viernes, 19 de abril de 2013

36. Primera impresión de Rumanía.

El frío comenzaba a hacer mella en el vagón de carga, sin embargo, los dos jóvenes magos no le daban importancia alguna. Estaban abrazados, casi sin vestir y recostados encima de sus ropas y abrigados por la capa de la casa Gryffindor que había sacado Hermione.
Ella tenía su cabeza recostada en el pecho de su compañero Slytherin, mientras dejaba que éste la abrazara y acariciara su blanquecino hombro.
-Bueno...- suspiró Draco, recordando lo que habían hecho en ese lugar.
Jamás hubieran imaginado que algo así pudiera sucederles y menos entre ellos.
-¿Cómo hemos llegado a esto?- también lo meditaba la joven Granger.
-No lo sé, pero estoy tan sorprendido como tú...- confesó éste, mirando el techo del vagón.
Ella dejó de abrazarlo y se posicionó para mirar el mismo punto que él.
-¿Qué sugieres que hagamos?- seguía perpleja. 
Aunque estaba segura de que lo había hecho con todo su amor, sentía que a la larga se arrepentiría de este momento; aunque no estaba muy segura del por qué.
-Lo mejor será hacer como que nunca ha pasado, Granger- dijo, mientras se incorporaba para vestirse.
Tomó la camisa que tenía a su lado y comenzó a abrochársela. Ésta hizo lo mismo, mientras meditaba.
-Bueno, pero ha pasado- miró hacia éste, después de ponerse su camiseta de manga larga.
Él la miró, no supo qué decirle. Es cierto que la amaba con todo su corazón, pero ahora tenía otra prioridad y era Harry Potter.
-Solo finge que no ha pasado- concluyó de vestirse y salió del vagón.
Hermione también había acabado de vestirse, pero no quiso salir al mismo tiempo que éste. Se sentía incómoda y ya no sabía cómo mirar hacia él.
Tampoco sabía cómo debía de actuar ante sus amigos y mucho menos con Ron.
Tantos años juntos y hoy había caído en los brazos de Draco Malfoy, ¿quién se lo iba a decir? No podía revelárselo a nadie, más que sea para pedir consejo.
En ese momento, Draco entra en el vagón donde había dejado a sus compañeros Gryffindor. Estaba serio, pero intentaba ser el mismo de siempre.
-Mirad, la estación de tren- dijo Harry, mirando desde su helada ventanilla.
-Es cierto, pero... ¿Esos no son papá y George?- añadió Ginny, apoyada en el joven Potter y mirando por la ventanilla.
Parecía más animada de ver a su padre y hermano mayor.
-¿En serio? Sí, son ellos- miró Ron, se había puesto en pie para mirar en la ventanilla.
Draco ni se inmutó, solo miró a sus tres compañeros y mantuvo el silencio.
Hasta que aparece Hermione y la mira de reojo, pero miró a otro lado.
Ella se percató de esto y se armó de valor para actuar con normalidad, aunque le costaba un poco.
-¡Mira, Hermione, son mi padre y mi hermano George!- exclamó la joven Weasley, bastante animada.
La castaña caminó hasta ellos y se animó al ver caras conocidas. Estaba emocionada de verlos, hacía varios meses que no estaba con la familia Weasley al completo y con todo lo que le había pasado, se sentía feliz de verlos.
El tren no tardó en detenerse y dejar que los pasajeros desembarcaran de él.
-¡Ron, Ginny, Harry, Hermione!- corría Arthur, lleno de emoción al verlos bien.
Los cuatro amigos corrieron hacia éste, también contentos y con ganas de abrazarlo.
George también participó de ese momento sublime y todos se dieron un abrazo deseado.
Todos, menos el joven Slytherin. Los miraba a pocos metros, estaba algo nervioso porque sabía qué pensaban de él. Siempre había tenido percances con la familia Weasley.
Hasta que, Arthur dirigió su mirada en él y cambió un poco su semblante.
Estaba lleno de comprensión y un poco de dudas hacia él, pero recordó las palabras del director Dumbledore.
-¿Estás bien, hijo?- intentó ser cercano y todos dejaron de abrazarse, para mirar hacia ambos.
Draco asintió, algo nervioso pero manteniendo la calma.
George se acercó a Malfoy y lo ayudó con algunas maletas que habían soltado los chicos, para abrazarlos.
-Gracias por cuidar de ellos, Malfoy- dijo George con una sonrisa sincera.
Draco no supo cómo ni por qué, pero logró sonreír de corazón.
Los cuatro compañeros Gryffindor nunca le habían visto de ese modo, como más amigo...
-Oh, vaya. ¡Qué despistado soy!- recordó Arthur, al mirar su reloj mágico.
-¿Qué ocurre?- murmuró Harry, mirando hacia éste.
-Casi se me olvida, hemos quedado con Hagrid en la posada de Billy Bones- explicó el señor Weasley, mientras comenzaba a caminar más ligero hacia la salida de la estación.
A Harry le sorprendió oír ese nombre, Billy Bones.
-¿Billy Bones? ¿Ese no es el nombre de uno de los personajes de la isla del tesoro?- miró hacia Hermione, esperando que ella le respondiera.
-¿Acaso no lo sabes? Billy Bones existió de verdad y aún sigue vivo- dijo George.
-¿Cómo es posible? Si lo ha escrito un muggle- seguía sin entenderlo el joven Potter.
-Verás, Harry, Robert Louis Stevenson es un mago de verdad...- añadió Hermione.
-Exacto. Los piratas mágicos existen hoy en día, pero los muggles no deben saberlo- explicó George.
