miércoles, 12 de junio de 2013

43. La marca y la mansión Riddle.

Poco a poco, la lluvia comenzó a descender en el pequeño cementerio de Privet Drive y cada vez fueron llegando más parientes de los tíos Dusrhley.
La tía Marge aún lloraba desconsolada y miraba a Harry con mucha rabia contenida.
-Me siento un poco incómodo- susurró el chico a su director.
-Podemos irnos, si lo deseas- animó éste.
-No, prefiero quedarme... Es lo menos que puedo hacer- concluyó el chico, mientras miraba hacia la tumba de sus únicos familiares vinculados a sus padres.
Draco se sentía un tanto extraño, pues nunca había estado tan rodeado de muggles como ahora, pero tampoco podía irse y dejar a Harry, se lo había prometido a Hermione.
En ese momento, el frío comenzó a penetrar en la piel de todos los presentes, el cielo fue tornando a un color más oscuro y el hielo empezaba a aparecer en cada esquina del cementerio.
-No me gusta nada- murmuró Snape, mientras intentaba hallar su varita de su traje.
Draco también iba a hacer lo mismo, cuando las cicatrices que poseía su antebrazo comenzaron a arder.
Harry y Dumbledore se percataron de esto y vieron a los muggles caer, desmayados, en el suelo. Estaban helados y el pobre Potter se preocupó, pero el director lo tomó del hombro y lo obligó a salir corriendo de aquel lugar.
-Pero no podemos dejarlos a merced de los dementores- dijo éste.
-No son a ellos a los que buscan...- fue interrumpido con el ataque de un dementor.
Draco tomó su varita, pero le atacaron de espaldas, provocando que cayera al suelo y sin poder defenderse con su varita.
-Expecto Patronum- dijo Snape, para proteger al joven Slytherin.
Como podían, lograron salir corriendo de aquel lugar, pero cada vez aparecían más dementores de cada rincón.
Corrían todo lo que podían, pero fueron descubiertos por los aliados más allegados a Lord Voldemort.
-¡Draco!- se alegró Lucius de ver a su único hijo, pero ahora debía de preocuparse por los dementores e invocó su Expecto Patronum.
El chico se alegró de ver a su padre, pero el no hallar a su madre le hizo preocuparse el doble; aunque no podía hacer otra cosa que defenderse de aquellos fríos seres.
Todos corrían como podían, pero aprovechando el ataque, tomaron a Harry y Draco les siguió, aún no sabían que él luchaba contra Voldemort.
Tanto el director como Snape, nada podían hacer, pues en un momento inoportuno los atacaron más dementores y debían desaparecer en ese momento.
Tanto los mortífagos como el director y el profesor, desaparecieron del lugar y los dementores acabaron saliendo de Privet Drive.
Cuando aparecieron en el refugio, se sorprendieron al ver cómo habían arrasado con toda la cabaña.
-¿Cómo...? ¿Cómo es posible?- murmuró Dumbledore, asombrado al ver las ruinas.
-Serían los mortífagos, acaban de llevarse a Potter y Draco se ha ido con ellos- explicó Snape.
-Severus, debemos volver a Hogwarts. Toda ayuda es poca- concluyó y ambos desaparecieron.
La mansión Riddle estaba habitada por todos los mortífagos que habían logrado huir de la persecución del Ministerio y esperaban, con ansias, el ver a Harry. 
En ese momento, aparecen Redforth, el señor Parkinson y Lucius Malfoy con su hijo y con el pobre Potter.
Todos aquellos mortífagos comenzaron a gritar de emoción y orgullo, sabían que ya quedaba muy poco para que Voldemort regresara a la vida.
-Queridos amigos, por fin ha llegado el momento que tanto estábamos esperando- continuaba Lucius, con mucho orgullo- ¡El señor Voldemort volverá y permanecerá para siempre!- después de esto, todos comenzaron a alegrarse  con euforia y Harry comenzó a preocuparse y miró hacia su único aliado, Draco Malfoy.
El joven Slytherin correspondió a su mirada y notó que también estaba preocupado.
-Draco, hijo mío- murmuró Lucius, mientras se acercaba a su primogénito con una sonrisa sincera y a punto de darle un abrazo.
-¿Dónde está mamá?- dijo el chico, esquivando el abrazo de su padre.
Lucius entenebreció su rostro y bajó la mirada, tragó saliva y miró hacia Harry.
-Toda la culpa la tiene él- señaló al joven Potter.
-¿Qué...? Yo no...- musitaba el muchacho, pero su compañero Slytherin entendió que él no tenía la culpa.
-¿Qué ha pasado con ella? ¿Dónde está?- dijo entre dientes.
-Draco yo... Ha sido por culpa de Harry Potter, si él no se hubiera ido a Rumanía...- intentaba explicarse, pero el chico lo apuntó con su varita y esto no pasó desapercibido para los demás mortífagos, por lo que se hizo un largo silencio y creció la tensión.
