada de él.
-¡Ese indeseable me las pagará! ¡JURO QUE ME LAS PAGARÁ!- alzó, aún más, su voz y lanzó su hechizo Expulso hacia la cocina.
-Lucius, debemos ir hacia la mansión... A lo mejor están allí- intentó sosegar su mujer.
Éste la miró, respiraba agitadamente y meditó; sonrió y miró a su esposa, más calmado.
-No hará falta- continuó, mientras tomaba el viejo diario de Tom Riddle cuando solo era un niño- él vendrá hacia mí-.
Malfoy comenzó a reír, había enloquecido y Narcissa no sabía qué debía hacer. Lo único que quería, era encontrar a su hijo e irse lo más lejos que podía...
Lucius depositó el libro, abierto, en medio de la cocina y apuntó su barita hacia él.
-¡IMPERIUS!- ordenó con esa malévola sonrisa al viejo diario.
De repente, el libro comenzó a vibrar y las hojas comenzaron a pasarse rápidamente; hasta que llegó al final de éste.
-Tráeme a Harry Potter- murmuró, manteniendo la misma postura.
En ese momento, en la mansión Riddle, Harry comienza a girar su cabeza de un lado a otro en su incómoda almohada.
Parecía como si tuviera una pesadilla, tenía sus ojos cerrados y negaba entre dientes.
-Harry... Harry...- susurraba, en su mente, la terrible voz de Lord Voldemort.
El chico gritó de dolor, como si estuvieran clavándole un cuchillo.
Entonces, apareció la imagen de Tom que ofrecía su mano al joven Potter.
-¡No, déjame en paz! ¡No!- gritaba el chico.
-¡Harry, Harry ¿qué te ocurre?!- se preocupaba Ginny.
Ron corrió, para alertar a Hermione y a Malfoy que ya dormían. Todos acudieron y con sus baritas en mano.
Harry no despertaba, solo agitaba su cabeza de un lado a otro y luchaba por no moverse de su cama, mientras Ginny le agitaba tomándolo de los hombros.
-¡¿Qué es lo que le pasa?!- lloraba la joven Weasley, al mirar hacia su hermano y compañeros.
Draco negó con la cabeza, estaba igual de impresionado y asustado... ¿Acaso iba a resurgir, en ese momento, Voldemort?
-¡No te hagas el que no tiene ni idea, maldita serpiente!- amenazó Ron y acorralándolo hacia la pared.
El joven Slytherin lo miró serio, casi con rabia contenida y selló sus labios.
-¡Nos esconde cosas, lo sé! ¡Confiésalo ya!- exigió el pelirrojo.
-¡Ron, basta!- rogó Hermione.
Pero el pelirrojo ni se inmutó, solo se quedó mirando hacia su rival e intentó hallar alguna solución.
Entonces, Harry golpea a Ginny y la aparta de su lado. Sus ojos eran azul claro, casi blancos y transmitía frialdad.
Los tres jóvenes apuntaron sus baritas hacia Harry, pero no se atrevían a dañarlo.
-¿Harry?- murmuró Ginny, con lágrimas en los ojos.
Éste la miró y comenzó a desramar una lágrima; era como si intentara luchar contra Voldemort.
Pero dirigió su mirada hacia los tres jóvenes y comenzó a andar.
-¡Oppugno!- exclamó Hermione, provocando que la mesilla de noche golpeara a su amigo y conseguir detener su avance.
Sin embargo, Harry extendió su mano hacia el objeto y lo envió hacia ella.
-¡PROTEGO!- dijo Malfoy, posicionándose al frente de la joven y evitar que fuera golpeada.
Afortunadamente, el mueble no llegó a golpear a nadie.
-Vaya, vaya... Draco...- sonó la voz de Voldemort.
Éste tragó saliva, pero no se movió del lugar que había tomado para proteger a Hermione.
-Acabas de salvar a una sangre sucia, en lugar de ayudar a tu señor...- continuaba, con una horrible sonrisa- La marca que llevas definirá a quién sirves en verdad, Draco... ¡AVADA KEDA...!- apuntó con su mano hacia el joven Slytherin.
-¡SECTUMSEMPRA!- exclamó Snape que se encontraba justo detrás de Harry.
Inmediatamente, el chico cayó al suelo y comenzó a sangrar por todo su cuerpo.
Harry volvió en sí y Voldemort dejó de luchar, de momento.
Severus se postra ante el joven Potter y lo pone boca arriba.
-Ayúdeme... Por favor...- dijo entre dientes, casi en un susurro y llorando.
Snape lo miró serio, pero algo enternecido al mirar los ojos verdes de éste; aún amaba a Lily Evans.
-Sanasanae... Sanasanae- murmuraba Severus, mientras agitaba suavemente su barita en el malherido cuerpo de Harry.
Hermione tomó el brazo de Draco, mientras miraba a su mejor amigo tendido en el suelo y comenzó a llorar en silencio.
Ginny también lloraba, pero alejada del chico, aún tenía miedo y Ron fue a apoyarla.
Los rayos del sol comenzaron a salir, aún eran las 6 de la mañana y apenas habían pegado ojo en la casa Weasley. En toda la noche, estaban intentando idear un plan para acabar de una vez por todas con Voldemort y parecían haber llegado a algo.
George, Arthur y Horace estaban durmiendo en la mesa de la cocina; mientras, Molly preparaba algo de café para el director, Hagrid y el señor Lovegood.
-¿Se encuentra bien, director Dumbledore?- le susurró Hagrid.
-Lo cierto es que no, Hagrid...- continuaba, con una mirada bastante preocupada que conseguía disimular un poco- Harry es un chico muy fuerte, pero no le queda mucho tiempo-.
-Estoy seguro que vencerá, no está luchando solo, ¿sabe?- animó el gigante con una sonrisa bonachona.
Aberfoth miró hacia él y sonrió con ternura.
-Yo confío en él, sé que no se rendirá. No lo haga usted- concluyó con ese tono de esperanza.
-Tienes razón, pero que mucha razón... Gracias, Hagrid- mantenía esa entrañable sonrisa.
-Haremos todo lo que esté en nuestras manos, señor director- dijo el padre de Luna.
-Lo sé- dijo, mientras asentía con su cabeza.
LA MADRIGUERA, CASA WEASLEY |
HARRY POTTER Y ABERFOTH DUMBLEDORE |
HERMIONE GRANGER Y DRACO MALFOY |
Ohhh.. Se está poniendo más interesante de lo que imaginaba... Me gusta que Harry vaya avanzando con eso, es decir, que no se halla quedado en los simples recuerdos y dolores de cabeza, si no que ya se vaya notando la complicidad del asunto. A partir de ahora viene lo mejor de toda historia; destripar todos los secretos de cada uno. :) ME GUSTA MUCHO!
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