Harry estaba bastante sorprendido, aunque era mago y veía maravillas mágicas casi a diario, se sorprendía de cada detalle.
Al salir de la estación, ven a Molly Weasley, a Neville y a Luna.
Los cuatro jóvenes salen al encuentro, bastante contentos de verlos y comparten risas y abrazos.
Pero no podían perder más tiempo, por lo que toman sus escobas y alzan vuelo hacia las nubes y con destino a la posada de Billy Bones.
Todo iba perfecto, sin embargo, unos pequeños seres azul celeste volaban hacia ellos, a gran velocidad.
-¡Cuidado con las hadas!- exclamó Arthur, mientras tomaba su barita.
Pero una de éstas llegaron hasta Ginny y provocaron su caída.
-¡¡Ginny!!- se percató Harry y no dudó en descender con su escoba hasta ella.
Era una altura bastante considerable y aún estaba a una cierta distancia de su compañera pelirroja.
Las hadas no molestaron a los demás, solo siguieron a Harry. Pero Draco no esperó a que se le adelantaran y puso rumbo hasta su compañero Gryffindor, le imitó Ron y George.
-¡Neville, ve con ellos!- ordenó Arthur y el chico siguió a sus amigos.
-¡Los demás, seguid a Molly! Llévalas al refugio- concluyó el señor Weasley y se encaminó hacia los chicos.
Ésta obedeció y guió a las jóvenes brujas hasta el refugio.
Mientras tanto, Harry estuvo a punto de coger la mano de Ginny, pero esos inoportunos seres lo tomaron y lo alejaron de su trayectoria.
-¡¡Soltadme!!- luchaba por intentar tomar su barita, pero éstas bloqueaban sus movimientos.
-AGUAMENTI- conjuró Draco y una pequeña presión de agua salió de su barita y apartó a varias hadas.
Logrando que Harry volviera a retomar el rescate de Ginny.
Pero ya se le había adelantado George, ella estaba desmayada en sus brazos, a salvo.
Las hadas comenzaron a conjurar y a ser más molestas.
-George, lleva a tu hermana al refugio- dijo Arthur.
Éste obedeció y voló lo más rápido que pudo, para conseguir dar con su madre y las demás compañeras.
-CONFUNDUS- dijo Harry y varias hadas comenzaron a caer hacia el vacío.
-CRUCIO- conjuró Draco. Fue bastante efectivo para muchas hadas y las mató.
Ya solo quedaron unas pocas y la que parecía la cabecilla miró hacia el joven Slytherin.
-Nor Mulnder Us, Majnu Malfoy- murmuró dicha hada, bastante seria y escapó con las demás sobrevivientes.
Arthur, Ron, Neville y Harry miraron hacia él. Estaban extrañados, aunque no conocían el lenguaje de las hadas... Sabían que Draco escondía algo sobre todo esto.
-Vamos, será mejor que vayamos hacia la posada... Allí estaremos seguros- murmuró el señor Weasley.
Aunque sabía que el conjuro Crucio estaba prohibido, no pudo intervenir en contra de dicho hechizo. Draco era un mortífago y la decisión era de éste.
Volaban lo más aprisa que podían, sin embargo, las nubes grises se les adelantaron.
Harry no cesaba de mirar hacia su compañero Slytherin. Eran dos ocasiones que le salvó la vida, empleando el mismo hechizo y también había notado el comportamiento de las hadas con respecto a él.
Si no recordaba mal, una de ellas estuvo a punto de llamarle "amo". ¿Qué escondía Malfoy?
Pero éste mantenía su mirada fija en su camino y ajeno a las observaciones del grupo. Era cierto que conocía el paradero de esas hadas y quién estaba detrás, pero no estaba dispuesto a decir nada, a menos que sea extrictamente necesario.
A varios kilómetros de su posición, justo en una montaña invadida de árboles nevados, había una pequeña casa hecha de troncos gruesos y bien escondida de todo muggle.
-¡Es George!- reconoció Hermione, desde la ventana del interior del refugio.
Todas salieron corriendo a dar con él que descendía, suavemente, con Ginny en brazos. Aún estaba desmayada.
-¡Oh, mi pequeña!- se preocupó Molly, mientras se acercaba a sus hijos.
George tomó a su hermana pequeña y la condujo al interior, para recostarla.
Una vez dentro, todos esperaban sentados en la mesa de comedor y dejando en el primer piso a Ginny.
-Se pondrá bien- murmuró Molly, al sentarse en una de las sillas y después de acomodar a su hija.
-Es la segunda vez que nos atacan esas hadas- explicó Hermione, manteniendo su taza de chocolate.
-¿La segunda vez?- se sorprendió George.
La castaña asintió con la cabeza, mientras miraba hacia éste.
-Eso no es normal- continuaba Luna, mirando hacia su compañera Gryffindor- Normalmente, las hadas son dirigidas por un mago o bruja. Sino, es imposible que os ataquen... Suelen ser juguetonas-.
-Es cierto- dijo George.
-Entonces han sido enviadas por algún mago... Porque nos han atacado en el tren y ahora aquí...- examinaba la joven Granger.
-Están buscando a Harry- concluyó Luna y todos parecían estar convencidos de ello, también.

DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER

RON WEASLEY Y HERMIONE GRANGER

LUNA LOVEGOOD Y GINNY WEASLEY

HERMIONE GRANGER, HARRY POTTER Y RON WEASLEY

GEORGE WEASLEY, LUNA LOVEGOOD, RON WEASLEY, HARRY POTTER, HERMIONE GRANGER, GINNY WEASLEY, NEVILLE LONGBOTTOM YDRACO MALFOY

HARRY POTTER















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