-Draco, no pensarás matar a tu único padre- decía con una media sonrisa y levantando sus manos, pero el chico estaba decidido y serio a mantener su postura.
-Solo te lo preguntaré una vez, ¿dónde está mamá?- seguía apuntando con su varita.
Lucius volvió a estar serio, le resultaba difícil decirle lo que pasó realmente con su madre y no tuvo palabras.
-Tu madre, desgraciadamente, fue atacada por los dementores- mintió Redforth.
El chico dirigió su atención hacia él y bajó la varita, bastante desilusionado. Empezó a derramar lágrimas y apenas tuvo fuerzas para decir o hacer algo, le resultaba imposible imaginar a su madre sin vida.
-Malfoy, la sangre sucia ha huido- dijo uno de los mortífagos.
-Maldita Granger- dijo entre dientes éste y enojado.
Tanto Draco como Harry se miraron entre sí y vieron cómo dos de los secuaces de Voldemort la retenían tomándola de los brazos.
-¡Maldita escoria!- dijo el patriarca de los Malfoy, mientras levantaba la mano para darle una cachetada a la castaña, pero su hijo lo detuvo tomándole del brazo.
Éste miró, sorprendido, a su hijo y esperaba una explicación.
Pero el muchacho no tenía palabras para responder el por qué actuó de aquel modo y soltó la mano de éste.
Hermione tenía algunos pequeños cortes en su rostro y el labio un poco partido, éstos habían descubierto la guarida y lucharon contra los mortífagos, pero era un número bastante alto y no pudieron contra todos.
-Draco, ¿por qué has hecho eso?- murmuró Lucius, esperando aún la explicación.
El chico miró a su padre y luego miró hacia su compañera Gryffindor, pero acabó bajando la mirada y tragó saliva.
-¡Tú hijo es un defensor de los sangre sucia!- gritó uno de ellos.
Todos comenzaban a juzgar al muchacho y parecían estar a punto de descubrir que éste era un traidor, pero alguien salió en su defensa.
-¿Una maldita serpiente como él?- dijo Hermione con una pequeña sonrisa en su cara- No me hagáis reír. Es un traidor y un miserable-.
-Debería de darte una lección, asquerosa sangre sucia- continuó Lucius- Pero será mejor que sea mi hijo el que te haga callar de una vez por todas-.
El chico dudó en lo que acababa de decir su padre, ¿cómo iba a hacer daño a la chica que amó de verdad? Le resultaba imposible levantar la mano y golpearla.
-¿Draco?- murmuró Lucius, esperando que éste accediera.
Ella lo miró a los ojos y asintió, sin que nadie pudiera percatarse de esto. Si alguien debía de tocarla, que fuera éste. Sabía que le dolería, pero no le haría tanto daño como podría haberle hecho el padre de éste.
Entonces, Draco alzó su mano y golpeó con la fuerza que pudo encontrar y golpeó la mejilla de la joven Granger. Ella no dijo nada y procuró no quejarse, no le había dolido tanto, pero fue suficiente para sentir cierto escozor.
Todos parecían dejar de pensar mal del joven Slytherin y llevaron a la muchacha hasta una de las habitaciones donde tenían retenidos a Luna, Neville, Ron, Ginny y Alice. Estaban custodiados por dos mortífagos.
Dejaron a Hermione dentro y cerraron la puerta. Habían hechizado la habitación, para que no puedan salir de ningún modo y les habían quitado sus varitas.
-Hermione, ¿cómo estás?- dijo Ron, bastante preocupado al verla con la mejilla colorada.
-Sí, tranquilo- murmuró la joven y tomando asiento en una de las camas.
-¿Sabes algo de Harry?- preguntó Ginny, bastante preocupada.
-Lo han cogido- dijo Hermione con la mirada triste.
-¿Qué? Pero, ¿Malfoy no estaba con él? ¿El director y Snape no han hecho nada?- se preocupó Neville.
-Malfoy está con Harry, pero no sé nada más...- explicó Hermione.
-Las cosas van a empeorar mucho más- murmuró Luna, mientras miraba hacia el cielo nocturno desde una de las ventanas.
Sus amigos y compañeros la miraron con incertidumbre, sabían que iban a empeorar cada vez más las cosas, pero no sabían a qué se estaba refiriendo su compañera Ravenclaw.
-Mirad- señaló Luna al cielo y todos se asomaron a ver.
Y allí estaba, la marca que poseía cada mortífago en su brazo... Era la marca de Lord Voldemort en el cielo.

LUCIUS MALFOY, DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER

DRAMIONE

LUCIUS MALFOY Y DRACO MALFOY

HARRY POTTER Y DRACO MALFOY

HERMIONE GRANGER

MORTÍFAGO

NEVILLE LONGBOTTOM Y LUNA LOVEGOOD

GINNY WEASLEY Y HARRY POTTER

RONALD WEASLEY Y HERMIONE GRANGER






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