jueves, 21 de febrero de 2013

28. Ataques del pasado.

La mañana comenzaba a abrirse camino en la mágica escuela de Hogwarts, Aberforth Dumbledore había entrado en el gran comedor y allí se encontraban los cuatro jóvenes que habían huido de los dementores.
No había ningún alumno más y McGonagall no se había apartado de ellos.
-Quiero saber qué es lo que está pasando- decía el director, bastante preocupado.
-Bueno... Verá...- murmuraba Neville, pero Luna le dio un ligero toque en su espalda.
La profesora también estaba muy preocupada por los cinco estudiantes que aún estaban en riesgo de peligro.
-El director os ha hecho una pregunta, ¿señorita Simmons?- decía muy firme.
Jessica descendió la mirada y tragó saliva, realmente estaba en un aprieto, ¿cómo iba a decir lo que estaba pasando?
-No sabemos nada, señor- respondió Parkinson.
-¿Que no sabéis nada? ¿Cómo explica el que no estuvierais aquí?- insistía el director, más irritado.
-¡A mí me arrastraron y no pude hacer nada! ¡Eran cuatro contra uno!- se intentaba justificar, la joven Slytherin.
-Perdone, director... Pero yo solo sé que querían ayudar a un compañero que habían encarcelado, lo siento, no sé nada más- fingía Jessica con un rostro casi inocente.
McGonagall pidió, a las dos chicas, que se retiraran a sus dormitorios; sin embargo, aún quedaban el joven Longbottom y la señorita Lovegood.
Ya solos los cuatro, la tensión disminuyó y el tono de voz fue menguando.
-Señor Longbottom, ¿qué es lo que está pasando?- volvió a preguntar el director, más calmado y confiado en los dos estudiantes.
-Verá, señor... Harry había tenido un presentimiento de que algo malo le iba a pasar a Malfoy...- decía en voz baja.
-Hermione, Ron, Jessica y Parkinson fueron a Azkaban. Siguieron las indicaciones de Harry, pero tuvieron problemas- continuaba Luna- Aunque consiguieron escapar... No querían hacer nada malo, pero es que no querían permitir aquella injusticia-.
El director no se angustió ni tampoco parecía sorprenderse de lo que oía, casi parecía que supiera todo lo que estaba pasando.
-¿Harry está bien?- preguntó McGonagall.
-Sí... Bueno, eso pensamos- respondió Neville.
Mientras tanto, en la abandonada casa de los Riddle, Harry estaba bajando las escaleras del tercer y último piso de la casa. Estaba descalzo y, al llegar al segundo piso, se encontró un escarabajo negro y de un considerable tamaño.
Harry se agachó, para recoger aquel espécimen y sonrió cuando volvió a incorporarse. El insecto caminaba de un lado a otro en su blanquecina mano y, al chico, le hacía muy feliz haber encontrado un nuevo insecto.
-¡¿Qué te he dicho de coger esos malditos bichos?!- gritaba Morfin, irritado y enfadado.
Estaba en las escaleras que descendían al último piso de la casa.
-Pero... Tío Morfin, yo...- decía Harry, subiendo las escaleras de espaldas.
Sin embargo, Morfin, subió las escaleras muy velozmente y tomó al chico del brazo. Lo empujó al suelo del segundo piso y, éste, comenzó a irritarse.
Harry volvió a hacer aquel conocido gesto que hacía Voldemort con su cuello y se levantó del suelo.
Morfin no paraba de gritar una y otra vez varios insultos para el chico; pero Harry tomó su barita y apuntó a su tío.
-Déjame en paz- decía Harry, entre dientes y muy enfadado.
-¿Harry? ¿Qué haces? ¿Estás bien?- decía una voz femenina y bastante reconocible para el joven Potter.
-¿Ginny?- parecía haber despertado de un sueño. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, Harry dejó caer su barita al suelo. Estaba apuntando hacia la chica que más amaba.
-Perdóname, Ginny... Yo no... Yo...- comenzó a llorar, porque no entendía lo que le estaba pasando.
Ella se acercó a éste y lo abrazó. Estaba muy preocupada, pero no quería reflejarlo ante él.
-Tranquilo, Harry... No pasa nada, tranquilo- animaba, en voz baja.
Pero, el joven Potter, no podía dejar de llorar al ver lo que estaba a punto de hacer.
Pensaban que estaban solos, pero alguien no pudo evitar el presenciar semejante acontecimiento. Unos grisáceos ojos habían dejado de mirar al que siempre había sido su rival y descendió, en silencio, las escaleras.
En cierto modo, se sentía culpable por lo que le estaba pasando a su compañero; sin embargo, no sabía qué podía hacer por él. Todos estaban buscando algo, aunque no sabían el qué.
Debía de encontrarse lo antes posible, solo así, podrían salvar a Harry del resurgir de Voldemort.
-Hola- murmuró Ron, al entrar en la enorme cocina.
-Hola...- dijo Hermione, intentando aparentar normalidad.
El pelirrojo tenía sed y, mientras le daba la espalda a la muchacha, comenzó a interrogarla ahora que estaban solos.
-Oye, Hermione... ¿Alguna vez, has sido feliz conmigo?-.
-Por supuesto que sí, ¿qué te hace pensar que no fue así?- se sorprendió por la pregunta que le había hecho.
-Ya, bueno. Si fuera así, ¿qué nos pasó?-se dio la vuelta.
Ella bajó su mirada e intentó hallarle una respuesta menos dolorosa, pero no encontró ninguna.
-Siempre le has querido, ¿no?- decía con una media sonrisa, bastante forzada.
Hermione le miró, con cierta tristeza y negó con la cabeza.
-No, no fue así... Ron, siempre te quise a ti...- murmuraba.
En ese momento, entra Draco, ignorando todo lo que estaba pasando en aquella cocina. Se sorprendió, pero actuó con normalidad e iba a salir.
-Espera, Malfoy, ya salgo- concluyó el joven Weasley, mirándolo con cierto recelo y saliendo del lugar.
Malfoy y Hermione se habían quedado a solas en la cocina, pero mantenían distancias.
-¿Todo bien, Granger?- preguntaba, mientras se sentaba en la mesa.
Hermione también estaba sentada en esa misma mesa y leyendo uno de sus libros de pociones.
-Sí... Solo que, bueno... No es fácil sobrellevar esto- decía la joven, con un rostro algo triste.
-Entiendo. Nos hemos precipitado con esto- decía con una media sonrisa, dolido y descendiendo su mirada.
Entonces, éste se levantó del asiento y fue hacia la puerta, para dirigirse al salón.
-Espera, Malfoy- se levantaba la joven, intentando evitar que se fuera del lugar.
Éste se dio la vuelta y miró a la muchacha.
-Lo siento, no quería darte esa impresión-continuaba- Es solo que siempre fue mi primer amor y me duele verlo así...-.
El chico sonrió y entendió lo que quería decir. Se acercó a ésta, pero mantuvo cierto margen de distancia.
-Oye, Granger, tenemos que encontrar algo... Potter no está bien- confesaba éste, un poco más serio y en voz baja.
-¿Qué ha ocurrido?- se preocupaba.
-Si seguimos aquí, dejando que siga pasando el tiempo, Voldemort podría...- concluyó y tragó saliva.
Ella entendió y asintió con la cabeza.
Quedaba poco tiempo y aún no sabían lo que debían de encontrar o hacer para poder ayudar a su compañero y amigo.
La noche llegó, sin embargo, en la escuela había alguien que no dormí aún.
En el despacho del director Dumbledore, Aberforth escribía y seguía dándole vueltas sobre dónde podría estar Harry.
-¿Me llamaba, señor?- decía un hombres, escondido en las sombras del despacho.
-Sí, ahora sí que necesitamos tu ayuda. Harry está en problemas- decía en voz baja el director.

DRAMIONE

HERMIONE GRANGER Y DRACO MALFOY

HARRY POTTER

LUNA LOVEGOOD, RON WEASLEY, HARRY POTTER, HERMIONE GRANGER, GINNY WEASLEY, NEVILLE LONGBOTTOM, DRACO MALFOY.




  


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